El mes de enero, Fernando Araújo Vélez se jubiló. Durante los últimos años fue el editor de la sección de Cultura de El Espectador, labor que conjugaba con la escritura de libros y con una colaboración semanal para el diario en su columna El caminante. A lo largo de su vida trabajó en distintos medios de comunicación escritos (La Prensa, El Tiempo, Cromos, El Siglo…). Tuvo, además, el gran acierto de revivir El Magazín, un clamor y una necesidad que muchos le habíamos manifestado a Fidel Cano y al periódico.

Prosista sutil, melómano declarado, lector juicioso… su última novela, Aunque me muera a la izquierda, es buen compendio de sus pasiones y de sus obsesiones vitales. Una novela admirable con un final lúcido y trepidante; uno de los mejores finales que conocen las novelas de la literatura colombiana, acaso comparable con esa vorágine con la que García Márquez cerró Cien años de soledad. Un final en el que encuentra el lector una defensa apasionada de la escritura y un panegírico de la literatura, que es la vida.

La crónica es otra de sus pasiones, junto con el fútbol y la filosofía, y a ella dedicó buena parte de sus empeños cuando dirigió la sección sobre Bogotá de El Espectador; luego la siguió cultivando con rigor, plasmando en ellas los temas varios e importantes que le son familiares, como se puede ver en sus semblanzas y sus ensayos sobre filósofos, humanistas y literatos. La sección de Cultura que tuvo a cargo reflejaba su generosidad, siempre bien dispuesta para publicar temas amplios y propuestas audaces y serias, y reflejaba también su cultura vasta y su espíritu liberal.

Hace dos semanas, sus compañeros y colegas de la redacción le rindieron un merecidísimo homenaje de despedida. Una despedida que padecí como un dolor y como un lamento. Vaya por delante mi gratitud por todos los ensayos y las entrevistas a escritores, músicos y pintores que acogió en la sección de Cultura mientras estuvo a su cargo. Hará falta una persona como él en el periódico, con su juicio certero y su defensa de las humanidades y de la cultura, cada vez más desplazada de los medios de comunicación y de la vida.

Nos queda la suerte de poder seguir disfrutando de sus columnas y de las novelas que aún le quedan por escribir. Ojalá sean muchos años más en los que continúe, en su camino, abriendo senderos inéditos y horizontes vastos y nuevos, teñidos de fútbol, de música y de literatura.

@D_Zuloaga

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