En la bola de cristal para este bisiesto leí que me coquetea el cargo de inspector de zócalos. Le pedí a AI, Inteligencia Artificial, nueva mujer fatal de la cibernética, que me regale un texto para aplicar a ese oficio. Como los cajeros de los almacenes me respondió: “Ya le colaboro”. Luego me envió el siguiente perfil:

(También le puede interesar: Ulrika bajo la nieve)

El aspirante nació a temprana edad, como dijo Marx (Groucho, no Karl del que no tiene ni veniales). “Es un garufa, un caso perdido”. No nació, lo fundaron.

No le tiene bronca a la vida. Vivir es maravilloso, repite con el viejo de la bella película Sueños, de Kurosawa. Su mayor riqueza consiste en no tener mucho sino en necesitar poco (y aquí este copietas plagia a san Agustín).

Su meta consiste en no fijarse metas. Le ordenó al azar que trabaje por él. El aspirante al colorido destino de inspector de zócalos está en obra negra. No sabe si va o viene. El mundo se lo habría podido ahorrar.

Ennietece a paso de ganso. Se sube al avión y adiós ateísmo. Jura que las cometas son serenatas al viento.

Su hoja de vida cabe en una servilleta y sobra papel para limpiarse una furtiva lágrima de las que derrama ante los desafueros bélicos del hombre. Sin éxito alguno, este Lisístrato modelo 2024 les pide a las mujeres que les cierren las piernas a todos los guerreros como método para presionar que “haiga” paz, como decía ‘Tirofijo’.

¿Qué se puede esperar de un tipo que prefiere la centenaria Sonora Matancera a Chopin aunque la música antigua lo hace levitar?

Todavía debe química, física y trigonometría de sexto de bachillerato. Se jacta de ser best seller de sus libros que ha regalado bien. Hace 20 años escribió el título de la que sería su primera ficción: ‘El hombre que no escribía novelas’. Nunca pasó de allí.

No envidia a los ricos de la lista Forbes que lo único que tienen es plata. Jura que también es multimillonario en glóbulos rojos, tiempo libre y buena salud. Tendrá que morirse de aliviado.

No se retiró del trago. Le sucedió algo peor: el trago se retiró de él. Lo mismo le ha sucedido con otros pecados capitales que practicaba. Ahí les dejo su cuero. (Con amigos como AI para qué enemigos, dice este dudoso inspector de zócalos).

ÓSCAR DOMÍNGUEZ GIRALDO
oscardominguezg@outlook.com

(Lea todas las columnas de Óscar Domínguez Giraldo en EL TIEMPO, aquí)

QOSHE - Inspector de zócalos II - Óscar Domínguez Giraldo
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Inspector de zócalos II

21 0
20.01.2024

En la bola de cristal para este bisiesto leí que me coquetea el cargo de inspector de zócalos. Le pedí a AI, Inteligencia Artificial, nueva mujer fatal de la cibernética, que me regale un texto para aplicar a ese oficio. Como los cajeros de los almacenes me respondió: “Ya le colaboro”. Luego me envió el siguiente perfil:

(También le puede interesar: Ulrika bajo la nieve)

El aspirante nació a temprana edad, como dijo Marx (Groucho, no Karl del que no tiene ni veniales). “Es un garufa, un caso perdido”. No nació, lo fundaron.

No le tiene bronca a la vida. Vivir es maravilloso,........

© El Tiempo


Get it on Google Play