Una de las más graves amenazas contra el bien común y la democracia proviene de una maña maldita recurrente que resulta de una mezcla entre impunidad, hipocresía, cinismo, populismo y corrupción.

Su evidencia pulula y parte de una contradicción evidente entre lo que se premia y lo que se castiga, entre lo que se tolera y lo que se repudia, entre lo que se promete y lo que se hace, entre los valores que se predican y los antivalores que se aplican.

Producen indignación y desesperanza. Matan en muchos ciudadanos el deseo de seguir luchando por un mejor país.

Pero no podemos desistir, ni podemos rendirnos. Lo primero para llegar a la otra orilla y conjurar tantos daños es reconocer estas situaciones, racionalizarlas y verbalizarlas para poder combatir desde la democracia y las instituciones todo lo dañino que representan. Veamos.

1. El cinismo de los victimarios impunes.

Mientras Uribe, que los combatió con vertical firmeza, que incluso estuvo en arresto domiciliario, y ahora pesa contra él una acusación formal que lo ha llevado a compartir, desde su propia vivencia, un rosario de violaciones del debido proceso, algunos líderes de una organización narcoterrorista, secuestradora, torturadora y asesina gozan de los más altos privilegios del Estado en el Congreso, hablando y pontificando como si fueran próceres de la patria, sin haber contado toda la verdad, ni haber reparado a sus víctimas ni haber pagado un solo día de cárcel, ni siquiera en función de los crímenes de lesa humanidad imputables a su organización, como el reclutamiento de menores. Victimarios impunes = víctimas burladas.

2. Convocar al pueblo para desconocerlo y burlarlo.

Convocaron al pueblo para que se pronunciara sobre el proceso de paz y luego perdieron desatendieron su voz y burlaron su mandato. Ni el pupitrazo raponero del Congreso ni el fallo convalidatorio de la Corte podrán legitimar en el alma colectiva de los colombianos esa burla explícita. Nunca podrán legitimarla. Nunca.

3. Hablar contra la corrupción, abrigando corruptos.

Que viva la lucha anticorrupción y que se desenmascaren todos los corruptos que se han robado la plata de los colombianos y la salud de los colombianos. Viva. Braaaavo. Apoyo total. Pero que se empiece por los que se han nombrado en altos cargos públicos. ¡No nos crean tan pendejos!

4. La justicia selectiva.

A Uribe lo descalificaron, lo llenaron de epítetos, le dijeron que era un ‘paraco’ perverso, un cómplice de asesinos, un emisario de criminales por pedir 8 años de cárcel para desmovilizados de organizaciones terroristas. Muchos de los más elocuentes vociferadores contra Uribe luego callaron cobardes y se escondieron para aplaudir desde los gobelinos del poder como gran logro haber garantizado cero días de cárcel e impunidad total para otros terroristas idénticos. ¡Por favor!

5. Apoyar al tirano.

Nadie se puede proclamar como un demócrata que ama el pueblo, lo respeta y lo invoca como fuente suprema de toda autoridad si al mismo tiempo abraza, apoya, le hace el juego y legitima a un tirano que ha perseguido de manera infame a sus opositores y que pretende hacernos creer que pueden desarrollarse unas elecciones limpias y libres impidiendo a la líder de la oposición participar en ese proceso. Farsa. Engaño. Burla. Mentiras.

6. Prenderles candela a las instituciones.

Si el Congreso me apoya, es el Olimpo de los dioses. Si no me apoya, es un antro de delincuentes. Si aprueba mis proyectos, es la voz misma del pueblo. Si no los aprueba, es el vocero de las mafias, los contratistas y los demonios. Si me lleva la corriente, esclarecidos patriotas. Si no me lleva la corriente, vulgares politiqueros. Así no se vale. En Colombia hay separación de poderes y está muy bien que el Congreso no sea un súbdito enmermelado, abyecto y sumiso del Poder Ejecutivo.

JUAN LOZANO

(Lea todas las columnas de Juan Lozano en EL TIEMPO, aquí)

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El dañino predicar y no aplicar

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15.04.2024
Una de las más graves amenazas contra el bien común y la democracia proviene de una maña maldita recurrente que resulta de una mezcla entre impunidad, hipocresía, cinismo, populismo y corrupción.

Su evidencia pulula y parte de una contradicción evidente entre lo que se premia y lo que se castiga, entre lo que se tolera y lo que se repudia, entre lo que se promete y lo que se hace, entre los valores que se predican y los antivalores que se aplican.

Producen indignación y desesperanza. Matan en muchos ciudadanos el deseo de seguir luchando por un mejor país.

Pero no podemos desistir, ni podemos rendirnos. Lo primero para llegar a la otra orilla y conjurar tantos daños es reconocer estas situaciones, racionalizarlas y verbalizarlas para poder combatir desde la democracia y las instituciones todo lo dañino que representan. Veamos.

1. El cinismo de los victimarios impunes.

Mientras Uribe, que los combatió con vertical firmeza, que incluso estuvo en........

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