Cuando el presidente Petro haya terminado su mandato, si todo sigue como va, es decir, si las ciudades siguen copadas por el hampa, si vastos sectores de los territorios y los campos siguen bajo el dominio de los asesinos, si no se pudieron llevar a cabo las transformaciones que Colombia necesitaba a gritos y se prolongaron y se propagaron la pobreza y la desesperanza, nos encontraremos en el peor de los mundos.

El presidente Petro habrá perdido la oportunidad secular de transformar el Estado y las instituciones, de modernizarlos, de moldearlos a tono con lo que demandan las realidades sociales y humanas del tiempo presente, y de proporcionar justicia a quienes llevan siglos siendo maltratados y marginados. Habrá perdido, como diría López Pumarejo, la oportunidad de actuar como un estadista capaz de conseguir por las vías legales y constitucionales todo lo que conseguiría una revolución por las vías violentas. Nada menos. Y esto habiendo tenido el respaldo popular y legítimo para hacerlo.

La desmoralización en que vamos a quedar será inconcebible. La tristeza, la tremenda sensación de fracaso. Yo no voté por el presidente Petro, pero una vez su movimiento político alcanzó la presidencia y escuché los pronunciamientos y declaraciones del Gobierno nuevo, me ilusioné. Me di cuenta, objetivamente, de que vastos sectores de colombianos y colombianas que jamás habían tenido voz ahora la tenían y podían ser vistos, nombrados y, sobre todo, podían ser incluidos en programas y políticas públicas que los beneficiaran y que en su conjunto representaran un avance vigoroso en el desarrollo social y material de la nación.

Aún quedan 30 meses, es decir, dos años y medio, pero si este Gobierno termina mal, es decir, si no quedan por lo menos establecidas las bases reales, ciertas, democráticas, de cómo construir un país más igualitario y más eficaz en la generación de bienestar y protección para la ciudadanía, nos exponemos a que sobrevenga un gobierno contrario por completo a estas ideas, un gobierno enemigo de estas ideas, un gobierno al cual estas ideas le producen urticaria.

El péndulo se va a devolver con una fuerza feroz. Y el primer zarpazo a esas ideas de justicia y libertad y progreso serán los derechos humanos y civiles, que empezarán a ser cercenados. Vendrán las supuestas soluciones que ofrecen la fuerza y la represión estatal. Y vendrá, una vez más, como en tantos momentos de la historia de nuestro país, la determinación expresa de gobernar para los amigos, para las élites, para las plutocracias que jamás han pensado en nada que no sean sus lucros y sus riquezas personales.

Esas personas, agazapadas, que cruzan los dedos para que el presidente Petro fracase, están ahí. En silencio. Esperando. Frotándose las manos, cada vez que el presidente se equivoca estruendosamente. Son las mismas que por las noches les ponen velitas a tipos como Trump, Bukele y Milei.

QOSHE - Cuando el presidente Petro se haya ido - Gonzalo Mallarino Flórez
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Cuando el presidente Petro se haya ido

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13.03.2024

Cuando el presidente Petro haya terminado su mandato, si todo sigue como va, es decir, si las ciudades siguen copadas por el hampa, si vastos sectores de los territorios y los campos siguen bajo el dominio de los asesinos, si no se pudieron llevar a cabo las transformaciones que Colombia necesitaba a gritos y se prolongaron y se propagaron la pobreza y la desesperanza, nos encontraremos en el peor de los mundos.

El presidente Petro habrá perdido la oportunidad secular de transformar el Estado y las instituciones, de modernizarlos, de moldearlos a tono con lo que demandan las realidades sociales y humanas del tiempo presente, y de proporcionar justicia a quienes llevan siglos siendo maltratados y marginados. Habrá perdido, como........

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