La decisión de llamar al abandono de los combustibles fósiles contó con el respaldo de la Unión Europea, Chile, Colombia, Noruega y los Países Pequeñas Islas, que aspiraban a un cierre ambicioso, pero al frente estaban los opositores, como Arabia Saudí o Irak.

Desde que se adoptó el Acuerdo de París (2015), las negociaciones climáticas se centraron en las emisiones de los gases de efecto invernadero, pero en la COP28 –que terminó hace unas horas en Dubái– los debates y las negociaciones más duras se focalizaron por primera vez en el origen de esas emisiones: los combustibles fósiles. ¿Por qué? Para alertarnos que las emisiones del sector del petróleo, el gas y el carbón siguen creciendo año a año. Peor aún, las empresas y países productores tienen todavía planes de aumentar la producción, lo que encaminaría a gran parte de la humanidad hacia un calentamiento global por encima de los niveles de seguridad fijados por la ciencia.

En otras palabras, los resultados de la COP28 podemos catalogarlos como un débil paso adelante en la dirección correcta. Para algunos es el comienzo del fin de la era de los combustibles fósiles. Para otros, un comienzo de tortuga en la carrera de velocidad necesaria para eliminar progresivamente dichos combustibles. No podía ser de otra manera, pues ha sido la primera pelea abierta que dieron los países que están sufriendo las calamidades del calentamiento climático en contra del inmenso poderío económico de los productores de combustibles fósiles y los grandes emisores de gases de efecto invernadero. No olvidemos que el 80% de las actividades económicas mundiales dependen, de una u otra manera, de estas fuentes de energía sucia, mala, pero indispensable para hacer mover la máquina global.

Lo que estuvo en disputa en la COP28 era eliminar de aquí a 2050 la producción y consumo de los combustibles fósiles. Para muchos de nosotros, el éxito o fracaso se determinaría si los países que negociaban en Dubái acordaban, por primera vez en la historia, instar/urgir/exhortar/ a la eliminación gradual/sustitución/eliminación progresiva de la producción y uso de todos los combustibles fósiles. La resolución de la COP28 marcaría la hoja de ruta del segundo ciclo de planes climáticos que todas las Partes deben presentar en la COP29, a realizarse en Azerbaiyán en 2024. Cualquier otro tipo de resolución de compromiso endeble significaría recibir un balde de agua hirviendo en estos “tiempos de ebullición global”. Y eso es lo que sucedió para los pequeños Estados Islas, las organizaciones ambientalistas y los países como el nuestro, que están abogando por una aplicación más efectiva del Acuerdo de París.

Hasta el último momento las negociaciones estuvieron abiertas, había mucho en juego. Por ejemplo, la decisión de llamar al abandono de los combustibles fósiles contó con el respaldo de la Unión Europea, Chile, Colombia, Noruega y los Países Pequeñas Islas que aspiraban a un cierre ambicioso, pero al frente estaban los opositores, como Arabia Saudí o Irak, que, junto con la OPEP, se oponen desde hace años a que se cite a los combustibles. Esta es la razón de por qué las COP tuvieron que contentarse durante muchos años de negociaciones climáticas con recortes a las emisiones de gases y no en los combustibles fósiles gas, petróleo y carbón que los generan. La COP28 no fue una excepción.

La COP28 fue un campo de observación para los grandes productores y emisores. Los que se la jugaron fueron los peso mediano y los pluma. Estados Unidos y China, las dos principales economías y los dos mayores emisores, mantuvieron un bajo perfil, aunque sin dejar de influir en las negociaciones. Hay que recordar que Estados Unidos es el primer productor de petróleo; igual que China lo es del carbón. Pero ambos firmaron previo a la COP28 una declaración conjunta que contenía un decidido compromiso para aumentar la capacidad de energía renovable mundial, para “acelerar la sustitución de la generación de carbón, petróleo y gas”.

Sin embargo, los duros como Arabia Saudí, la OPEP y otros países petroleros, como Irak, no aceptaban incluir en ninguna decisión menciones a los combustibles fósiles. En el plenario de la COP28, Arabia Saudí dejó en claro que las únicas referencias aceptables serían a los gases de efecto invernadero y no a las fuentes que los causan. Lo mismo expresó hasta el último momento el representante de Irak, que rechazó cualquier petición de reducir o eliminar los hidrocarburos. En una postura similar, en su caso debido a la importancia del gas natural, estuvo Rusia, cuyo enfrentamiento con la Unión Europea le llevó incluso a bloquear hasta el último minuto la designación de la sede de la próxima COP29, cuestión que no se despejó sino hasta el final.

