¿Qué quiere decir que una democracia sea liberal? Significa que entiende que esa forma de gobierno de la sociedad presupone un conjunto de libertades –así, en plural, y no únicamente la de iniciativa económica–.

Francis Fukuyama suele publicar libros para desdecirse total o parcialmente de lo sostenido por él en libros anteriores. Aún descontando que pudiera tratarse de una estrategia editorial de la industria del mismo nombre, la de Fukuyama es una práctica desconcertante, pero que, a la vez, habla de la honestidad del autor. No es para nada habitual en el mundo intelectual encontrar a alguien que admita siquiera la posibilidad de estar equivocado y menos aún que reconozca haber incurrido en algún error en un texto anterior de su autoría. No es común que nos comportemos y escribamos como los sujetos falibles que somos todos, como sí lo es que no nos refugiemos en el consabido “me interpretaron mal” cada vez que se nos hace ver un error en que pudimos haber incurrido.

Su libro El liberalismo y sus desencantados. Cómo defender y salvaguardar nuestras democracias liberales, de 2022, y traducido al castellano al año siguiente, no incurre en la práctica antes mencionada y se limita a lo que anticipa el subtítulo: cómo defender las democracias liberales, aún de aquellos que se presentan como liberales y que han llevado algunos de los postulados del liberalismo hasta extremos inaceptables.

“Democracia” y “liberalismo” no siempre han ido de la mano y hasta hoy existen demócratas no liberales y liberales que rechazan la democracia. Sí, en la actualidad es más difícil, políticamente hablando, que un demócrata no sea liberal, pero abundan los que se presentan a sí mismos como liberales y han apoyado o justificado dictaduras de derecha o de izquierda. En rigor, nunca un liberal podría apoyar ni justificar un régimen dictatorial.

¿Y qué quiere decir que una democracia sea liberal? Significa que entiende que esa forma de gobierno de la sociedad presupone un conjunto de libertades –así, en plural, y no únicamente la de iniciativa económica–, libertades con las que la democracia asume el compromiso irrenunciable de declararlas, protegerlas y promoverlas en la sociedad en que ella impere. Me refiero a la libertad de pensamiento, de conciencia, de discusión, de crítica, de expresión, religiosa, de desplazamiento, de reunión, de asociación, y, desde luego, la de emprendimientos económicos que se lleven adelante conforme al derecho y a las pautas éticas del sector de la economía de que se trate.

Algunos liberales (respecto de los cuales dan ganas de poner esa palabra entre comillas) reducen la doctrina liberal a la sola libertad de emprender actividades económicas lícitas en beneficio propio, un encogimiento que ha sido fomentado por una determinada rama del tronco liberal –el neoliberalismo o libertarismo– que, como sabemos, propicia una economía desregulada y sin limitaciones en cuanto al tipo de bienes que pueden ser transados en el mercado.

Volviendo a Fukuyama, este considera que “el programa neoliberal”, al menos en los Estados Unidos, “se llevó a un extremo contraproducente”. Le parece también que “la idea de la responsabilidad personal” ha sido “llevada a extremos desastrosos por los neoliberales”. Alejándose de eso, el autor considera que “el liberalismo es compatible con una amplia gama de protecciones sociales proporcionadas por el Estado”, añadiendo incluso esto: “Gran parte de la hostilidad al Estado que se practica en nombre del liberalismo es simplemente irracional”.

Por último, el politólogo norteamericano afirma respecto de su país algo que también vale para el nuestro: “Las instituciones estatales han decaído con el tiempo, volviéndose más rígidas y difíciles de reformar, y están siendo monopolizadas por las elites”, o, como decimos en Chile, por los poderes fácticos.

QOSHE - Liberalismo y desencanto - Agustín Squella
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Liberalismo y desencanto

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27.12.2023

¿Qué quiere decir que una democracia sea liberal? Significa que entiende que esa forma de gobierno de la sociedad presupone un conjunto de libertades –así, en plural, y no únicamente la de iniciativa económica–.

Francis Fukuyama suele publicar libros para desdecirse total o parcialmente de lo sostenido por él en libros anteriores. Aún descontando que pudiera tratarse de una estrategia editorial de la industria del mismo nombre, la de Fukuyama es una práctica desconcertante, pero que, a la vez, habla de la honestidad del autor. No es para nada habitual en el mundo intelectual encontrar a alguien que admita siquiera la posibilidad de estar equivocado y menos aún que reconozca haber incurrido en algún error en un texto anterior de su autoría. No es común que nos comportemos y escribamos como los sujetos falibles que somos todos, como sí lo es que no nos refugiemos en el consabido “me interpretaron mal” cada vez que se nos hace ver un error en que pudimos........

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