Puede que la desinformación sea la principal causante del cada vez más rápido desmoronamiento de la democracia en el mundo. Atrás parecen estar quedando los tiempos en los que se celebraba el crecimiento de dicho sistema en el planeta y que, además, creíamos irreversible. Pero este proceso se fue al garete con la llegada de las redes sociales, que aunque fueron concebidas para fortalecer los principios y valores democráticos, se han ido convirtiendo en su gran enemigo.

La desinformación no es nueva. Existe desde que los seres humanos comenzaron a interactuar entre sí. No obstante, esta encontró en las redes a su aliada perfecta para provocar daños irreparables allí donde se lo propusiera. La desinformación, importante señalarlo, no es un ente con vida propia, sino una herramienta, una herramienta que lamentablemente han sabido aprovechar muy bien las personas inescrupulosas, sobre todo políticas, que nacieron para hacer el mal.

Donald Trump, Vladimir Putin, Nicolás Maduro y Gustavo Petro son algunos de los principales exponentes de la desinformación en nuestros tiempos. A través de esta no solo han minado las democracias en sus países, sino que también han manipulado los hechos y la verdad para engañar a millones de personas.

Para aquellos que hemos creído que la verdad siempre terminaría por imponerse, el panorama electoral en Estados Unidos está próximo a aterrizarnos a una triste realidad, que no es otra que la verdad, o lo que conocemos de ella, se ha ido desvaneciendo en medio de la más pusilánime de las batallas que ha acometido la humanidad contra su gran rival: la desinformación.

Cuando Trump perdió las elecciones hace casi cuatro años, muchos vimos una esperanza. Hoy, esa esperanza no existe, con Trump con un pie y medio ya en la Casa Blanca.

Luego de este inconsolable llanto de pesimismo, la pregunta es si se puede combatir la desinformación, si hay algo que se pueda hacer para defender la verdad y la democracia. Por supuesto, siempre se puede hacer algo, es la virtud de los humanos, que no se dan fácilmente por vencidos, por más difícil que sea el reto.

No obstante, ¿no estamos ahora ante un imposible? ¿Cuál es la verdad? Mi verdad es la mentira para quienes no piensan como yo. Y supongo que la verdad de ellos es la mentira para mí. Las redes sociales me validan ante quienes creen como yo, y me estigmatizan ante quienes no.

Va a ser muy difícil combatir la desinformación humana, y más aún en un ecosistema digital que ha generado unas divisiones muy amplias entre unos y otros, inclusive con personas mesuradas en sus opiniones. Si quisiéramos enmendar lo anterior, antes de que sea demasiado tarde, urge un nuevo contrato social que profundice en el mundo digital, y no veo que estemos preparados ni dispuestos a ello.

No obstante, en ausencia de la voluntad de todos nosotros, lo que sí se podría hacer es emprender desde el Legislativo un gran esfuerzo para regular los canales digitales de desinformación. Si a la televisión, a la radio y a los periódicos se los pudo poner en cintura hace décadas, ¿por qué con las poderosas multiplicadoras de desinformación como lo son las grandes plataformas no podemos hacer lo mismo?

América Latina debería exigirle a Facebook, por poner un ejemplo, tener un equipo nutrido de personas en cada país de la región encargado de velar por la transparencia de la información, por poder reaccionar rápido a campañas de desinformación. En época electoral, los usuarios deberían poder ver en tiempo real quién financia las publicaciones políticas pagas. El anonimato debería prohibirse en las redes. Quien quiera ser anónimo ya cuenta con muchas rutas, como los medios de comunicación, para denunciar atropellos. Es eso o aceptar que entramos en la era de las mentiras y saber moverse entre ellas.

DIEGO SANTOS
Analista digital
En X: @DiegoASantos

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¿Se puede combatir la desinformación?

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29.01.2024

Puede que la desinformación sea la principal causante del cada vez más rápido desmoronamiento de la democracia en el mundo. Atrás parecen estar quedando los tiempos en los que se celebraba el crecimiento de dicho sistema en el planeta y que, además, creíamos irreversible. Pero este proceso se fue al garete con la llegada de las redes sociales, que aunque fueron concebidas para fortalecer los principios y valores democráticos, se han ido convirtiendo en su gran enemigo.

La desinformación no es nueva. Existe desde que los seres humanos comenzaron a interactuar entre sí. No obstante, esta encontró en las redes a su aliada perfecta para provocar daños irreparables allí donde se lo propusiera. La desinformación, importante señalarlo, no es un ente con vida propia, sino una herramienta, una herramienta que lamentablemente han sabido aprovechar muy bien las personas inescrupulosas, sobre todo políticas, que nacieron para hacer el mal.

Donald Trump, Vladimir Putin, Nicolás........

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