No son pocos los padres de familia que se me han acercado pidiéndome consejos sobre si darles un celular a sus hijos pequeños. Por pequeños me refiero de 10 a 14 años. Más allá de cómo lo hemos manejado en mi casa –no habrá celular sino hasta los 14 años–, no son muchas las recomendaciones que puedo darles, pues hasta a mí se me ha vuelto un verdadero dolor de cabeza el manejo de este. No pasa un día sin que me exijan un celular.

Empecemos por sincerarnos. Los celulares son una mierda, una mierda para el desarrollo de los niños. Me disculparán mi lenguaje, pero no encuentro otra expresión más precisa que refleje mejor mi frustración frente a la materia. El uso de estos dispositivos está idiotizando a nuestros menores. No solo los están convirtiendo en entes huecos, sino que a la par los están volviendo adictos a un contenido majadero, plano y realmente embrutecedor.

La severidad de la crisis que se avecina aún no la sabemos, pero no hay que tener un doctorado para concluir que será muy grave. Los niños que están hoy conectados a un celular son más ansiosos, se deprimen con mayor facilidad y están durmiendo muchísimo menos. Suelen quejarse con frecuencia de que sus vidas no tienen sentido y son más proclives a lastimarse o a hablar del suicidio. Solo por darles un dato: entre 2007 y 2017, las muertes por suicidio entre niños de 10 a 14 años se duplicaron.

Estudios adelantados por universidades estadounidenses y europeas indican que estos jóvenes están muchísimo menos interesados en el mundo real, en salir a divertirse a la calle, en tener relaciones sexuales, en comprar un carro o en irse de las casas de sus papás eventualmente.

Sus vidas giran en torno a los dramas que comparten otros en redes sociales, y se identifican con estos de manera inmediata. Los celulares, palabras más, palabras menos, están construyendo a una generación de incompetentes y perdedores. Suena duro y difícil decirlo, pero no son precisamente Einsteins o Mozarts los que están surgiendo hoy en día. Y la culpa no es de los niños. La culpa es de nosotros.

¿Y estamos haciendo algo al respecto? Poco o nada. Lo sorprendente, y en esto ‘The New Yorker’ atina de forma magistral en una investigación reciente, es la ausencia de una voluntad colectiva por parte de los adultos, de los padres de familia, para que esto no suceda en la escala en la que se está produciendo. Al contrario, estamos acelerando el problema. Cada vez son más los niños menores de 14 que andan con un iPhone en sus manos.

¿Qué les pasará por la cabeza a los papás que les regalan a sus hijos de 10 a 14 años un celular inteligente? Además de una monumental falta de criterio, que es un piropo, me reservo a agregar las otras tantas razones que se pasan por mi cabeza. De igual forma, ¿quién les dijo a los colegios que educar a través de un iPad a niños de 11 años era una buena idea? “Sí, tenemos estrictas políticas de bloqueo y solo acceden a aplicaciones educativas”, señalan. “Ajá”, responden muchos papás.

En fin, a la pregunta que se hacía ‘The New Yorker’ sobre si seremos capaces de alejar a los niños de los celulares, la respuesta pareciese ser un no categórico. Con el solo hecho de que un par de niños tengan un dispositivo de estos, el efecto dominó se vuelve incontrolable.

Es una batalla perdida, pero ojalá muchos papás que aún tienen a sus niños pequeños tomen conciencia de lo que nos está pasando a quienes hoy tenemos preadolescentes o adolescentes. Papitos, mamitas –como nos dicen en los colegios–, nuestros hijos NO deben tener celular hasta que sus cerebros tengan el desarrollo psicológico y social adecuados.

Y una reflexión final para los colegios que les dan iPad a los niños a temprana edad: ¿acaso olvidaron el poder, la fuerza y el valor de los libros?

DIEGO SANTOS

Analista digital

En X: @DiegoA Santos

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Niños, papás y la maldición de los celulares inteligentes

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01.04.2024
No son pocos los padres de familia que se me han acercado pidiéndome consejos sobre si darles un celular a sus hijos pequeños. Por pequeños me refiero de 10 a 14 años. Más allá de cómo lo hemos manejado en mi casa –no habrá celular sino hasta los 14 años–, no son muchas las recomendaciones que puedo darles, pues hasta a mí se me ha vuelto un verdadero dolor de cabeza el manejo de este. No pasa un día sin que me exijan un celular.

Empecemos por sincerarnos. Los celulares son una mierda, una mierda para el desarrollo de los niños. Me disculparán mi lenguaje, pero no encuentro otra expresión más precisa que refleje mejor mi frustración frente a la materia. El uso de estos dispositivos está idiotizando a nuestros menores. No solo los están convirtiendo en entes huecos, sino que a la par los están volviendo adictos a un contenido majadero, plano y realmente embrutecedor.

La severidad de la crisis que se avecina aún no la sabemos, pero no hay que tener un........

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