El título de esta columna corresponde al de la obra publicada en marzo del año pasado, en la editorial Ibáñez, por el registrador Hernán Penagos Giraldo. A diferencia de otros –y ha tenido todos los títulos–, Penagos no se hace llamar profesor –y menos para sacar réditos políticos–, pero lo es de verdad en temas de derecho constitucional y electoral. Tiene toda la autoridad académica para reflexionar sobre el fenómeno que, con razón, califica como “atomización de partidos políticos en Colombia”. Por su formación, es abogado de la Universidad de Caldas, magíster en derecho constitucional y derechos humanos de la Universidad de Bolonia y profesor de derecho administrativo y electoral en distintas universidades; conoce de cerca la política, ya que fue representante a la Cámara y presidente de esta, así como magistrado del Consejo Nacional Electoral.

(También le puede interesar: Las regiones autonómicas)

En este texto hace un juicioso estudio de las distintas “reformas políticas” después de la Constitución del 91, así como de la decisión de la Corte Constitucional que devolvió la personería jurídica al Nuevo Liberalismo y, de las decisiones del Consejo Electoral que, como él mismo lo dice en sus conclusiones, “flexibilizando los parámetros mínimos”, ha abierto las puertas a otras organizaciones que en mi criterio no corresponden a lo que realmente debe ser un partido político.

El tema vuelve a actualizarse con el trámite –otra vez– de un proyecto de reforma para permitir a los congresistas que, sin las consecuencias que ya ha deducido el Consejo de Estado sobre doble militancia, puedan cambiarse de ‘partido’ con miras a las elecciones del 2026.

Ahora que tanto se habla de defender la ‘institucionalidad’ frente a negros nubarrones que aparecen sobre el horizonte democrático en nuestro país, entre muchos otros factores, por las referencias al “estado de opinión”; el repudio al respeto a las formas; la permanente invocación al “pueblo” en oposición a la unidad nacional; el desprecio al postulado fundamental de la separación de poderes; la amenaza de “constituyentes” al estilo del dictador Reyes, Laureano Gómez o Rojas Pinilla, es más urgente que nunca la existencia de partidos políticos de verdad y no meras entelequias o microempresas electorales, como freno para lo que puede ser un desbordamiento del populismo o el llamado a la democracia plebiscitaria.

Con sus fallas inocultables, es preciso defender la existencia del Congreso y la independencia de sus decisiones, como lo consagra la Constitución Nacional. Más allá del travieso gusanillo del clientelismo –que en algún momento habría que extirpar–, el Poder Judicial es insustituible barrera frente a decisiones autoritarias.

En varias columnas he venido insistiendo en la tesis de que la Constitución del 91, con la probable sana intención de acabar con el bipartidismo liberal conservador, terminó en la práctica acabando con los partidos. Como entre las organizaciones que hoy se llaman partidos no hay verdaderas diferencias ideológicas o programáticas, es muy fácil para los congresistas practicar el ‘voltearepismo’. Y ahora le quieren dar apariencia de legalidad con una reforma que parece va avanzando de manera solapada en el Congreso.

Es el momento de hacer un alto en el camino y reflexionar si el sistema político que hoy tenemos facilita las necesarias transformaciones que requiere el país.

El registrador nacional por su peso político y su autoridad académica tiene la fuerza para convertirse en abanderado de una real reforma política y electoral. Podría cumplir esa misión histórica.

‘Las primeras damas’, de Felipe Zuleta

El país tendrá un respiro intelectual con la Feria del Libro, que hoy se inaugura en Corferias con la probable presencia del presidente Lula, y desde luego, de muchos escritores e intelectuales de valía. Allí estará ‘expuesto’ el último libro de Felipe Zuleta, quien con su inconfundible estilo hace una especie de ‘biografía’ de las últimas cónyuges de los presidentes. Por allí desfilan todas ellas con muchas de sus virtudes y una que otra flaqueza. Anécdotas muy divertidas como la del “florero” de doña Lina Moreno de Uribe. Pero también queda la reflexión sobre la justificación de la figura, empezando por su mismo nombre de “primera” dama, que puede prestarse para equívocas interpretaciones.

QOSHE - Más partidos, menos democracia - Alfonso Gómez Méndez
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Más partidos, menos democracia

7 0
17.04.2024
El título de esta columna corresponde al de la obra publicada en marzo del año pasado, en la editorial Ibáñez, por el registrador Hernán Penagos Giraldo. A diferencia de otros –y ha tenido todos los títulos–, Penagos no se hace llamar profesor –y menos para sacar réditos políticos–, pero lo es de verdad en temas de derecho constitucional y electoral. Tiene toda la autoridad académica para reflexionar sobre el fenómeno que, con razón, califica como “atomización de partidos políticos en Colombia”. Por su formación, es abogado de la Universidad de Caldas, magíster en derecho constitucional y derechos humanos de la Universidad de Bolonia y profesor de derecho administrativo y electoral en distintas universidades; conoce de cerca la política, ya que fue representante a la Cámara y presidente de esta, así como magistrado del Consejo Nacional Electoral.

(También le puede interesar: Las regiones autonómicas)

En este texto hace un juicioso estudio de las distintas “reformas políticas” después de la Constitución del 91, así como de la decisión de la Corte........

© El Tiempo


Get it on Google Play