Ninguna persona, monarca o jefe, es más que otra. Todas las personas en esencia son iguales. Esta sencilla, pero radical afirmación, nunca antes asumida por la humanidad, abre una nueva etapa en la que quienes antes dominaban, y los que siempre desearon dominar a las otras personas, persiguen seguir haciéndolo, alterando la esencia de esa sencilla, pero radical verdad. Siempre las riquezas sostuvieron la espada, el poder de dominar de las coronas. Durante siglos, en Euro-Asia, la nobleza y el clero (no se olvide el enorme poder de atesorar riquezas de la Iglesia), apoyándose entre sí, dominaron a la plebe. El comercio, a lo largo del segundo milenio, fue creando nuevos ricos, la burguesía, que poco a poco fue considerando la idea de acceder al poder arrebatándoselo a las coronas e iglesias. La burguesía se va definiendo republicana y laica. Va trasmitiendo a los pueblos la idea de Estado, Libertad, Patria e Independencia, sólo para, con la necesaria ayuda de los pueblos, acceder al poder del Estado y seguir dominando a los plebeyos. Los antaño comerciantes se convierten en banqueros y promueven métodos industriales para aumentar beneficios. Desarrollan el capitalismo, como modo de producción, y el liberalismo como justificación ideológica. En el seno de los pueblos va conformándose masas de personas obreras no ligadas a la tierra, como antaño en economías exclusivamente agrarias, pero ligadas al trabajo industrial. Y en el seno de estas gentes trabajadoras anida aquella sencilla, pero radical afirmación: Ninguna persona, monarca o jefe, es más que otra. Todas las personas en esencia son iguales.

Y esta se convierte en la esencia del Anarquismo o Movimiento Libertario. “¡Ni dios, ni amo!”, que se percata muy pronto de cómo el liberalismo traiciona este ideal y sólo utiliza al pueblo para disfrazar su verdadero objetivo de dominación. Porque en el fondo las personas, que así mismas se denominan liberales, en realidad no lo son. Quizás libertinos por pretender vivir alegremente a costa de los demás. Y para consolidar este vampirismo social, económico y político se transforman en liberticidas. No es de extrañar que enarbolando la bandera de la “libertad” un personaje como Milei, presidente electo de la Argentina, llegue a autodefinirse como “Libertario” e incluso “Anarcocomunista”. Parece broma pero no lo es. Una de las muchas entrevistas anecdóticas de este personaje (https://www.facebook.com/reel/6922984531072534) viene muy a cuento. Dice Milei: -Haced lo que quieras, Daniel, “drogate”, haced todo lo que quieras, mientras que yo no tenga que pagar la cuenta. ¡Ajá! ¿me comprendes? O sea, ¿vos te querías reventar de droga? Hacedlo. ¡Mientras que yo no tenga que pagar la cuenta! Ahora, cuando vos “tenes” este Estado, que es además Estado de bienestar, que además se dedica a la salud, si yo tengo que pagar la cuenta no quiero que te drogues. ¿Me comprendéis? Porque no quiero pagar la cuenta. Entonces, son las restricciones que empieza a tener la vida real. Una periodista le pregunta en ese momento: -¿Entonces solo te importas tú, no te importa él? Milei: -Obvio que me importa mi propia persona es y tengo… La periodista le interrumpe: -¿Puedes estar bien si él está mal? Milei: - Mira, el responsable de mi felicidad soy yo. ¿Pero yo quién soy para meterme con lo que él hace con su vida? Si él se quiere drogar que lo haga. ¿Quién soy yo para determinar…? Mira, el liberalismo es el respeto estricto al proyecto de vida del prójimo. Y él puede hacer con su vida lo que se le dé la gana, mientras que no agreda. Es decir, ejemplo XX se quiere suicidar. Problema de él. ¿Qué vamos a hacer? ¿Le vamos a regular la vida a Daniel, qué puede hacer, qué no puede hacer? Si fuera por mí: ¿Te querés drogar? Haced lo que quieras, Daniel, drógate, haced todo lo que quieras, mientras que yo no tenga que pagar la cuenta. ¿Me comprendes?...”

En otra de las muchas incalificables entrevistas llega a afirmar que por qué no existe el libre mercado para la venta de los hijos o de órganos. Las visiones de Milei son ilustrativas de la concepción más libertina del uso del poder. Eso sí, legalmente aplicado. Porque al fin y al cabo las leyes las hace él. Viene muy bien que este personaje, representante de las cúpulas que gobiernan el mundo, se manifieste sin tapujos y llame al pan, pan, y al vino, vino. Una vez controlado el mecanismo “democrático” de acceder al poder y una vez instalados en él, esta clase dirigente no precisa del Estado más que para ejercer, como el mismo Milei dice, el monopolio de la violencia.

