Todos los pensadores de la filosofía política en el mundo moderno, desde Maquiavelo hasta Kant, pasando por filósofos tan disímiles como Spinoza, Locke, Pascal y Hobbes, coinciden en que el fundamento último del Estado es y debe ser la paz. Los otros elementos que conforman y determinan la vida social se subordinan a este, que es el fundamento de los demás. Coinciden en ello porque conocieron los dolorosos embates de la guerra. Les tocó vivir siglos convulsos que plagaron de batallas y de violencias sus territorios en tiempos en los que se estaba consolidando el Estado moderno y se estaban definiendo las fronteras políticas de Europa.

La paz es garantía y campo de posibilidad de las acciones humanas, pues el propósito último del Estado es la defensa y la preservación de la vida, por eso el Estado debe afanarse en su búsqueda y en su procura. Maquiavelo lo expresa de este modo en el capítulo XXI de El príncipe: el Estado “debe animar a sus conciudadanos para que puedan ejercer pacíficamente sus actividades, ya sea en el comercio, en la agricultura o en cualquier otra actividad humana, y que nadie tema mejorar sus posesiones por miedo a que se las arrebaten ni abrir un nuevo negocio por miedo a los impuestos; por el contrario, debe instituir premios para quien quiera hacer estas cosas o para quien piense en mejorar de una manera u otra su ciudad o su Estado”.

Parece entonces razonable la propuesta del Gobierno Nacional de construir una “paz total”, entendida como la negociación con todos los grupos terroristas que existen en el país. Los acontecimientos más recientes, sin embargo, muestran que no hay voluntad de estos grupos insurgentes para continuar con la negociación. Por lo tanto, ella no es posible. Las disidencias de las FARC secuestraron a un grupo de militares en Cauca y, en comunicado del día 6 de noviembre, sostuvieron que suspendían la mesa de diálogos con el Gobierno. Las Autodefensas Gaitanistas de Colombia continúan su carrera delictiva en los departamentos en los que tienen presencia. El ELN no ha interrumpido los secuestros, que con cinismo y sin vergüenza llaman “retenciones”. El secuestro del papá del futbolista Lucho Díaz le dio la vuelta al mundo y puso de nuevo en las primeras planas de todos los periódicos la situación de orden público que vive el país. Hasta el momento de la escritura de esta columna no ha sido liberado. No cesan en Colombia las masacres (ya van 77 en lo corrido del año) ni el asesinato de los líderes sociales.

La respuesta del Gobierno frente a estos hechos atroces e indignantes ha sido un silencio que raya en la tolerancia. Para negociar se necesitan al menos dos partes. Si no existe voluntad de una de ellas se debe entonces buscar otra manera de lograr la paz en el interior de los Estados, como también lo recuerdan esos mismos filósofos traídos a colación al comienzo. Es deseable que un Estado procure la paz y lograrla debe ser su objetivo principal, pero esa búsqueda nunca debe ser excusa para que el Estado claudique.

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Sobre la “paz total”

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09.11.2023

Todos los pensadores de la filosofía política en el mundo moderno, desde Maquiavelo hasta Kant, pasando por filósofos tan disímiles como Spinoza, Locke, Pascal y Hobbes, coinciden en que el fundamento último del Estado es y debe ser la paz. Los otros elementos que conforman y determinan la vida social se subordinan a este, que es el fundamento de los demás. Coinciden en ello porque conocieron los dolorosos embates de la guerra. Les tocó vivir siglos convulsos que plagaron de batallas y de violencias sus territorios en tiempos en los que se estaba consolidando el Estado moderno y se estaban definiendo las fronteras políticas de Europa.

La paz es garantía y campo de posibilidad de las acciones humanas, pues el propósito último del Estado es la........

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