El pasado 14 de febrero, en un amplio artículo de este diario, titulado “Gobierno avala obra en isla Gorgona: el debate por la construcción de muelle y radar”, se mencionan los graves perjuicios que ellas tendrían por la afectación a la biodiversidad de la isla y sus alrededores. El muelle sería la obra más perjudicial, que se ubicaría “en la zona donde funcionó hace más de cuatro décadas el muelle (en la que) existe un arrecife de coral que se ha venido recuperando (…). Por eso, dicen algunos (…), temían que la nueva obra se adelantara en este frágil ecosistema. Pero como aclaró (…) el capitán de Navío (…), esta información fue imprecisa. Ahora (…) el muelle se construirá cerca del pequeño centro poblado”.

No obstante, persisten inquietudes entre los académicos que hacen parte del Comité Científico del PNN Gorgona sobre el impacto que tendrá la construcción de esta obra, como lo que les pueda ocurrir a las tortugas marinas, a las anguilas y a los delfines que se encuentran en el área donde se adelantará la construcción. Y también a las ballenas jorobadas migrantes, los animales más sensibles al ruido, así como a los murciélagos que sufrirían a consecuencia del radar que piensan instalar. Y eso, sin mencionar el mayor movimiento en la zona de efectivos de la Armada. Esto y muchos más serían los efectos nocivos de las obras que se proyectan, supuestamente para dar mayor seguridad a las regiones que rodean la isla, todo ello con el apoyo oficial gringo. Incluso, hay un error de tiempo en el artículo, donde se afirma que “Desde que en 1984 la isla dejó de ser utilizada como una colonia penitenciaria y pasó a ser un PNN que se conoce como la ´Isla Ciencia´”.

En el año de 1958 ya había desaparecido la colonia penitenciaria y sólo quedaban sus ruinas. Conozco bien el caso, porque cuando fui miembro de la Comisión Geodésica Militar, adscrita al Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC), que adelantaba labores itinerantes de levantamientos geodésicos en el país, ya que no existían aún los satélites artificiales, tuve la misión de ubicar a Gorgona -con precisión- en la geografía del país. En ese año aprecié su inmensa belleza natural, pues estuve a lo largo y ancho de la isla y sus alrededores marítimos, además de una extensa zona en la costa del Pacífico, al sur y norte del municipio de Guapi. En la isla habitaba sólo una familia vallecaucana que la “cuidaba” y que dependía de sus “dueños”: una familia rica de Cali que la disfrutaba.

Bien vale la pena plantear la creación de un movimiento popular compuesto por personas de distintas profesiones y ocupaciones, interesados en la protección de la naturaleza que continua su deterioro, pues este PNN de Gorgona es único en el país, en medio de su gran diversidad y sus relaciones con diferentes seres vivos que habitan en sus terrenos y vecindades, y también que las visitan periódicamente. No deberían aceptarse más procesos de destrucción de la inconmensurable riqueza natural colombiana.