Todo empezó hace un rato cuando fui percibiendo gradualmente cómo disminuía la tesitura del golpe seco de mi mano sobre el quinto de las congas, ese sonido que se distingue por encima de toda la percusión y la melodía para marcar el tiempo del ritmo que está sonando. Descargaba el golpe en diversos puntos del cuero buscando un mejor sonido, pero nada, cada vez más oscuro, cada vez menos nítido. Fingía sordera selectiva para practicar el resto de golpes en el quinto, la conga y el tumbador, para repasar los ritmos y ensayar variantes.

Ese golpe, que se da con los dedos de la mano bien estirados hasta conseguir un sonido casi metálico, fue mostrándome, también de forma gradual, un problema que fue apareciendo en el dedo del medio que, con el paso del tiempo, se convirtió al día de hoy en lo que se conoce como dedo engatillado, es decir, flexionado en contra de mi voluntad y que se dispara cuando trato de estirarlo. Lo cual implica que el tendón se recoja con el tiempo y se convierta en una zona dolorosa, con lo que desmejora el golpe sobre la conga y el tumbador para los sonidos graves con toda la palma de la mano.

Gran preocupación como aprendiz de tamborero porque no basta con llevar el ritmo, sino que el tambor hable por la calidad del sonido que las manos le arrancan.

La cosa empeora porque mis manos tienen de lunes a viernes una ocupación terrible, escribir en un computador la historia clínica de pacientes durante 10 horas; con un agravante, no soy mecanógrafo, soy “chuzógrafo”, escribo con los dedos índices, así que, el efecto sobre mis manos es devastador y llego a casa con los dedos engarrotados y los brazos tensos. Así nadie suena un tambor.

Para rematar el cuento, esta mecanografía absurda, al crear toda esa tensión en los brazos, originó, de ñapa, una alteración del túnel carpiano, una abertura estrecha entre los huesos de la muñeca y el ligamento que los une, y por el cual atraviesa uno de los nervios más importantes que va del brazo a la mano, el mediano.

La cosa trascendió de tal manera, sobre todo con el dolor donde el dedo medio se une con el resto de la mano, que me tocó acudir al doctor Gonzalo Carrillo, experto en manejo de estas condiciones, para que salvara mi mano mediante infiltraciones que me dolieron bastante, pero me aliviaron de forma definitiva.

En estos días tuve una pesadilla que me dejó sentado en la cama con el corazón arrítmico, soñaba que estaba sonando un guaguancó en un círculo de tamboreros en una esquina y uno de ellos me reclamaba claridad del sonido que yo no lograba, hasta cuando me gritó ¡Tus días de conguero están contados!

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El seco en las congas | Columna de opinión de Haroldo Martínez

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02.05.2024

Todo empezó hace un rato cuando fui percibiendo gradualmente cómo disminuía la tesitura del golpe seco de mi mano sobre el quinto de las congas, ese sonido que se distingue por encima de toda la percusión y la melodía para marcar el tiempo del ritmo que está sonando. Descargaba el golpe en diversos puntos del cuero buscando un mejor sonido, pero nada, cada vez más oscuro, cada vez menos nítido. Fingía sordera selectiva para practicar el resto de golpes en el quinto, la conga y el tumbador, para repasar los ritmos y ensayar variantes.

Ese golpe, que se da con los dedos de la mano bien estirados hasta conseguir un sonido casi metálico, fue........

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