El primer catalán de 2024 nacido en la Seu dUrgell con sus padres / Salut

Como viene siendo habitual a principios de enero, se desata una oleada de comentarios xenófobos en redes sociales al hacerse públicas las imágenes de los primeros recién nacidos catalanes junto a sus padres, evidenciándose por rasgos físicos o vestimenta su origen extranjero, sobre todo no europeo. La reacción de muchos usuarios al conocerse los nombres de los primeros bebés (donde Inass, Eithan, Jacob o Ayah, han tomado en 2024 la delantera a los Jordis, Julias, Aïnes o Marcs) es que “no son catalanes, sino nacidos en Catalunya”. Parece pues que la catalanidad es una herencia sanguínea, y que no basta con nacer aquí para ser considerado catalán. Junto a esos comentarios de disgusto, otros intentan justificar su rechazo con la denuncia de estar asistiendo a un “proceso planificado de sustitución étnica” en el que los protagonistas de ese día hablan por sí mismos. Aunque muchos otros niegan ser racistas, sostienen, como hace el tuitero Lluís Areny, que en su cuenta de X se identifica como partidario de Aliança Catalana, que “cada territorio tiene un grupo de personas con una cultura y etnia autóctona, que en el caso de Catalunya es la catalana”, pero que, “desgraciadamente, cada vez somos menos”, concluye.

Las redes sociales no reflejan las inquietudes del conjunto de la sociedad, pero sí son el termómetro para medir algunas tendencias, y es evidente que, superada la etapa del 'procés', la cuestión de la inmigración está volviendo al primer plano del debate y puede convertirse en uno de los temas estrella en las próximas elecciones catalanas. A principios de este siglo, la desaparecida Plataforma per Catalunya logró obtener representación en decenas de municipios, con Vic como centro neurálgico. En 2010, se quedó cerca de entrar en el Parlament, pero la formación ultraderechista acabó escindiéndose entre los sectores españolistas, que entraron en Vox, y los independentistas, entonces en auge, que fundaron diversas plataformas identitaristas. En las últimas elecciones municipales, el éxito logrado por Núria Orriols con Aliança Catalana (AC), haciéndose con la alcaldía de Ripoll, encarna esa nueva línea ideológica dentro del soberanismo, con un discurso antiinmigración, particularmente islamófobo, muy radical. Existe una enorme inquietud a que este nuevo partido abra un boquete que fragmente aún más un voto separatista en declive.

Evidentemente, muchas de las ideas de AC son intercambiable con Vox, como lo demuestra que su vicepresidente y eurodiputado Jorge Buxadé haya reaccionado de la misma forma ante los nacimientos de los primeros catalanes, aludiendo a la “distopía globalista”. Por desgracia, el discurso antiinmigración es una pulsión que está ganando otra vez fuerza en muchos países europeos, y que va a tener un peso probablemente mayor en la próxima Eurocámara. Hace tiempo que ya no se presenta desde el racismo y la xenofobia descarada, sino vestido con los ropajes de la teoría del gran reemplazo. Se trata de la denuncia de una conspiración de las élites económicas y políticas mundiales para minorizar a la población europea nativa, sustituyéndola por inmigrantes. En cada sitio se adapta a las tensiones locales, y en Catalunya, en competencia con el nacionalismo español de Vox, el acento se pone en la defensa de “la industria, la familia y la lengua” (siempre en peligro de extinción, aunque nunca haya habido en la historia tantos catalanohablantes), así como en la denuncia de la inmigración como un arma de desnacionalización que desde Madrid se favorece para deshacer la identidad catalana.

QOSHE - Xenofobia a la catalana - Joaquim Coll
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Xenofobia a la catalana

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03.01.2024

El primer catalán de 2024 nacido en la Seu dUrgell con sus padres / Salut

Como viene siendo habitual a principios de enero, se desata una oleada de comentarios xenófobos en redes sociales al hacerse públicas las imágenes de los primeros recién nacidos catalanes junto a sus padres, evidenciándose por rasgos físicos o vestimenta su origen extranjero, sobre todo no europeo. La reacción de muchos usuarios al conocerse los nombres de los primeros bebés (donde Inass, Eithan, Jacob o Ayah, han tomado en 2024 la delantera a los Jordis, Julias, Aïnes o Marcs) es que “no son catalanes, sino nacidos en Catalunya”. Parece pues que la catalanidad es una herencia sanguínea, y que no basta con nacer aquí para ser considerado catalán. Junto a esos comentarios de disgusto, otros intentan justificar su rechazo con la denuncia de estar asistiendo a un “proceso planificado de sustitución........

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