Estuve esta semana de visita en el Eje Cafetero. Uno de los aspectos más llamativos de la transformación de esta importante región del país es la capacidad que ha tenido para encontrar nuevos nichos de desarrollo, especialmente en servicios como la educación y el turismo. Parte de ello se debe a la excelente infraestructura como resultado del modelo de concesiones, que ojalá pueda extenderse en el tiempo con una nueva edición de las Autopistas del Café.

Quedé muy impresionado con la calidad de los estudiantes y los docentes de la Universidad Autónoma de Manizales. Su formación académica es sobresaliente, a juzgar por el calibre de las preguntas en el conversatorio que sostuvimos y el involucramiento de los estudiantes con los problemas del país. Hay allí una materia prima que permite ser optimistas sobre el papel del capital humano que se está entrenando para resolver los problemas de la región y el país.

Dialogando con los empresarios de múltiples sectores en Pereira y escuchando sus preocupaciones, queda uno con la clara sensación de que las cosas en el país no van por buen camino. Lo que se vive en las regiones es muy diferente respecto a lo que se siente en Bogotá. Aunque en la capital hay una clara preocupación sobre la delincuencia, lo que se respira en el Eje Cafetero es otra cosa: los tentáculos del crimen organizado están cada día más presentes en el mundo de los negocios y, sobre todo, en la política.

Eso no es ajeno a lo que pasa en el país en general, especialmente en un año en el que se espera que los cultivos ilícitos lleguen a 300.000 hectáreas. Todo el mundo sabe que el caldo de cultivo de buena parte de la ilegalidad está en el narcotráfico, que se ha agravado en buena parte como resultado de las pobres cifras de erradicación manual, que bajaron de 130.000 hectáreas en 2020 a escasas 20.000 el año pasado. Otro factor de enorme preocupación son los secuestros, que más que se duplicaron entre 2021 y 2023.

Los empresarios son claros en señalar que la caída de la inversión tendrá repercusiones en el mediano y largo plazo. Una de las principales preocupaciones son los precios de la energía. En la medida en que hoy no se invierta en la expansión del sistema, inevitablemente en unos años la energía costará mucho más, lo que afectará el bolsillo de los usuarios y la competitividad del aparato productivo.

En los diálogos con el sector empresarial surgió la idea de cómo trabajar en los próximos años. En la medida en que el Gobierno se ha atrincherado en una izquierda radical, hay muchos sectores –que representan a la mayoría de los colombianos– que se sienten excluidos. Se trata de sectores con matices diferentes, pero con un punto de convergencia: la necesidad de introducir reformas que resuelvan problemas, sobre la base de la evidencia (no de la ideología), y la necesidad de gobernar en función de los resultados, no de los discursos y las promesas.

Sin embargo, esos sectores no tienen aún el nivel de convergencia y unidad necesario para formar una alternativa política. Más que preguntar quién va a gobernar a Colombia en 2026, deberían preguntarse cómo hacer a Colombia gobernable.

Para mí, la respuesta a esta pregunta tiene dos elementos. El primero es diseñar un mecanismo incluyente, donde quepan diferentes corrientes ideológicas y se puedan construir consensos en la diferencia. El segundo elemento es que la derrota política de la izquierda radical debe ser el producto de un mandato ciudadano (consecuencia de la falta de resultados), y no de movidas de las instituciones del Estado.

Me explico: los entes de control deben jugar su papel, pero hacerlo con pies de plomo. No se deben repetir circunstancias como las que enfrentaron al exprocurador Ordóñez con el entonces alcalde Petro, que al victimizar al segundo acabaron labrando su proyecto político. El camino apenas comienza. Hay talento, hay ideas y, sobre todo, existe la necesidad imperiosa de resolver los problemas que aquejan a la gente en el día a día.

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El camino que viene | Columna de Mauricio Cárdenas

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05.03.2024

Estuve esta semana de visita en el Eje Cafetero. Uno de los aspectos más llamativos de la transformación de esta importante región del país es la capacidad que ha tenido para encontrar nuevos nichos de desarrollo, especialmente en servicios como la educación y el turismo. Parte de ello se debe a la excelente infraestructura como resultado del modelo de concesiones, que ojalá pueda extenderse en el tiempo con una nueva edición de las Autopistas del Café.

Quedé muy impresionado con la calidad de los estudiantes y los docentes de la Universidad Autónoma de Manizales. Su formación académica es sobresaliente, a juzgar por el calibre de las preguntas en el conversatorio que sostuvimos y el involucramiento de los estudiantes con los problemas del país. Hay allí una materia prima que permite ser optimistas sobre el papel del capital humano que se está entrenando para resolver los problemas de la región y el país.

Dialogando con los empresarios de múltiples sectores en Pereira y escuchando........

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