En el país se han firmado varios acuerdos de paz con grupos armados al margen de la ley, y, aunque la mayoría de los firmantes ha mantenido su compromiso de permanecer en la legalidad, y hemos tenido la posibilidad de vivir periodos donde ha habido más encuentro que conflicto entre los ciudadanos, la repetición sigue estando presente.

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Cuando uno revisa lo que dio origen a lo que hoy conocemos como la Unión Europea, encuentra muchas luces para analizar el caso colombiano desde otras perspectivas. En 1950, Jean Monnet sintió la necesidad de encontrar un camino que desestimulara cualquier posibilidad de un nuevo enfrentamiento entre Francia y Alemania, que para entonces ya se venía tejiendo en la mente de los ciudadanos. Lo interesante de todo es que, en lugar de analizar las posibilidades desde un acuerdo político, que era el camino obvio, pensó en la necesidad de buscar un acuerdo económico que generara solidaridad de facto entre las partes. Utilizó el pensamiento lateral, porque sabía que era inútil atacar de frente los problemas, sin enfrentar los factores que los habían generado. Se preguntó, entonces, qué podría hacer para implantar un interés común entre ambos países que atendiera sus temores. En un acuerdo sobre el carbón y el acero Monnet encontró un camino para sustituir las antiguas rivalidades políticas por la fusión de intereses económicos, con un objetivo esencial: conservar la paz.

¿Qué tal si para el caso colombiano utilizamos también el pensamiento lateral y, en lugar de enfocarnos en lo que nos diferencia, hacemos una apuesta masiva transformadora por un camino que no ha sido explorado suficientemente para construir paz? Me refiero a la fraternidad, entendida como el vínculo humano. La instauración de un lazo sólido de entendimiento entre las personas es un camino hacia la transformación social.

Monnet encontró un camino para sustituir las antiguas rivalidades políticas por la fusión de intereses económicos, con un objetivo esencial: conservar la paz.

Un hilo que se puede halar, para empezar a deshacer algunos de los nudos en los que vivimos y ayudar a recomponer el tejido social que se rompió es, como diría Steve Jobs, conectar puntos. Cuando uno recorre el territorio y escucha a las personas, se da cuenta de la fortaleza que tenemos actualmente en el país en materia de organizaciones y liderazgos sociales, así como de las oportunidades que el arte, la cultura y el deporte ofrecen para acercar diferentes. Fortalezas que se pueden convertir en un camino para tejer paz si se visibilizan y se conectan entre sí para intercambiar capacidades y trabajar conscientemente en favor de un propósito común más grande que la suma de las partes.

Al tejer un hilo entre ellas, se teje, además, una nueva narrativa de armonización y esperanza que cambia las actitudes de los ciudadanos frente a unos principios mínimos de humanidad como la confianza, la empatía, la responsabilidad, la dignidad y la solidaridad. Igualmente, sitúa en una perspectiva más humana los problemas que nos aquejan hoy.

Normalmente las transformaciones que emergen desde lo social, tienen el reto de escalabilidad. Sin embargo, la forma como organizaciones exponenciales como Uber y Airbnb han logrado interconectar intereses comunes frente a asuntos de transporte y hoteles, respectivamente, nos puede servir de inspiración. La tecnología es un camino que ofrece aceleración, por lo que se puede convertir, a su vez, en una herramienta para acercar experiencias exitosas de transformación social y escalar sus impactos.

Europa no se hizo de una sola vez, ni como un todo. Ha sido un proceso de cambio. Lo mismo podría ocurrir en Colombia si nos proponemos tejer paz. Si “la guerra comienza en la mente de los hombres”, como dice Clausewitz, no podemos olvidar que es allí donde debe terminar.

JULIANA MEJÍA

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La paz no se firma, se teje

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08.02.2024

En el país se han firmado varios acuerdos de paz con grupos armados al margen de la ley, y, aunque la mayoría de los firmantes ha mantenido su compromiso de permanecer en la legalidad, y hemos tenido la posibilidad de vivir periodos donde ha habido más encuentro que conflicto entre los ciudadanos, la repetición sigue estando presente.

(También le puede interesar: Buenaventura tiene esperanza)

Cuando uno revisa lo que dio origen a lo que hoy conocemos como la Unión Europea, encuentra muchas luces para analizar el caso colombiano desde otras perspectivas. En 1950, Jean Monnet sintió la necesidad de encontrar un camino que desestimulara cualquier posibilidad de un nuevo enfrentamiento entre Francia y Alemania, que para entonces ya se venía tejiendo en la mente de los ciudadanos. Lo interesante de todo es que, en lugar de analizar las posibilidades desde un acuerdo político, que era el camino obvio, pensó en la necesidad de buscar un acuerdo económico que generara solidaridad........

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