Las referencias a reducir o eliminar los combustibles fósiles para sustituirlos por renovables se debatieron en el contexto del Balance Climático Global (BCG) del Acuerdo de París, cuyo primer ciclo terminaba ahora en la COP28. Se presentaron los resultados por país de los planes voluntarios de recorte de las emisiones –sin mencionar a las fuentes que los causan, de ahí el importante paso que supuso explicitarlo en la COP28–. Pero esos planes para este primer ciclo fueron una larga lista de incumplimientos de la inmensa mayoría de países. De perpetuarse esta tendencia, nos llevaría a un aumento de la temperatura de entre 2,1 y 2,8 grados. La intención es que estos planes a futuro marquen la ruta para abandonar los combustibles fósiles y apostar a triplicar, o más, las energías renovables. Lo irónico fue que la COP28 se realizaba en un PetroEstado y la presidencia de la misma estaba a cargo de Sultan Al Jaber, Ministro de Industria de los Emiratos Árabes Unidos, un país en el que el 30% de los ingresos vienen directamente del petróleo y el gas.

Las deliberaciones y negociaciones se centraron, por tanto, en el BCG, pero hubo otros textos importantes que se discutieron sobre la adaptación –es decir, cómo pueden los países adelantarse a los impactos negativos del cambio climático–. No se esperaba que saliera en este ámbito nada trascendente, pero Arabia Saudí mantuvo también en este tema una actitud de bloqueo, para usarlo en la negociación sobre los combustibles fósiles.

La queja mayor de los países en desarrollo, una vez más, se refirió a la falta de respuestas claras por parte de los países ricos a sus llamados por ayuda en sus procesos de adaptación a los efectos de la emergencia climática. En particular en materias relativas a las mejoras en infraestructuras, modernizar los sistemas de alarmas tempranas ante tormentas u otros eventos climáticos extremos, o puentes más firmes que no fuesen arrasados por inundaciones masivas o ayudas a replantar manglares para proteger las líneas costeras en países tropicales. La revisiones futuras del BCG deberían, por tanto, incluir también referencias a la ayuda financiera para la adaptación.

Se dejó abierta la posibilidad de apoyar sistemas de captura y almacenaje de dióxido de carbono, esencial para algunas actividades industriales. Al respecto, el Global Carbon Project (un grupo de científicos que lleva desde 2006 registrando la evolución del CO2), presentó la semana pasada a la COP un informe donde se estima que 2023 se cerrará con una concentración de CO₂ en la atmósfera de 419,3 partes por millón, lo que supone un 51% más que en los niveles preindustriales. El 53% restante del dióxido de carbono vinculado al hombre es absorbido por sumideros naturales como la vegetación terrestre y por el océano a partes casi iguales, lo que está ya causando problemas como el aumento de la acidificación del mar.

Algunos sectores de los fósiles, Arabia Saudí en particular, buscan seguir emitiendo y apuestan por las aún incipientes tecnologías de captura y almacenamiento del CO2 del aire. Los niveles actuales de eliminación de CO2 basados por esta vía –es decir, sin incluir la reforestación, mucho menos la cantidad creciente de incendios que nos hacen perder mensualmente en todo el planeta miles de hectáreas de resumideros, como los bosques– ascienden a aproximadamente 0,01 millones de toneladas de CO2, más de un millón de veces menos que las emisiones actuales del sector fósil. Es decir, por ahora, no podemos pretender que la solución vendrá por esta vía.

Un problema mayor es que las decisiones en las COP se tienen que tomar por consenso, no por mayorías. En la COP28 se recordó en varias ocasiones que las negociaciones climáticas se basan en un proceso de consenso. Todo el mundo tiene que estar de acuerdo. Para entender y antes de criticar los exiguos resultados de la COP28, debemos tener presente este hecho.

Los países petroleros, encabezados por Arabia Saudí, tenían en sus manos esta arma de bloqueo para zanjar las disputas en las negociaciones sobre cambio climático. En la práctica, esto ha significado que un país o un pequeño grupo de naciones puedan paralizar las medidas más ambiciosas, haciendo que las COP se cierren a la baja. Esto es exactamente lo que sucedió una vez más. El consenso dio una influencia desmesurada a los petroleros y condujo a una disminución general de la ambición, lo que le vino muy bien a Arabia Saudí en la COP28.

