Este año fue de turbulencia política, tanto para el Gobierno como para la oposición, en el marco de unas instituciones que demostraron su fortaleza para tramitar las diferencias de manera pacífica. Ese es un activo que debemos cuidar hoy y siempre, y que contrasta con la inestabilidad política de varios países vecinos que son devorados por la tensión política, como Perú o Ecuador. Muchos creían —y siguen creyendo— que con un gobierno de izquierda esto no funcionaría.

Al Gobierno al final no le fue tan bien como esperaba ni tan mal como se presagiaba luego de haber perdido la coalición en el Congreso. Sus grandes reformas sociales, en salud, pensiones, régimen laboral y educación, avanzan lentamente, con acuerdos políticos al menudeo que desgastan la gobernabilidad, con mucho debate y con mayor ilustración de parte de la ciudadanía. Antes era una discusión entre Gobierno y Congreso, un tema de los políticos y sus intereses; hoy esa agenda de discusión se ha ampliado y muchos ciudadanos se preguntan cómo afectará su vida un cambio en el rol de aseguramiento de las EPS, si luego de la reforma conseguirá una cita con el especialista de manera más oportuna, si volverán las horas extras y el recargo nocturno. Los debates han salido del sistema político y eso constituye un avance en términos de ampliar la democracia deliberativa y un dato de la causa para futuros gobiernos.

El Gobierno ha privilegiado la vía de las reformas legislativas para consolidar el cambio, descuidando la acción gubernamental, desde donde también se pueden hacer grandes transformaciones, pero para este Gobierno ha sido la vía difícil, posiblemente porque no ha logrado consolidar en las entidades gubernamentales equipos sólidos capaces de transformar realidades desde la configuración de políticas públicas. Es lo que he llamado la falta de una dimensión institucional para el cambio, lo que ha obligado al presidente a refugiarse en una retórica confrontacional y defensiva. Hay que hablar otra vez del recurso humano en el Estado, del empleo público; sin ello, difícilmente se pueden hacer grandes reformas.

Esto lo han aprovechado sectores del establecimiento político —y mediático— para mantener al Gobierno en ese ambiente de confrontación que produce ruido y pocos resultados, y el presidente, ni corto ni perezoso, ha comprado esa línea de relacionamiento. Curiosamente, el establecimiento económico y especialmente los grandes grupos económicos han sido quienes han entendido que la confrontación con el Gobierno durante cuatro años no les hace bien ni a sus intereses ni al país en general, y los consensos han llegado por ahí. Mientras en los noticieros de la mañana cargan contra el Gobierno en lenguaje descomedido y tono clasista, llama la atención ver a esos empresarios conversando con el Gobierno y generando planes de inversión regional como el que acaba de iniciar la organización Sarmiento Angulo en La Guajira. Allí hay una posible línea de trabajo por explorar, una suerte de gran alianza público-privada de inversión en zonas donde el Estado es muy débil y se necesita de la inversión y la gestión privadas, replicar ese modelo en Chocó, Buenaventura, Tumaco, sur de Bolívar, entre otras regiones. De paso, se daría una señal a esos clanes políticos que se devoran los recursos públicos en las regiones sin que se vea el desarrollo.

Personaje del año, Linda Caicedo y todo lo que significa para el fútbol femenino y la población afro en Colombia; antipersonaje del año, Francisco Barbosa, quien hizo de la Fiscalía una plataforma para alimentar su ego y su soberbia, con pobres resultados en lucha contra la impunidad y dejando muy golpeada la imagen de la entidad.

En el Congreso se destacaron David Luna y Andrés Forero, así como Martha Alfonso. En el Gobierno destaco la labor de las ministras de Vivienda y Ambiente y del ministro de Comercio, un hombre serio y ponderado que ha marcado una línea de trabajo que debería ser replicada en otros sectores. Igualmente, la labor del director nacional de Planeación, planteando debates más allá de la coyuntura. Lo que logre en materia de reforma a la descentralización será clave para recuperar el Estado en muchas regiones. Un reconocimiento para el embajador en Estados Unidos, Luis Gilberto Murillo, quien sería un gran canciller para así salir de la estridencia del actual.

¡Feliz Navidad!

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22.12.2023

Este año fue de turbulencia política, tanto para el Gobierno como para la oposición, en el marco de unas instituciones que demostraron su fortaleza para tramitar las diferencias de manera pacífica. Ese es un activo que debemos cuidar hoy y siempre, y que contrasta con la inestabilidad política de varios países vecinos que son devorados por la tensión política, como Perú o Ecuador. Muchos creían —y siguen creyendo— que con un gobierno de izquierda esto no funcionaría.

Al Gobierno al final no le fue tan bien como esperaba ni tan mal como se presagiaba luego de haber perdido la coalición en el Congreso. Sus grandes reformas sociales, en salud, pensiones, régimen laboral y educación, avanzan lentamente, con acuerdos políticos al menudeo que desgastan la gobernabilidad, con mucho debate y con mayor ilustración de parte de la ciudadanía. Antes era una discusión entre Gobierno y Congreso, un tema de los políticos y sus intereses; hoy esa agenda de discusión se ha ampliado y muchos ciudadanos se preguntan cómo afectará su vida un cambio en el rol de aseguramiento de las EPS, si........

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