Si en algo coinciden casi todos los estrategas de campañas políticas que hay en el país es que ninguno comprende la obsesión que tienen sus clientes con tener una cuenta de Instagram activa. Por algún motivo intuitivo, porque desde luego científico no es, el político colombiano considera imprescindible esa plataforma para comunicarse con la ciudadanía, transmitir su mensaje y, eventualmente, conseguir votos. Y claro, pese a lo ineficaz de esa red para ello, no hay forma de bajarlos del chirimoyo y se tiene que llenar la plataforma de videos. El contenido se sube porque se sube. Para eso les pagan.

Así las cosas, durante campaña, las historias (‘stories’) de cientos de políticos son como la recreación de la película ‘El día de la marmota’. El contenido se repite y se repite; lo único que cambia es el pueblo que están recorriendo, pero la imagen termina siendo siempre la misma; el candidato saluda a las personas y entrega volantes. ¿Y todos igual? Más o menos. El candidato del Valle hace lo mismo que el de la Costa, y este, que el del Eje Cafetero. Y así.

El asunto no cambia mucho en los videos que son más largos, los que se denominan Reels. En estos, la ejecución no pasa de ser un video en el que se resume la jornada. Es decir, agarran las ‘stories’ y se combinan en un solo contenido, con la inclusión, eso sí, de alguna música épica. Contenido de fondo, la verdad, más bien poco o escaso.

Los resultados en términos de indicadores –‘me gusta’, comentarios, compartidos y visualizaciones– casi siempre terminan dándoles la razón a los estrategas que pelean por no desgastar tiempo y recursos en Instagram. Las cifras, en realidad, son bajísimas para el empeño que se les pone. Videos con 2.000 visualizaciones; con 20 ‘me gusta’ y dos o tres compartidos. Claro, hay excepciones, como en todo, pero el común denominador es el de guarismos precarios.

Las razones de tan bajo desempeño son varias. Instagram no es una plataforma para contenido político. Los políticos, a su vez, no han sabido desarrollar sus personajes, ni estrategias, en esa red, acorde con lo que buscan consumir los usuarios. Espacios como X (antes Twitter), Facebook, LinkedIn y, por supuesto, TikTok son hoy por hoy los lugares naturales para hacer política.

Todo lo anterior, por supuesto, es subjetivo. Pero hay algo con lo que no se puede discutir. Con las reglas del juego que impone el dueño del letrero, en este caso Meta. Desde hace unos años, la Unión Europea y el Congreso de Estados Unidos vienen librando una batalla con el imperio de Mark Zuckerberg por su incapacidad de controlar la desinformación que gira en torno a contenidos políticos. De manera silenciosa, se les ha ido bajando el impacto a las publicaciones políticas tanto en Facebook como en Instagram. Es decir, Meta ya casi no recomienda ni sugiere contenido político ni de políticos.

Y hablando de este tema, el viernes pasado, Meta anunció que cesará de recomendar por completo estos contenidos en Instagram y en Threads. Por si no recuerdan, Threads es la plataforma que creó Zuckerberg para competirle a X, y que fracasó.

¿Qué lleva a Meta a tomar tan drástica decisión? Aunque no ha sufrido pérdidas económicas, el costo reputacional negativo que ha tenido por temas políticos ha sido muy alto y considera que no vale la pena defender ese espacio en su plataforma. Esto, claramente, cambiará las dinámicas de las campañas políticas en Meta, lugar cada vez más inhóspito para la política.

¿Entonces? Todo parece estar migrando a TikTok, a los grupos de WhatsApp, a los pódcast cortos, a los blogs y a estrategias más audaces y novedosas en Meta. Lo bueno de todo esto es que dejarán de aparecer en nuestras líneas de tiempo los saludos de cajón y la entrega de volantes en los semáforos. Amén.

DIEGO SANTOS
Analista digital
En X: @DiegoASantos

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La obsesión de los políticos con Instagram

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12.02.2024

Si en algo coinciden casi todos los estrategas de campañas políticas que hay en el país es que ninguno comprende la obsesión que tienen sus clientes con tener una cuenta de Instagram activa. Por algún motivo intuitivo, porque desde luego científico no es, el político colombiano considera imprescindible esa plataforma para comunicarse con la ciudadanía, transmitir su mensaje y, eventualmente, conseguir votos. Y claro, pese a lo ineficaz de esa red para ello, no hay forma de bajarlos del chirimoyo y se tiene que llenar la plataforma de videos. El contenido se sube porque se sube. Para eso les pagan.

Así las cosas, durante campaña, las historias (‘stories’) de cientos de políticos son como la recreación de la película ‘El día de la marmota’. El contenido se repite y se repite; lo único que cambia es el pueblo que están recorriendo, pero la imagen termina siendo siempre la misma; el candidato saluda a las personas y entrega volantes. ¿Y todos igual? Más o menos. El........

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