La presidencia de la COP28 esperó hasta avanzada la tarde del lunes 11 diciembre para entregar su propuesta “borrador” de texto final que sirviera de base para las negociaciones definitivas. El impasse era casi semántico en inglés, entre “to phase out” (eliminar progresivamente) o “to phase down” (reducir gradualmente) los combustibles fósiles. Hasta ese momento, la duda era qué verbo y adjetivos acompañarían su mención a los combustibles fósiles: por ejemplo, eliminar gradualmente, urgentemente, o reducir, sustituir, desplazar, abandonar, etc. La sorpresa fue una gran decepción, un verdadero balde de agua hirviendo en la cabeza de los negociadores. ¿Por qué?

Porque en la sección correspondiente a los combustibles fósiles y energía, el texto se introdujo con la frase “acciones que podrían (ser) incluidas:” (“actions that could [be] included:”). No con “acciones que deben ser adoptadas de inmediato:”. De allí que se calificara a este borrador como inaceptable, una aberración, una invitación a seguir el enfoque de “escoge tu propio camino” a la acción climática.

Las negociaciones se desarrollaron desde ese momento en un ambiente francamente hostil y poco propicio para llegar a resultados óptimos. Tan es así que durante todo el martes 12 de diciembre, o sea, a última hora del último día de la COP28, se bloquearon las negociaciones y se cerró la sesión plenaria con cero avance en lo fundamental. Se acordó postergar el cierre hasta ayer miércoles para continuar las negociaciones y dar paso a la ceremonia de clausura.

Podríamos ironizar que el resultado de la COP28 es un pequeño avance en la dirección correcta, insuficiente pero aceptable, dados los factores extremadamente complejos de la emergencia climática. El texto que se aprobó es más débil de lo esperado, lleno de contradicciones y cabos sueltos, sin ninguna referencia explícita, clara, inequívoca a la “eliminación progresiva de los combustibles fósiles”. Una pérdida significativa, ya que en los borradores anteriores a lo presentado en la primera propuesta de texto final por la presidencia sí se hacía referencia a la “eliminación progresiva” (phase-out ).

En resumen, lo que se aprobó es un débil acuerdo no vinculante en el que se postula “transitar para dejar atrás (“transition away” en el original en inglés) los combustibles fósiles en los sistemas energéticos, de manera justa, ordenada y equitativa, acelerando la adopción de medidas en este decenio crítico, a fin de lograr el cero neto para 2050″. Una fórmula con un lenguaje típico resultante de complejas negociaciones que, por fin, se refiere a los principales responsables de la crisis climática: el petróleo, al gas y al carbón. Se consiguió en un PetroEstado, a pesar de la férrea oposición ejercida por países petroleros como Arabia Saudí e Irak. Desde ese punto de vista es un hecho histórico.

Para los menos ambiciosos en la lucha contra la emergencia climática, ha sido el principio del fin y un claro mensaje de cómo ir más allá de un mundo muy dependiente de los combustibles fósiles. Es la primera vez que los casi 200 países asistentes a las COP abogan por una transición para abandonar los combustibles.

En la sección de energía, en el texto aprobado, se demanda a los países que “contribuyan” con los esfuerzos mundiales de “triplicar la capacidad mundial de energía renovable y duplicar la tasa media anual mundial de mejoras de la eficiencia energética para 2030”. Lo que significa un avance notable. Además se insta a “acelerar los esfuerzos encaminados a la eliminación gradual de la energía del carbón” que no disponga de sistemas de captura de las emisiones. Asimismo, se exhorta a la eliminación progresiva de “los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles”, aunque sin fijar fechas. Un cabo suelto importante. También se pide “reducir sustancialmente las emisiones distintas del dióxido de carbono a nivel mundial, incluidas en particular las emisiones de metano para 2030″, aunque sin fijar una meta concreta. Otro cabo suelto.

