En Bogotá hay un espacio que pocos frecuentan o saben que existe: el Museo de la Fiscalía. Es pedagógico, entretenido y está bien montado. Vale la pena visitarlo. Las historias de criminalidad expuestas, con objetos reales, leyendas explicativas y sus periodizaciones, cumplen las veces de relato oficial y vitrina. Reflejan nuestros males y dificultades tanto como la participación discursiva del Estado en los mismos.

QOSHE - Monitoreo ambiental - Nicolás Rodríguez
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