Las demás funciones del Estado que debe asegurar el bien común, no son de utilidad. De ahí la máxima “Menos Estado, más iniciativa privada”. Porque ese es el mantra del neoliberalismo más radical. (expone al aire su raíz). Justifica la libertad de esclavizar, de explotar, de extorsionar, de pervertir, de asesinar, para poder libremente hacer su voluntad. Todo, absolutamente todo, incluso los seres humanos son mercancía en el bazar del neocapitalismo que sostiene la ley del “más fuerte”, del más poderoso. Sólo tienen derecho a la vida, a la salud, a la educación, a la comida, al vestido, a la vivienda, quien pueda pagarlos. Eso sí, a precio de mercado. ¿Y quién controla al Mercado? Esta nociva locura lo tiene claro: la libre competencia (monopolios enmascarados) de quienes ya dominan el mundo.

A la humanidad, para seguir siendo, no le queda más camino que el Anarquismo. Palabra muy desgastada por los poderosos, ya que ellos sí saben de la enorme capacidad de gestión que las colectividades en su conjunto producirían, impidiendo al mismo tiempo el mangoneo de la dictadura del capital. Después de los últimos dos siglos del mal llamado “liberalismo” no hay lugar para la duda, ya que los libertinos se adueñaron de los Estados -repúblicas o monarquías parlamentarias- y la libertad ha pasado de moda. Ahora los poderosos liberticidas se dedican al libertinaje ya sin tapujos. Por eso las cantinelas de Milei: El liberalismo es el respeto estricto al proyecto de vida del prójimo, y la otra de Porque no quiero pagar la cuenta deben ser asumidas por todas las personas, porque con ellas se les responde a los “Mileis” del mundo: el estricto respeto al proyecto vital (una vida humanamente digna) de cada persona debe estar garantizado y sólo el conjunto de la ciudadanía puede hacerlo. El pueblo no puede respetar proyectos de vida (vidas infames) de explotadores sin escrúpulos, que mercantilizan los bienes comunes, propiedad de todas las personas: el aire, el agua, la tierra, la vida de toda especie…, porque son los pueblos los que están pagando la cuenta de tanta barbarie. ¡Ya está bien Mileis!: los pueblos no quieren seguir pagando la cuenta del neoliberalismo drogado hasta las trancas de avaricia.

QOSHE - Presidente argentino Milei pasó de liberal a liberticida por emergencia - Rafael Fenoy Rico
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Presidente argentino Milei pasó de liberal a liberticida por emergencia

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22.01.2024

Ninguna persona, monarca o jefe, es más que otra. Todas las personas en esencia son iguales. Esta sencilla, pero radical afirmación, nunca antes asumida por la humanidad, abre una nueva etapa en la que quienes antes dominaban, y los que siempre desearon dominar a las otras personas, persiguen seguir haciéndolo, alterando la esencia de esa sencilla, pero radical verdad. Siempre las riquezas sostuvieron la espada, el poder de dominar de las coronas. Durante siglos, en Euro-Asia, la nobleza y el clero (no se olvide el enorme poder de atesorar riquezas de la Iglesia), apoyándose entre sí, dominaron a la plebe. El comercio, a lo largo del segundo milenio, fue creando nuevos ricos, la burguesía, que poco a poco fue considerando la idea de acceder al poder arrebatándoselo a las coronas e iglesias. La burguesía se va definiendo republicana y laica. Va trasmitiendo a los pueblos la idea de Estado, Libertad, Patria e Independencia, sólo para, con la necesaria ayuda de los pueblos, acceder al poder del Estado y seguir dominando a los plebeyos. Los antaño comerciantes se convierten en banqueros y promueven métodos industriales para aumentar beneficios. Desarrollan el capitalismo, como modo de producción, y el liberalismo como justificación ideológica. En el seno de los pueblos va conformándose masas de personas obreras no ligadas a la tierra, como antaño en economías exclusivamente agrarias, pero ligadas al trabajo industrial. Y en el seno de estas gentes trabajadoras anida aquella sencilla, pero radical afirmación: Ninguna persona, monarca o jefe, es más que otra. Todas las personas en esencia son iguales.

Y esta se convierte en la esencia del Anarquismo o Movimiento Libertario. “¡Ni dios, ni amo!”, que........

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