¿Acaso los hombres padecen algún defecto que les impida la intensidad del placer de las mujeres?, expresa la protagonista en una de las escenas de Pobres criaturas. Esta mujer alevosa renace de un experimento luego de haberse suicidado por penas de amor, pero un científico, heredero de Frankenstein, la rehace, con un detalle significativo: la suicida estaba embarazada y el científico decide pasarle el cerebro del feto. Pequeño fenómeno de una mujer adulta y bella, pero con el cerebro de un bebé.

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El filme de Yorgos Lanthimos acaba de ganar el Globo de Oro, llamado a fecundas polémicas, al tocar complejos tabúes y órdenes sociales, transgredidos por la coprotagonista y por su creador, desde distintos ángulos. Bella Baxter debe aprender a caminar, pensar y actuar como adulta, y este escenario le permitirá todo tipo de transgresiones. Se desarrolla en una Inglaterra del siglo XIX donde la nobleza cuida de las sanas costumbres con estricta vigilancia de los hábitos, el lenguaje y la sexualidad.

Se trata de la misma época en que Freud fustigaba la sociedad demostrando la existencia de los mecanismos de represión del deseo como base de una atormentada vida psicológica. El humano tendrá que ser responsable de su propio deseo, pero lo insoportable no es la sexualidad, sino que ella trae en sí misma una función transgresora al liberar la culpa, en una situación favorable al equilibrio psicológico de pérdida de la inocencia. Y digo esto pues en Pobres criaturas la sexualidad de Bella se da sin culpa, es una niña en cuerpo de adulta que clama por más deleite. La protagonista resulta enfrentada a su creador, exigiéndole más pensamientos y cuerpo libre, por encima de una opción matrimonial que se le ofrece, y una vez descubre los placeres corporales prefiere más bien irse de paseo con un aventurero.

El antecedente del examante de Bella (extraordinaria Emma Stone), de querer operarle el clítoris para impedirle su placer y asegurar su dominio, revela el significado del relato. En el discurso feminista de luchas libertarias, económicas, familiares, esta proyección del goce como se ha expuesto adquiere una dimensión política en su confrontación con la moralidad masculina, la ciencia y las reglas sociales. El orgasmo, sentirlo, explorarlo, aparece como el remedio para un cuerpo aprisionado y de este modo su director termina escenificando una relación profunda entre orgasmo femenino y libertad, camino iniciado desde fines de XIX.

ARMANDO SILVA
ciudadesaimaginadas@gmail.com

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Orgasmo y libertad

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27.01.2024

¿Acaso los hombres padecen algún defecto que les impida la intensidad del placer de las mujeres?, expresa la protagonista en una de las escenas de Pobres criaturas. Esta mujer alevosa renace de un experimento luego de haberse suicidado por penas de amor, pero un científico, heredero de Frankenstein, la rehace, con un detalle significativo: la suicida estaba embarazada y el científico decide pasarle el cerebro del feto. Pequeño fenómeno de una mujer adulta y bella, pero con el cerebro de un bebé.

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El filme de Yorgos Lanthimos acaba de ganar el Globo de Oro, llamado a fecundas........

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