Como era de esperar, el acuerdo final de la COP28, para mantener un cierto equilibrio de fuerzas y dar algunas municiones a los petroleros cuando regresen a sus gobiernos y parlamentos, les da ciertas concesiones. Por ejemplo, hace alusión al uso de “combustibles con emisiones de carbono nulas o con bajas emisiones de carbono mucho antes de mediados de siglo o alrededor de esa fecha”. En el plano tecnológico incorpora, además de las renovables y la nuclear, “las tecnologías de reducción y eliminación, como la captura, utilización y almacenamiento de carbono, en particular en sectores difíciles de reducir, y la producción de hidrógeno con bajas emisiones de carbono”; “acelerar la reducción de las emisiones del transporte por carretera”, “con infraestructuras y el despliegue rápido de vehículos de emisión cero y de baja emisión”.

Este texto aprobado define, por tanto, los asuntos que deberán incluir los países en sus próximos planes climáticos, a presentarse en 2025, indispensables para conseguir el objetivo del Acuerdo de París para que el calentamiento no supere los dos grados Celsius respecto a los niveles preindustriales. Aunque sabemos que las tendencias actuales nos conducen a un calentamiento entre 2,1 y 2,8 grados, lo que exige una determinación que no prevaleció en la COP28. Lamentablemente.

Cabe destacar otro importante avance de la COP28: se acordó también la puesta en marcha de un nuevo Fondo de Pérdidas y Daños para compensar a los países que son especialmente vulnerables ante los desastres que ya ha producido (y los que causará) la emergencia climática de la cual no son responsables. La creación de este mecanismo fue el principal acuerdo de la COP27 y restaba definir su funcionamiento. Los países donantes anunciaron sus aportaciones al Fondo, las que ascienden a más de 1.000 millones de dólares. Obviamente esa cantidad es insuficiente para cubrir los daños de cientos de miles de millones de dólares, que es lo que representan las pérdidas provocadas por los desastres vinculados al cambio climático (inundaciones, calor, aumento del nivel del mar, sequía, incendio de bosques) en los países más pobres y vulnerables. La Unión Europea pidió abrir estos fondos a nuevas aportaciones con cambios en el sistema financiero mundial, una posibilidad a futuro que podría incrementar los recursos y que seguramente será unos de los temas importantes a discutir en las próximas COP.

Por supuesto, no se puede desconocer que en el texto final que se aprobó los verbos y adjetivos que se incluyeron son los imprescindibles para tener una certeza mínima de que los países avanzan hacia el abandono de los combustibles fósiles en un tiempo determinado por la ciencia, el cual culminaría en 2050 con una emisión global neta igual a cero.

Lo importante es que, por primera vez, se consiguió en las decisiones hacer referencia a la producción y consumo de los combustibles fósiles. Obviamente, como en todas las reuniones de la ONU, se tuvieron que equilibrar los intereses económicos y sociales justificables tanto para los productores y emisores como para los países consumidores. Es decir, en el contexto de la acción climática se alcanzó un consenso bajo el paraguas del concepto de “una transición justa y equitativa”. No podemos desconocer tampoco que la decisión de triplicar la dotación mundial de fuentes de energías renovables, principalmente solar de aquí al 2030, fue un resultado espectacular.

Sin embargo, el resultado de la COP28 no cierra el círculo sino que deja abiertas para el futuro posibles opciones de escape o compensación para el sector fósil. Y eso está bien. ¿Por qué? Porque en la ecuación futura del Balance Global Climático no puede haber ganadores o perdedores, no se trata de eso. Ya tenemos suficientes conflictos a nivel mundial –que están transgrediendo la paz mundial como en Ucrania y Gaza– para agregar otro más. En estos asuntos no puede haber victoria, ya que ello implicaría que alguien ha sido derrotado y no es eso lo que se busca. De aquí en adelante, y es uno de los legados de la COP28, siempre tendremos que tomar en consideración que irá afectando económica y socialmente a los grandes productores y emisores, y a sus ciudadanos, la eliminación progresiva de la producción y uso de sus principales recursos: los combustibles fósiles.

Es la misma lógica que aplicamos al dar una especial consideración a los países más vulnerables que sufren las calamidades climáticas más duras si no abandonamos progresivamente los combustibles fósiles de aquí al 2050. Es muy probable que esta cuestión del equilibrio en el balance global climático y sus consecuencias, junto a la justicia climática tanto nacional como global, seguirán estando presentes como los dos dilemas fantasmas que serán clave en los futuros debates y negociaciones de las COP por venir y más allá.

