El mito de que se acabó un año y empieza uno nuevo nos sirve para coger un nuevo aliento de esperanza, con el espejismo de que dejaremos atrás el mal año que termina y que el primero de enero se inició un nuevo amanecer en nuestras vidas.

La verdad es que la vida sigue, el planeta gira y la realidad nos parece cada día más compleja. Porque, como dicen los poetas, vivir sigue siendo lo más difícil de la vida.

En esta primera columna del año deseo iniciar mostrando un lado bueno y uno malo de nuestra ciudad. Recorrer el domingo el Malecón genera un buen estado de ánimo, al verlo lleno de gente con expresión de felicidad. Centenares de personas mirando la escultura de Shakira, otros en la aleta del tiburón. El río Magdalena, que estaba escondido en el patio trasero de la ciudad, se ha vuelto un lugar común de encuentro ciudadano transformándose en el nuevo corazón de Barranquilla.

El lado negativo es continuando el viaje hacia la Universidad del Norte: observamos con impotencia cómo unas constructoras foráneas acabaron con el pulmón verde de la ciudad, llenándola de edificios donde próximamente vivirán miles de personas hacinadas en habitaciones un poco más grandes que un ataúd, sin tener conciencia de que estas obras que las constructoras hacen con fines de lucro agudizan el cambio climático, amenazando nuestro futuro colectivo. Barranquilla es el hogar que nos cobija, y es nuestra obligación como comunidad protegernos ante las emergentes amenazas climáticas.

Alzando la mirada y contemplando el país, recibimos el nuevo año con preocupación. En el gobierno del presidente Santos se firmaron los acuerdos de paz, y hoy estamos inmersos en otra guerra que es la misma guerra por el control del narcotráfico y los negocios del crimen, sumado a un clima político polarizado incapaz de generar confianza para trabajar juntos. A veces me pregunto si es posible construir en Colombia un futuro colectivo para protegernos de las amenazas futuras; el cambio climático, las tecnologías disruptivas, las próximas pandemias, nos van a afectar por igual a los de izquierda y los de derecha, a los pobres y a los ricos. Como país no hemos sido capaces hasta ahora de generar una racionalidad colectiva que nos ayude a que todos sus habitantes tengan una vida digna.

A pesar de todo, moriré siendo un optimista sobre el futuro de Colombia; la oportunidad de vivir y trabajar con muchos jóvenes me impresiona por su inteligencia, sus sensibilidades y sus anhelos por una vida mejor. Considero que más pronto que tarde estas nuevas generaciones florecerán sin el odio de la lucha de clase, y la emergencia climática nos llevará a mayores conductas de cooperación que de competencia.

Para que esta columna no sea tan amarga, quiero culminar con una buena noticia: una cadena de supermercados está vendiendo cajas de treinta huevos a doce mil pesos. Estimado lector, siguiendo con el mito les deseo un feliz y primoroso nuevo año.

QOSHE - A pesar de todo | Columna de José Amar Amar - Jose Amar Amar
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A pesar de todo | Columna de José Amar Amar

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16.01.2024

El mito de que se acabó un año y empieza uno nuevo nos sirve para coger un nuevo aliento de esperanza, con el espejismo de que dejaremos atrás el mal año que termina y que el primero de enero se inició un nuevo amanecer en nuestras vidas.

La verdad es que la vida sigue, el planeta gira y la realidad nos parece cada día más compleja. Porque, como dicen los poetas, vivir sigue siendo lo más difícil de la vida.

En esta primera columna del año deseo iniciar mostrando un lado bueno y uno malo de nuestra ciudad. Recorrer el domingo el Malecón genera un buen estado de ánimo, al verlo lleno de gente con expresión de felicidad. Centenares de personas mirando la escultura de Shakira, otros en la aleta del tiburón. El río........

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