Una de las discusiones trascendentales que se ha dado en los últimos años en la agenda climática internacional, es el significativo aporte que tiene el sector privado para apalancar los esfuerzos en adaptación y mitigación. El mensaje es claro: 65 % del financiamiento global necesario para activar el Acuerdo de Paris, debería venir de la inversión privada.

(También le puede interesar: Decisiones climáticamente inteligentes)

Los gobiernos por sí solos no podrán cumplir con las metas climáticas con eficiencia, por ende, necesitan apoyarse en el sector empresarial. La macrotendencia sigue en aumento: cada vez más empresas alrededor del mundo están apostándole a esto, incorporando estrategias climáticas efectivas dentro y fuera de sus operaciones -lo cual incrementa su competitividad y productividad-, y al mismo tiempo, generan escenarios de confianza a partir de inversiones que realizan en este tema para promover vitalidad y bienestar en el territorio.

En la COP-28, la cumbre internacional del clima más importante del año, tuve la oportunidad de toparme con múltiples iniciativas y actores sobre este tema y el resultado que me deja es contundente: si queremos responder a los retos que tenemos frente a la sostenibilidad, requerimos de alianzas.

En muchísimos casos, es gracias al aporte del sector empresarial que los territorios profundos de Colombia pueden optar por mejores condiciones de vida.

Prueba de ello, es el resultado del Fondo de Pérdidas y Daños, donde los Emiratos Árabes Unidos, la Unión Europea y Japón se comprometieron a invertir más de 200 millones de dólares. Este fondo funcionará como un mecanismo financiero para que los países más vulnerables tengan acceso a recursos económicos y de esta forma, se puedan implementar estrategias climáticamente eficientes para mitigar los efectos adversos del cambio climático. A pesar de que esto significa un gran logro frente al Acuerdo de París, no es suficiente.

Las empresas privadas y los gobiernos deben colaborar entre sí para generar diálogos, acuerdos y procesos de gobernanza que contribuyan a desarrollar iniciativas integrales que tengan un impacto positivo sobre el territorio. La generación de estas alianzas es urgente y más en países como el nuestro. La capacidad de la empresa privada frente a la acción climática es clave para generar innovación, inversión, empleo y datos (ojalá abiertos).

Pero, para permitir esto, debemos dejar de estigmatizar a los sectores económicos. Es claro: necesitamos de la minería y la agroindustria -por supuesto bajo esquemas de sostenibilidad incremental- para cumplir con este cometido. En muchísimos casos, es gracias al aporte del sector empresarial que los territorios profundos de Colombia pueden optar por mejores condiciones de vida. Las alianzas, por esta razón, son clave para promover escenarios de confianza.

Culmino esta reflexión invitando a todos a romper paradigmas impuestos por años sobre estos sectores y permitir que esta visión, en vez de restar, permita sumar esfuerzos colectivos en pro de la vitalidad de un país, en pro de Colombia y el mundo. Finalmente, contribuir a la acción climática, debe ser una agenda de todos.

MARÍA EUGENIA RINAUDO

(Lea todas las columnas de María Eugenia Rinaudo en EL TIEMPO, aquí)