Creo que la espiritualidad es la gran oportunidad de aprender a relacionarnos. El amor es la manera más concreta de la espiritualidad, porque ella es la constatación de que nada se cierra sobre sí mismo, sino que se abre y se comunica hacia lo otro. La gran tentación que nos atraviesa es la de creer que sólo en nosotros está el sentido y que nos bastamos para realizarnos, como si no sintiéramos a diario la necesidad de salir de nosotros mismos y conectar con los demás. Lo contrario a la espiritualidad es la absolutización del ego manifestada en egoísmo, egolatría y egocentrismo.

La espiritualidad nos hace conscientes de que somos necesitados, que requerimos ayuda, que no poseemos la verdad absoluta y que no somos más dignos que nadie. Esta constatación de quienes somos nos genera la seguridad necesaria para relacionarnos desde la autenticidad, sin pretender someter a nadie, evitando la discriminación.

Las manifestaciones espirituales que nos cierran, llevándonos a creer que unas verdades son mejores que otras, lo único que hace es paliar nuestros miedos e inseguridades permitiendo que los otros se vuelvan un peligro al que tenemos que vencer, ya sea convirtiéndolos a nuestras maneras o eliminándolos. Esto es lo que el Jesús del evangelio de Juan nos deja claro cuando yendo más allá de las diferencias religiosas de su época dice: “Pero llega la hora, y es ahora mismo, cuando los que de veras adoran al Padre lo harán de un modo verdadero, conforme al Espíritu de Dios” (Juan 4,23-24). Tengo claro que eso que allí llaman “adorar conforme al Espíritu de Dios” es descubrir que la única manera de ser feliz está en darse, comunicarse, compartir con el otro, con el distinto. En este caso con el gran otro: Dios. Quien se queda encerrado en sus propios pensamientos, creencias, características, aunque tenga los más complejos ritos, la más infranqueable fe, la seguridad de pertenecer a un grupo “escogido”, no puede adorar al Dios que está constantemente saliendo de sí (eso es la creación), trascendiéndose y afirmándose en el amor.

Si no abrimos espacios a esa experiencia espiritual, seguiremos matándonos de cualquiera de las sofisticadas formas que nos hemos inventado o desde las más bárbaras que todavía son usadas. Nada menos espiritual que sentirse más digno que otros, porque creemos que hacemos lo que ellos no hacen y dejamos de hacer lo que ellos hacen. Nuestras opciones no son porque nos sintamos más dignos, sino porque queremos ser más felices, y hemos encontrado un camino. Sólo cuando la religión recupere esa espiritualidad será fundamental en la existencia humana. Mientras tanto estaremos en una cárcel espiritual.

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Cárcel espiritual | Columna de Alberto Linero

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10.12.2023

Creo que la espiritualidad es la gran oportunidad de aprender a relacionarnos. El amor es la manera más concreta de la espiritualidad, porque ella es la constatación de que nada se cierra sobre sí mismo, sino que se abre y se comunica hacia lo otro. La gran tentación que nos atraviesa es la de creer que sólo en nosotros está el sentido y que nos bastamos para realizarnos, como si no sintiéramos a diario la necesidad de salir de nosotros mismos y conectar con los demás. Lo contrario a la espiritualidad es la absolutización del ego manifestada en egoísmo, egolatría y egocentrismo.

La espiritualidad nos hace conscientes de que somos necesitados, que requerimos........

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