No ha bastado reducir a la más absoluta nada a Podemos. Una vez conseguido el objetivo, y que no es atribuible tanto a la cacería mediática sino, sobre todo, a las actitudes infantiles de unos y a las deslealtades extremas de otros, el pim, pam, pum continúa. Ahora es a cuento del fallido Real Decreto sobre la reforma del subsidio del desempleo. Lo más gracioso es que la parte del Real Decreto que ha llevado a la confrontación, sin tregua, entre Sumar y Podemos, otrora compañeros, ni siquiera es obra de Yolanda Díaz. Fue una imposición de Nadia Calviño cuyo objetivo, cómo no, era ahorrar 468 millones de euros a costa de los parados de más de 52 años. Y aquí, en este apartado, Podemos tiene razón. Es un recorte en toda regla. Luego hablaremos de ello. Por eso, ahora que Podemos no está en el Ejecutivo, tiene las manos libres para negociar lo que le dé la gana, cuando y como quiera. Faltaría más. Se sientan a negociar con un partido de derechas profundamente conservador, Junts, como para no hacerlo con Podemos. Otra cosa es que la autodestrucción a la izquierda del PSOE en algún momento tiene que remitir. Los odios son tan grandes que, al final, las ramas no dejan ver el bosque. Se deberían haber tendido puentes entre Sumar y Podemos para haber pactado el Real Decreto. Hay gente, y me consta, aunque poca, que se ha dejado la piel en ello. Entre otros, Carlos Sánchez Mato, cuyo análisis del Real Decreto, por ser una persona que ha intentado tender y unir esos puentes, me parece el más interesante y objetivo.

En su momento defendí que Unidas Podemos debería haber apoyado la investidura de Sánchez en 2019, pero sin haber entrado en el ejecutivo. Mis razones eran básicamente políticas. Compartían un cierto electorado común, donde siempre el partido grande, en este caso el PSOE, se acabaría anotando los logros del Ejecutivo. Este último contaba, además, con una red mediática mucho más potente. Por otro lado, los ministerios que adjudicaría Sánchez a UP, salvo el de Yolanda Díaz, les harían distraerse de lo realmente importante: cómo mejorar las condiciones de vida de las familias más desfavorecidas, y proteger a las clases medias y bajas de la creciente ola rentista extractiva, exacerbada por el último episodio inflacionista. Todo ello se fue aderezando, además, con una lucha fratricida entre todos los componentes de esa izquierda a la izquierda del PSOE, que no obedecía tanto a diferencias programáticas como a fobias personales y a quién se colocaba en los distintos puestos de la lista electoral. Todos sabemos quiénes son los mejores, los más preparados, que al final siempre son más leales, frente a los aduladores, capaces de traicionarte a la vuelta de la esquina. El invierno laboral fuera de la política es muy duro. Los odios mutuos, y el nivel de infantilismo y crispación política entre correligionarios había ya alcanzado cotas inimaginables. Lo llaman fuego amigo. Y en esa continúan, hasta el desastre final.

Tal como detalla Carlos Sánchez Mato en su cuenta en X, la otrora red social Twitter, el Real Decreto rechazado en el Congreso no iba solo de la reforma del subsidio de desempleo. Incorporaba mejoras en permisos de lactancia. La principal novedad positiva era que se ampliaban las posibilidades de acceso al subsidio de desempleo a quienes no tuvieran responsabilidades familiares ni más de 45 años, hasta ahora excluidos de buena parte de estas ayudas. La cuantía para los nuevos perceptores subía al 95% del IPREM (Indicador Público de Renta de Efectos Múltiple) los primeros seis meses (570 euros), el 90% los seis siguientes (540 euros) y el resto, como hasta ahora, el 80% (480 euros). Pero había más aspectos positivos. El permiso de lactancia actual permite disfrutarlo a ambos progenitores al mismo tiempo (una hora o dos fracciones de media hora al día hasta que el bebé cumple nueve meses). La reforma del permiso de lactancia daba derecho a acumular esas horas y tener hasta 28 días más de permiso. Y eso estaba muy bien.

