Cartagena nos necesita. La noche del 31 de diciembre, mientras los turistas brindaban por el nuevo año, Karen y Milena soportaban los más duros atropellos y abusos sexuales por parte de sus “clientes”, en un hotel de Getsemaní, que seguro tiene en el mostrador de entrada el letrero de ‘Prohibida la explotación sexual de niños, niñas y adolescentes’.

(También le puede interesar: Los inocentes desarraigados)

Dos ciudadanos extranjeros que, según las niñas, de 15 años, eran “gringos”, llegaron a la ciudad con el paquete ‘todo incluido’, hasta el sexo. O mejor, la explotación sexual.
Llegada la madrugada, los “clientes” quisieron obligar a las menores a ser más osadas con su trabajo y, literalmente, las iban a violar con las mismas botellas de licor que habían desocupado horas antes.

Una de ellas activó un mensaje de emergencia que tienen en WhatsApp entre un grupo de chicas, menores de edad y sus proxenetas. Lograron salir de allí, los hombres alcanzaron a golpearlas, incluso a la proxeneta, pero huyeron.

La ciudad, de la que solo se acuerdan los turistas de aquí y de allá cuando los ‘tumban’, nos necesita porque hoy es uno de los epicentros del manejo de multinacionales del crimen.

Las niñas se salvaron de vejámenes mayores, corrieron con suerte, pero es claro que nunca buscarán a una autoridad porque son eso, niñas, y sus ‘jefes’ son de bandas organizadas a quienes muchas veces han visto hablar libre y abiertamente con los mismos uniformados que deben garantizar sus derechos.

Cartagena nos necesita. Por Karen y Milena, nombres con los que las ‘bautizaron’ sus explotadores, y por las decenas de niñas que siguen siendo comerciadas.

Cartagena nos necesita no solo porque pululen los escándalos en las redes sociales por una mojarra frita de 500.000 pesos o una porción arroz de 200.000. La ciudad, de la que solo se acuerdan los turistas de aquí y de allá cuando los ‘tumban’, nos necesita porque hoy es uno de los epicentros del manejo de multinacionales del crimen.

Se mencionan los problemas comunes, pero hay negacionismo y un profundo temor de hablar fuerte de ciertos inversionistas llegados del extranjero, promotores del mal llamado turismo sexual, que tienen séquitos de abogados y amenazan con demandas a todo el que los enfrenta.

Nadie quiere hablar de las mafias albanesas e israelíes que tienen sus oficinas en alguna isla cercana, o en el mismo centro histórico de la ciudad.

Nadie habla del poderoso ‘clan del Golfo’ y su holding de narcotráfico, explotación sexual, extorsión a los comerciantes y, mucho menos, de la corrupción que se pavonea.

Cartagena nos necesita, porque ha habido voces valientes y las hay, pero están muy solas. La exsecretaria del Interior, Ana María González Forero, dio la batalla. Logró lo que era imposible: cerrar, con el apoyo de la Dijín y Migración Colombia, el centro de explotación sexual ‘Chica Linda’, donde decenas de niñas pasaron por las manos de extranjeros que llegaron con el famoso paquete “Todo incluido” de turismo sexual. Ahí fue Troya y le llovieron amenazas.

Y ese es el otro llamado urgente. A los medios de comunicación, incluido este; a la Policía, las autoridades, los entes de control. ¡Por favor! Desterremos el término “turismo sexual”. Seguir usándolo es pasar por encima de la dignidad y la tragedia de un sinnúmero de víctimas y legitimar el abuso de menores. Les invito, aunque ocupen más tiempo y más espacio para decirlo, que se hable del turismo con fines de explotación sexual.

Cartagena nos necesita no solo por ser la imagen que vende a Colombia. Nos necesita porque en sus barrios de periferia hay miles de niños y jóvenes que están haciendo carrera para sicario o integrante de alguna banda delincuencial, ante la inexistencia de oportunidades laborales y educativas.

La ciudad de todos y de nadie nos necesita no solo para ir al gran evento o simposio, porque detrás de esa foto en la Torre del Reloj que muchos han posteado en Instagram, hay una niña abusada. Denunciarlo también hace la diferencia.

El nuevo alcalde, Dumek Turbay, lleva 15 días en su cargo y le ha dado un vuelco al casco histórico, donde se engendran todos estos crímenes. Eso alienta la esperanza, pero el camino es largo, retador y peligroso. Cartagena nos necesita y su alcalde también. No Es Hora De Callar.

JINETH BEDOYA LIMA

(Lea todas las columnas de Jineth Bedoya Lima en EL TIEMPO, aquí)

QOSHE - Cartagena nos necesita - Jineth Bedoya Lima
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Cartagena nos necesita

12 1
11.01.2024

Cartagena nos necesita. La noche del 31 de diciembre, mientras los turistas brindaban por el nuevo año, Karen y Milena soportaban los más duros atropellos y abusos sexuales por parte de sus “clientes”, en un hotel de Getsemaní, que seguro tiene en el mostrador de entrada el letrero de ‘Prohibida la explotación sexual de niños, niñas y adolescentes’.

(También le puede interesar: Los inocentes desarraigados)

Dos ciudadanos extranjeros que, según las niñas, de 15 años, eran “gringos”, llegaron a la ciudad con el paquete ‘todo incluido’, hasta el sexo. O mejor, la explotación sexual.
Llegada la madrugada, los “clientes” quisieron obligar a las menores a ser más osadas con su trabajo y, literalmente, las iban a violar con las mismas botellas de licor que habían desocupado horas antes.

Una de ellas activó un mensaje de emergencia que tienen en WhatsApp entre un grupo de chicas, menores de edad y sus proxenetas. Lograron salir de allí, los hombres alcanzaron a golpearlas, incluso a la proxeneta, pero huyeron.

La ciudad, de la que solo se acuerdan los turistas de aquí........

© El Tiempo


Get it on Google Play