El arte y la cultura, cuando están en el espacio público al acceso de todo el mundo, por fuera de museos y teatros, se vuelven parte del ADN de la vida cotidiana de la ciudadanía, y se convierten en un bálsamo para acercar diferentes, distensionar el ambiente y moldear la forma como se desempeñan las sociedades. Un concierto abierto al público tiene la capacidad de hacer que el ánimo pase del malestar y la crispación al entusiasmo y la conexión emocional, tal como ocurrió en el Festival de Woodstock de 1969. Grafitis en muros a cielo abierto tienen la capacidad de transformar los espacios públicos en sitios de encuentro, como sucede hoy en Wynwood, en Miami, o en la comuna 13 de Medellín.

El arte es una forma de expresión muy poderosa que permite a quienes lo hacen manifestar aquello que sienten, piensan y viven. Al ser un vehículo que les posibilita a las personas sacar lo que tienen dentro, se convierte en medicina para el corazón y en una manera de resignificar lo vivido y cambiar narrativas. Desde el punto de vista sociopolítico, puede ser visto como una válvula de “descompresión”, permitiendo a los ciudadanos hacerse sentir y alzar la voz, sin llegar a situaciones en las que se acumula tanta presión que simplemente hagan que “la olla estalle”.

En quienes lo observan o escuchan, el arte estimula una reflexión que provoca preguntas sobre asuntos sociales, políticos, económicos y culturales e invita a la comprensión de las realidades humanas desde los ojos de los demás. Tiene la capacidad de despertar el interés sobre ciertos temas y propiciar discusiones valiosas alrededor de ellos.

Posee, además, un efecto simbólico muy poderoso en el reconocimiento del otro, acercando a poblaciones fragmentadas. Ante una pieza de arte gráfico, una canción, un escenario, etc., todos nos podemos sensibilizar en igualdad de condiciones, por lo que las diferencias entre la forma de pensar de las personas, sus condiciones socioeconómicas, de género, edad, entre otros, se diluyen.

El arte despierta emociones y sensibiliza, convirtiéndose en un medio para conectar con el factor humano presente en cada individuo y “salvar vidas”. Se vuelve un refugio para muchos, contribuyendo en los temas de salud mental y promoviendo el buen uso del tiempo libre.

El arte refleja, igualmente, la identidad cultural de una sociedad, proporcionando una plataforma para la expresión de valores y tradiciones compartidas. Fortalece los lazos entre los individuos al generar sentido de pertenencia y orgullo en el entorno. Además, contribuye a mejorar el entorno urbano al embellecer y revitalizar los espacios, lo cual resulta en una mayor calidad de vida para residentes y visitantes, al convertirlos en lugares vibrantes, atractivos, con luz y vida propia. Ciudades con una rica presencia de arte en el espacio público y una agenda cultural amplia se vuelven puntos de referencia y destinos turísticos.

El arte también trae consigo una industria creativa cada vez más lucrativa, con un potencial de desarrollo económico muy alto.

Los nuevos gobernantes deben tomar conciencia del poder de transformación social que tienen el arte y la cultura, y otorgarle a esta cartera el papel preponderante que se merece. La relación costo-impacto en este tipo de intervenciones supera con creces la capacidad transformadora de otras inversiones públicas.

No podemos olvidar que, para cambiar la realidad material de las personas y contrarrestar el mundo convulsionado y enojado en el que vivimos hoy, muchas veces es necesario distensionar el ambiente y renovar el estado de ánimo de los ciudadanos, interviniendo en la forma como ellos se ven a sí mismos, perciben su entorno y se relacionan.

JULIANA MEJÍA

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El arte, a la calle

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14.01.2024

El arte y la cultura, cuando están en el espacio público al acceso de todo el mundo, por fuera de museos y teatros, se vuelven parte del ADN de la vida cotidiana de la ciudadanía, y se convierten en un bálsamo para acercar diferentes, distensionar el ambiente y moldear la forma como se desempeñan las sociedades. Un concierto abierto al público tiene la capacidad de hacer que el ánimo pase del malestar y la crispación al entusiasmo y la conexión emocional, tal como ocurrió en el Festival de Woodstock de 1969. Grafitis en muros a cielo abierto tienen la capacidad de transformar los espacios públicos en sitios de encuentro, como sucede hoy en Wynwood, en Miami, o en la comuna 13 de Medellín.

El arte es una forma de expresión muy poderosa que permite a quienes lo hacen manifestar aquello que sienten, piensan y viven. Al ser un vehículo que les posibilita a las personas sacar lo que tienen dentro, se convierte en medicina para el corazón y........

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