Al final de este año culmina la alcaldía de Claudia López, primera mujer en ser elegida que ocupa este cargo en la capital del país, ciudad con problemas y complejidades sin par. Su población ha crecido exponencialmente, en particular en localidades que antes eran potreros. En 1951 Bogotá alcanzó su primer millón de habitantes y hoy cuenta con ocho millones, además de su población flotante de visitantes y también de inmigrantes dispersos, entre los que sobresalen los venezolanos.

En la actualidad, la capital es un maremágnum en el sentido literal de la palabra, en especial por la cantidad de obras y reformas en marcha, a lo largo y ancho de la ciudad. La alcaldía de Claudia emprendió numerosos cambios de distinto orden en diferentes frentes y contextos, muchos en ejecución, que culminarán en los próximos años. Se espera larga vida para las 21 Manzanas del Cuidado —400.000 mujeres y sus familias— y las cuatro en construcción, que son servicios gratuitos para relevar a mujeres de la sobrecarga de cuidado y trabajo doméstico no remunerado. Todo ello está expresado en la entrevista que le hizo el diario El Espectador a la alcaldesa, el 12 de noviembre pasado, comenzando por los problemas imprevistos producto de la pandemia del COVID-19.

Bogotana de nacimiento e hija de una maestra, Claudia se ha hecho a pulso. Cuenta con un pregrado en Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia, para el que tuvo apoyo crediticio del ICETEX. Además, tiene una maestría en Administración Pública y Política de la Universidad de Columbia (Nueva York) y un doctorado en Ciencia Política de la Universidad de Northwestern (Illinois, Estados Unidos).

Dentro del revoltijo de problemas de la capital, hay dos asuntos destacados que parecen no tener fácil solución. Se trata de la movilidad vehicular y la seguridad ciudadana. En el primer caso, pese al reciente aumento de ciclas y a la explosión de motos, los trancones y la lentitud del tránsito no han cedido. La demora en la construcción de un metro —prometido desde hace décadas— podría ser mayor por el capricho presidencial de Petro de cambiar un diseño inicial. Por fortuna, tal parece que la obra ya iniciada no tiene reversa, pues así lo anunció el alcalde recién elegido.

En cuanto a la inseguridad ciudadana, su crecimiento ha sido exponencial, con casos y nuevas formas delictivas que crecen día a día. La Alcaldía está estancada, pues el manejo nacional de la Policía no ha sido el mejor, comenzando por el freno al crecimiento del pie de fuerza —a la par con nuevos recursos— que requiere la capital. El eterno problema de la desigualdad social, con alrededor de la mitad de la población que sobrevive del “rebusque”, frente a un reducido porcentaje de multimillonarios —junto con exportadores permanentes de capital—, no ha tenido solución a lo largo de la historia nacional. Además, el rápido crecimiento de la población ha alimentado el problema.

La elección del nuevo alcalde, Carlos Fernando Galán, parece que garantiza la continuidad de proyectos y nuevas propuestas viables para avanzar en la solución de tantos problemas acumulados y emergentes. Ojalá los caprichos del Gobierno nacional no entorpezcan los procesos y haya nuevos nombramientos que enriquezcan las propuestas de solución, además de correcciones en el enraizado clientelismo que ha dominado la política en todos sus niveles.