En un país que no sabe procesar la avalancha diaria de escándalos, cortinas de humo, anuncios rimbombantes y reyertas políticas, ciertos temas parecerían trasnochados. Sin embargo, algunos dejan un eco de hondo calado. Es el caso de la polémica “vaca” para financiar el túnel del Toyo.

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La historia es bien conocida. El gobernador de Antioquia aceptó sin demoras la propuesta del expresidente Uribe de invitar a los antioqueños a realizar una donación y suplir el hueco de 1 billón para completar la obra. Eso ante la supuesta desidia de la administración Petro quien, a su juicio, por animadversión con los paisas, estaría poniendo en riesgo el proyecto.

Por su parte, el presidente cuestionó la legalidad de la “vaca” y desmintió que su gobierno no haya hecho los respectivos aportes. Controvirtió el manejo financiero del proyecto y denunció sobrecostos. Puso en duda su utilidad alegando que los beneficiarios serían las clases altas del valle de Aburrá y la banca privada en desmedro de las necesidades populares. Con o sin acierto, Petro ha señalado que con lo que cuesta el túnel, se podrían financiar otras iniciativas sociales.

Más allá del enfrentamiento político y del tufillo regionalista de la “vaca”, la tensión que aflora tiene raíces profundas en una materia que históricamente no se ha resuelto pese a su importancia: la relación entre el poder central y el regional. El debate trasciende las críticas esgrimidas contra la administración Petro de servirse de criterios políticos para distribuir los recursos, o de presionar mediante la inversión regional a los congresistas para que apoyen sus proyectos.

El poder unitario de las autoridades nacionales y el alcance de la configuración territorial y política del Estado obliga a tomar en consideración la autonomía regional y local. El balance y equilibrio de esta relación tiene connotaciones políticas, fiscales y culturales. Definir el mejor acuerdo respecto de esa configuración es una tarea inmensa, pendiente y, a la vez urgente. La Constitución del 91 y el mecanismo de la ley orgánica territorial, no han ofrecido soluciones satisfactorias.

El deficiente diseño constitucional ha permitido dar vida a una pauta de relacionamiento o “gobernanza” que asegura a los habitantes de turno de la Casa de Nariño por vía presupuestal mantener el mando y gracias a las trasferencias y manejo de la inversión, contar con los apoyos políticos desde las regiones. Hasta ahora las fricciones entre el centro y las regiones, aunque nunca desvanecidas, se habían mantenido dentro de los límites de la lógica de los intereses mutuos, así entendidos por las élites nacionales y regionales que integran los dos polos de la relación.

Desde el centro se ha manejado la financiación de proyectos territoriales estratégicos, en aras de mantener la escurridiza estabilidad política necesaria para gobernar. Por su parte, en las regiones donde se han constituido feudos electorales –muchas veces corruptos y atados al más burdo clientelismo– se ha aprovechado el manejo centralizado del presupuesto para preservar incólume el poder que les da a sus agentes ser los únicos interlocutores del ejecutivo y consolidar así una autoridad territorial incontestable.

Por más de que desde el senado se busque abrir el debate sobre el federalismo en Colombia, la discusión será estéril si no se tiene conciencia de que al amparo del actual sistema se ha cultivado una simbiosis de intereses espurios que garantiza los poderes de facto en ambos niveles.

La “vaca” nos debería servir no solo para acabar de construir el túnel, sino para liberarnos de la politiquería nacional y regional y, en su lugar, sentar las bases del mejor acuerdo para diseñar la configuración territorial y política del país del siglo XXI.

QOSHE - El ‘rollo’ del ‘Toyo’ - Gabriel Cifuentes Ghidini
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El ‘rollo’ del ‘Toyo’

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05.04.2024
En un país que no sabe procesar la avalancha diaria de escándalos, cortinas de humo, anuncios rimbombantes y reyertas políticas, ciertos temas parecerían trasnochados. Sin embargo, algunos dejan un eco de hondo calado. Es el caso de la polémica “vaca” para financiar el túnel del Toyo.

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La historia es bien conocida. El gobernador de Antioquia aceptó sin demoras la propuesta del expresidente Uribe de invitar a los antioqueños a realizar una donación y suplir el hueco de 1 billón para completar la obra. Eso ante la supuesta desidia de la administración Petro quien, a su juicio, por animadversión con los paisas, estaría poniendo en riesgo el proyecto.

Por su parte, el presidente cuestionó la legalidad de la “vaca” y desmintió que su gobierno no haya hecho los respectivos aportes. Controvirtió el manejo financiero del proyecto y denunció........

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