Acá estamos de vuelta, con los ojos puestos en los doce meses que se vienen, luego de darle sepultura a un año del que no lograremos deshacernos tan pronto. Porque al cruzar esa frontera que nos lleva a cambiar el número grande de las agendas no estamos dejando atrás una tierra que no volveremos a pisar ni podremos archivar las historias clínicas con todos los achaques que estas señalan. Ni siquiera estamos mudando de piel… si acaso habremos estrenado unos calzones amarillos, porque hemos querido creer que atraen la buena suerte y alejan los espantos de la pobreza, el desamor y la enfermedad.

Quizás, como en la canción de Sandro, la vida sigue igual. Pero acá estamos de vuelta con las ganas de que todo sea mejor. Un deseo más que una certeza. Pocas veces hay planes concretos: la euforia del fin de año casi nunca alcanza para construir proyectos serios y duraderos. Aunque hay quienes logran convertir en llamarada esa chispa que queda de las celebraciones. El primero de enero se levantan decididos a empezar a escribir un capítulo de vida más emocionante que los anteriores, y unos cuantos perseveran… la mayoría, tristemente, navegarán el nuevo año contando los días para que llegue pronto un nuevo diciembre.

Semana de propósitos, empiezan a desfilar los que anunciaron dietas, los que prometieron hacer deporte, los que dieron la palabra de mejorar el genio, los que comunicaron su decisión de convertir en ahorro el dinero de tantos antojos inútiles… También en materia de propósitos, muy pocos lograrán cumplir a cabalidad con lo prometido.

Y como si acaso no hubieran pensado ya en lo edificante y lo enriquecedor que quieren atraer este año, les propongo un reto: escoger una materia a la que quieran dedicarle tiempo y entusiasmo. Puede ser simplemente salir de la ignorancia en algún tema: qué es eso de las criptomonedas –por decir algo aburrido– o conocer las raíces y entender el porqué de algún conflicto internacional.

Se puede ir más allá y decidir familiarizarse con un compositor o un autor: por ejemplo, saber de Vivaldi más allá del concierto de las estaciones o leer la obra de un nobel. Se puede ser realmente ambicioso y proponerse aprender un instrumento o volverse experto en una época de la historia… En fin, les dejo la inquietud mientras deciden si de verdad le van a bajar al veneno del azúcar en 2024.

FERNANDO QUIROZ

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Semana de propósitos

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02.01.2024

Acá estamos de vuelta, con los ojos puestos en los doce meses que se vienen, luego de darle sepultura a un año del que no lograremos deshacernos tan pronto. Porque al cruzar esa frontera que nos lleva a cambiar el número grande de las agendas no estamos dejando atrás una tierra que no volveremos a pisar ni podremos archivar las historias clínicas con todos los achaques que estas señalan. Ni siquiera estamos mudando de piel… si acaso habremos estrenado unos calzones amarillos, porque hemos querido creer que atraen la buena suerte y alejan los espantos de la pobreza, el desamor y la enfermedad.

Quizás, como........

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