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COP28: un débil paso en la dirección correcta

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15.12.2023

La decisión de llamar al abandono de los combustibles fósiles contó con el respaldo de la Unión Europea, Chile, Colombia, Noruega y los Países Pequeñas Islas, que aspiraban a un cierre ambicioso, pero al frente estaban los opositores, como Arabia Saudí o Irak.

Desde que se adoptó el Acuerdo de París (2015), las negociaciones climáticas se centraron en las emisiones de los gases de efecto invernadero, pero en la COP28 –que terminó hace unas horas en Dubái– los debates y las negociaciones más duras se focalizaron por primera vez en el origen de esas emisiones: los combustibles fósiles. ¿Por qué? Para alertarnos que las emisiones del sector del petróleo, el gas y el carbón siguen creciendo año a año. Peor aún, las empresas y países productores tienen todavía planes de aumentar la producción, lo que encaminaría a gran parte de la humanidad hacia un calentamiento global por encima de los niveles de seguridad fijados por la ciencia.

En otras palabras, los resultados de la COP28 podemos catalogarlos como un débil paso adelante en la dirección correcta. Para algunos es el comienzo del fin de la era de los combustibles fósiles. Para otros, un comienzo de tortuga en la carrera de velocidad necesaria para eliminar progresivamente dichos combustibles. No podía ser de otra manera, pues ha sido la primera pelea abierta que dieron los países que están sufriendo las calamidades del calentamiento climático en contra del inmenso poderío económico de los productores de combustibles fósiles y los grandes emisores de gases de efecto invernadero. No olvidemos que el 80% de las actividades económicas mundiales dependen, de una u otra manera, de estas fuentes de energía sucia, mala, pero indispensable para hacer mover la máquina global.

Lo que estuvo en disputa en la COP28 era eliminar de aquí a 2050 la producción y consumo de los combustibles fósiles. Para muchos de nosotros, el éxito o fracaso se determinaría si los países que negociaban en Dubái acordaban, por primera vez en la historia, instar/urgir/exhortar/ a la eliminación gradual/sustitución/eliminación progresiva de la producción y uso de todos los combustibles fósiles. La resolución de la COP28 marcaría la hoja de ruta del segundo ciclo de planes climáticos que todas las Partes deben presentar en la COP29, a realizarse en Azerbaiyán en 2024. Cualquier otro tipo de resolución de compromiso endeble significaría recibir un balde de agua hirviendo en estos “tiempos de ebullición global”. Y eso es lo que sucedió para los pequeños Estados Islas, las organizaciones ambientalistas y los países como el nuestro, que están abogando por una aplicación más efectiva del Acuerdo de París.

Hasta el último momento las negociaciones estuvieron abiertas, había mucho en juego. Por ejemplo, la decisión de llamar al abandono de los combustibles fósiles contó con el respaldo de la Unión Europea, Chile, Colombia, Noruega y los Países Pequeñas Islas que aspiraban a un cierre ambicioso, pero al frente estaban los opositores, como Arabia Saudí o Irak, que, junto con la OPEP, se oponen desde hace años a que se cite a los combustibles. Esta es la razón de por qué las COP tuvieron que contentarse durante muchos años de negociaciones climáticas con recortes a las emisiones de gases y no en los combustibles fósiles gas, petróleo y carbón que los generan. La COP28 no fue una excepción.

La COP28 fue un campo de observación para los grandes productores y emisores. Los que se la jugaron fueron los peso mediano y los pluma. Estados Unidos y China, las dos principales economías y los dos mayores emisores, mantuvieron un bajo perfil, aunque sin dejar de influir en las negociaciones. Hay que recordar que Estados Unidos es el primer productor de petróleo; igual que China lo es del carbón. Pero ambos firmaron previo a la COP28 una declaración conjunta que contenía un decidido compromiso para aumentar la capacidad de energía renovable mundial, para “acelerar la sustitución de la generación de carbón, petróleo y gas”.

Sin embargo, los duros como Arabia Saudí, la OPEP y otros países petroleros, como Irak, no aceptaban incluir en ninguna decisión menciones a los combustibles fósiles. En el plenario de la COP28, Arabia Saudí dejó en claro que las únicas referencias aceptables serían a los gases de efecto invernadero y no a las fuentes que los causan. Lo mismo expresó hasta el último momento el representante de Irak, que rechazó cualquier petición de reducir o eliminar los hidrocarburos. En una postura similar, en su caso debido a la........

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