Pero, tal como el mismo Carlos Sánchez Mato apuntaba, no era oro todo lo que relucía. “Había un recorte impuesto por el PSOE”. Incorporaba un elemento negativo para las personas mayores de 52 años que empezasen a cobrar subsidio de desempleo, a través de la Disposición Transitoria 3ª, con la impronta de Calviño, claramente social-liberal. Las personas paradas mayores de 52 años cotizaban (lo hacía el SEPE por ellas) por el 125% de la base mínima. La Disposición Transitoria de Calviño lo rebajaba en 2024 al 120% y sucesivamente hasta llegar al 100% en 2028 para las nuevas personas que lo percibiesen. Y eso era un recorte. Vuelvo al argumento de Sánchez Mato. “Una persona desempleada mayor de 52 años que cobrase el subsidio de 480 euros desde 2019, en 2030 estaría cotizando por 1.859 euros/mes. Quien empezase a cobrar el subsidio a partir de junio, tendría una base de cotización de 1.487 euros/mes, un 20% inferior”. Sánchez Mato acaba apostillando: “Se trata de un recorte porque objetivamente eso supone una doble escala para personas beneficiarias del subsidio de desempleo mayores de 52 años. Los que estaban ya en esa situación, mantienen el suplemento, pero los nuevos no”.

La memoria del Real Decreto indicaba que esa rebaja de cotización ahorraba a la Seguridad Social 468 millones en 2028. Y se lo ahorraba porque no se lo pagaríamos a los nuevos desempleados mayores de 52 años. La confrontación, sin tregua y a cuchilladas, se produce por esa parte del decreto que era obra y gracia de Calviño, adalid de la ortodoxia de Bruselas, lo que convierte este nuevo episodio de jarana entre los partidarios de unos y otros de la izquierda a la izquierda del PSOE, en una nueva opereta bufa, trágicómica.

Mientras que, para Sánchez Mato, a pesar de este elemento negativo merecía la pena votar sí, y es una opinión plenamente legítima, para Podemos, en otra postura también llena de legitimidad, teniendo en cuenta además que no está en el Ejecutivo, no. Por eso algunos deben empezar a cambiar el chip, Podemos no está en el gobierno y debe pelear por aquello que considere justo. Otra cosa distinta es que era preferible negociar hasta desfallecer y alcanzar un acuerdo. Pero nada, sigamos así, de bronca en bronca, para regocijo del establishment, hasta la irrelevancia final.

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De bronca en bronca, para regocijo del ‘establishment’, hasta la irrelevancia final

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11.01.2024

No ha bastado reducir a la más absoluta nada a Podemos. Una vez conseguido el objetivo, y que no es atribuible tanto a la cacería mediática sino, sobre todo, a las actitudes infantiles de unos y a las deslealtades extremas de otros, el pim, pam, pum continúa. Ahora es a cuento del fallido Real Decreto sobre la reforma del subsidio del desempleo. Lo más gracioso es que la parte del Real Decreto que ha llevado a la confrontación, sin tregua, entre Sumar y Podemos, otrora compañeros, ni siquiera es obra de Yolanda Díaz. Fue una imposición de Nadia Calviño cuyo objetivo, cómo no, era ahorrar 468 millones de euros a costa de los parados de más de 52 años. Y aquí, en este apartado, Podemos tiene razón. Es un recorte en toda regla. Luego hablaremos de ello. Por eso, ahora que Podemos no está en el Ejecutivo, tiene las manos libres para negociar lo que le dé la gana, cuando y como quiera. Faltaría más. Se sientan a negociar con un partido de derechas profundamente conservador, Junts, como para no hacerlo con Podemos. Otra cosa es que la autodestrucción a la izquierda del PSOE en algún momento tiene que remitir. Los odios son tan grandes que, al final, las ramas no dejan ver el bosque. Se deberían haber tendido puentes entre Sumar y Podemos para haber pactado el Real Decreto. Hay gente, y me consta, aunque poca, que se ha dejado la piel en ello. Entre otros, Carlos Sánchez Mato, cuyo análisis del Real Decreto, por ser una persona que ha intentado tender y unir esos puentes, me parece el más interesante y objetivo.

En su momento defendí que Unidas Podemos........

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