Imagen del sumario del caso Koldo en el que aparece un tuit de una reunión de Ábalos en México en la que participó Koldo García Izaguirre

En 1999, Javier Pradera publicó un artículo en que explicaba la diferencia entre la corrupción ‘blanca’ y ‘negra’, según una clasificación ideada por Arnold J. Heidenheimer: “La corrupción 'blanca' cubre supuestos mirados con tolerancia por la opinión pública: aunque susceptibles de reproche moral, no son objeto de represión penal. La corrupción 'negra', en cambio, concita un amplio consenso social sobre la necesidad de castigar severamente a los culpables. Los casos de corrupción 'gris' dividen a la opinión pública en lo que respecta a la procedencia de la sanción penal”.

Los coloridos mencionados no son estáticos, y han ido evolucionando durante toda la etapa democrática. Las incompatibilidades de los cargos públicos, por ejemplo, fueron muy laxas en los comienzos de nuestro sistema político y se han ido volviendo rigurosos. El propio jefe del Estado que auspició la Constitución vigente ha sido carne de cañón en este saludable proceso: los grandes márgenes de tolerancia de que disfrutó al principio mientras toda la opinión pública hacía la vista gorda se fueron estrechando hasta forzar su abdicación en 2014. Y en el plano de la política representativa, la dimisión de Alfonso Guerra de la vicepresidencia del Gobierno en 1991, cuando ya no tenía otra opción tras el escándalo provocado por las andanzas de su hermano lobista, marcó un antes y un después en la aplicación estricta de la ética pública. 27 años después, en 2018, un jefe de Gobierno conservador, Mariano Rajoy, fue abatido por una exitosa moción de censura después de que se acumularan sobre el Partido Popular un aluvión de corrupciones que alcanzaron a exministros de Economía (Rato), a expresidentes de comunidades autónomas (Zaplana), y a innumerables cargos intermedios, en medio de un colosal desmadre de enriquecimientos ilícitos y de cohechos generalizados.

La práctica política, de un lado, y el perfeccionamiento de la norma penal, de otro, han ido reduciendo los márgenes de tales abusos, pero todavía se mantiene la corrupción gris, que es la que genera polémica. ¿Debe dimitir alguien como Ábalos por los desmanes cometidos por sus subordinados, cuando la Justicia ni siquiera le ha abierto una investigación, lo que parece certificar que él no se lucró con los manejos de unos colaboradores infieles? Alfonso Guerra debió de preguntarse lo mismo antes de marcharse del Gobierno, suavemente empujado por Felipe González. En todo caso, con su gesto, salvó su honorabilidad y se mantuvo en activo: fue diputado socialista hasta 2015.

Ábalos se ha resistido a renunciar al escaño cuando, salvo los hooligans conservadores de siempre, nadie le señalaba como corrupto pero su propio partido le atribuía evidentes responsabilidades políticas in eligendo e in vigilando. Si Guerra se libró en su momento de ser un apestado gracias a la dimisión in extremis, Ábalos podría hacer lo mismo acatando las directrices de su partido y reclamando luego una rehabilitación, si procede. Porque, como dictaminó el viejo Montesquieu, nuestro guía espiritual, “no son solo los crímenes los que destruyen la virtud, sino también las negligencias, las faltas, una cierta tibieza en el amor de la patria, los ejemplos peligrosos, las simientes de corrupción; aquello que no vulnera las leyes, pero las elude; lo que no las destruye, pero las debilita".

QOSHE - Corrupción de colores - Antonio Papell
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Corrupción de colores

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02.03.2024

Imagen del sumario del caso Koldo en el que aparece un tuit de una reunión de Ábalos en México en la que participó Koldo García Izaguirre

En 1999, Javier Pradera publicó un artículo en que explicaba la diferencia entre la corrupción ‘blanca’ y ‘negra’, según una clasificación ideada por Arnold J. Heidenheimer: “La corrupción 'blanca' cubre supuestos mirados con tolerancia por la opinión pública: aunque susceptibles de reproche moral, no son objeto de represión penal. La corrupción 'negra', en cambio, concita un amplio consenso social sobre la necesidad de castigar severamente a los culpables. Los casos de corrupción 'gris' dividen a la opinión pública en lo que respecta a la procedencia de la sanción penal”.

Los coloridos mencionados no son estáticos, y han ido evolucionando durante toda la etapa democrática. Las incompatibilidades de los........

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