Existen en el mundo miles de personas con trabajo de oficina, que de lunes a viernes visten de corbata o tacones y se sientan horas frente a un computador. De repente, un domingo de tantos, son capaces de correr una maratón. La distancia de una maratón son 42,19 kilómetros, lo que recorre un carro entre Bogotá y Tocancipá, o el equivalente a 420 cuadras.

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¿Cómo es posible que alguien que no es atleta profesional logre trotar semejante distancia sacándole apenas algún tiempo entre semana para practicar? Los seres humanos olvidamos que antes de nosotros hubo una historia de millones de años, con millones de hombres anteriores a los que hoy ocupamos el planeta.

El ser humano cree tan fácilmente que es el centro del mundo que nuestra reacción colectiva frente a hechos como la pandemia fue sentir miedo de que la Tierra se acabara. Asumimos con ingenuidad que si era nuestro fin como especie, sería también el fin del mundo.

Somos apenas individuos, en la larga historia de una especie que se remonta a miles de años. Muchas de las cosas que hacemos o sentimos actualmente, aunque les queramos dar una rebuscada interpretación, no son más que rastros de nuestra evolución biológica como especie.

La ansiedad, por ejemplo, esa emoción con la que puede ser tan difícil lidiar, es apenas una advertencia del cerebro frente a posibles amenazas. Por más que quisiéramos mandar a reparar el cerebro por defectos de fábrica cuando nos sentimos muy ansiosos, evolutivamente solo es la forma en que el cerebro nos alerta ante posibles peligros. La ansiedad de hoy era antes el sistema que les avisaba a nuestros ancestros que podían ser devorados por un leopardo, un león o un cocodrilo.

En la época contemporánea no había sucedido que tanta gente de diferentes edades practicara masivamente un deporte como el running.

Como todo lo humano es un sistema con fallas, nuestra actual ansiedad no es siempre un buen indicador de una verdadera amenaza, muchas veces el sistema nos alerta ante lo que no implica peligro y termina haciéndonos sufrir sin justificación.

La razón de que sea importante en nuestro organismo es que hace miles de años era más probable que sobreviviera un individuo capaz de identificar fácilmente el peligro y actuar frente a él. Sí, la ansiedad está ahí para ayudar, aunque no siempre lo haga bien.

Pero no todos nuestros recuerdos evolutivos nos hacen padecer. Correr o hacer running por ejemplo se ha convertido en las últimas décadas en una moda cada vez más extendida. Pero ¿cómo es posible que gente incluso sedentaria se convierta ya adulta en corredora de largas distancias?

Correr fue costumbre durante siglos. Claro, hace miles de años no era una moda, sino una necesidad, cuando nuestros ancestros vivían como cazadores recolectores en África y buscaban lo mismo que todo el que madruga a trabajar: alimento.

Y el ser humano es increíble, uno de sus paradójicos encantos es que siempre está enredado en una permanente contradicción entre lo bueno y lo malo.

Por ejemplo, nunca la tecnología había llegado tan lejos, hoy podemos cargar un liviano aparato que hace llamadas respondiendo a nuestro comando de voz y ya hay viajes comerciales al espacio.

Al mismo tiempo, no obstante los avances tecnológicos que nos hacen mucho más sedentarios, en la época contemporánea no había sucedido que tanta gente de diferentes edades practicara masivamente un deporte como el running.

Hace apenas dos décadas, los gimnasios eran lugares desconocidos y ver a alguien corriendo por la calle se leía como un síntoma de la inseguridad urbana.

Hoy, el 7 por ciento de la población mundial practica el running de alguna forma, y aunque a algunos nos cueste trabajo apenas imaginarnos un recorrido de 42 kilómetros, hay quienes tienen dos vidas como Batman, de lunes a viernes dedican la mayor parte del tiempo a crear códigos en un computador o contestar llamadas, y los domingos son capaces de recorrer 10, 20 o 30 kilómetros a pie, a gran velocidad.

CAROLINA AVENDAÑO
@carolinapabonm

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Tercos recuerdos

19 0
21.02.2024

Existen en el mundo miles de personas con trabajo de oficina, que de lunes a viernes visten de corbata o tacones y se sientan horas frente a un computador. De repente, un domingo de tantos, son capaces de correr una maratón. La distancia de una maratón son 42,19 kilómetros, lo que recorre un carro entre Bogotá y Tocancipá, o el equivalente a 420 cuadras.

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¿Cómo es posible que alguien que no es atleta profesional logre trotar semejante distancia sacándole apenas algún tiempo entre semana para practicar? Los seres humanos olvidamos que antes de nosotros hubo una historia de millones de años, con millones de hombres anteriores a los que hoy ocupamos el planeta.

El ser humano cree tan fácilmente que es el centro del mundo que nuestra reacción colectiva frente a hechos como la pandemia fue sentir miedo de que la Tierra se acabara. Asumimos con ingenuidad que si era nuestro fin como especie, sería también el fin del mundo.

Somos apenas individuos, en la larga........

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