Mientras las autoridades siguen insistiendo en que se está quebrando la curva al alza de los homicidios, los ciudadanos siguen siendo testigos de crímenes violentos que son perpetrados con armas de fuego ¿de dónde provienen y cómo llegan a manos de criminales? Las preguntas que debiésemos estar haciendo.

El Presidente en su primer año de gobierno dijo que buscaba restringir el uso de armas por parte de civiles pero, el reto es más complejo que eso. En el sur y desde Argentina se ha identificado una ruta de tráfico de armas, en el norte y hacia Paraguay otra. Al país han ingresado armas y sus piezas, además de identificarse talleres de armas hechizas en San Ramón, Illapel, Melipilla y San Vicente. Quedando al descubierto un atractivo negocio para quienes se dedican a proveer de ellas al creciente crimen organizado que se instala en Chile.

Sólo en el 2022 la Policía de Investigaciones incautó 1.738 armas. El 80% corresponde a armas convencionales, el 60% está vinculada a infracción a ley de armas y el 30% a ley de drogas. Ese mismo año, Carabineros incautó 2.695 armas entre largas y cortas, el 2023 fueron 3.278. Pero esto es sólo lo que vemos, pues, cuando hablamos de tráfico de armas existe una cifra negra que desconocemos.

En general, los datos sobre armas ilícitas provienen de otros delitos. Es decir, un operativo de narcotráfico deja en evidencia armas ilegales o en la detención de un sujeto por homicidios se le incauta armas a esa persona… Las armas ilegales utilizan las mismas rutas que otros delitos transnacionales y, como nutren de capacidades a los grupos de crimen organizado, se mueven por los mismos pasadizos.

El desafío del tráfico de armas, al igual que las drogas, es transnacional, por lo que las respuestas que apuntan a controlar las armas que tienen los civiles dentro de un país, no soluciona el problema. En Chile existen diversas maneras para que un arma pueda llegar a manos de los delincuentes. Desde testaferros a los que se les paga para realizar todos los trámites legales que permiten adquirir armamento, hasta el robo en cuarteles, pasando por talleres artesanales, la modificación de armas de fogueo y rutas internacionales.

Abordar el problema necesariamente lleva a una aproximación multidimensional. Si el mercado ilegal de armas usa las mismas rutas que otros delitos transnacionales, entonces, en Chile, debiésemos estar revisando las rutas de contrabando, tráfico de drogas y migrantes. De esa manera, podremos diseñar una estrategia integral que aborde el reto del mercado ilegal de armas y su impacto en el país. Podremos identificar la relación entre el mercado lícito e ilícito y definir los nudos críticos para focalizar esfuerzos.

Al final del día, drogas, armas, asentamientos ilícitos, mercados ilegales, son parte del mismo desafío: el crimen organizado. Y pensar que resultan en un problema de seguridad pública es no ver la dimensión real. Combatir las armas ilegales con restricción a civiles que cumplen que los requisitos que obliga la ley es tapar el sol con un dedo.