En un país como Colombia, recuperar, conservar y propiciar espacios de memoria es un asunto de vida o muerte. El rescate y la recordación de los horrores que hemos padecido construyen las perspectivas futuras de un país en el que la no repetición debe ser una realidad. En la titánica labor de recordar se han embarcado víctimas, académicos, comunidades, madres, estudiantes, profesionales, todos ellos entregando su tiempo, su saber, su dolor y su rigurosidad a un proceso que exige los más altos niveles de seriedad y compromiso. Gracias a estos enormes esfuerzos, nuestro país ha tenido la posibilidad de contar con variados espacios de importantísimo calado para la reconstrucción de la verdad para la reconciliación y la paz, uno de ellos es el Centro Nacional de Memoria Histórica.

El CNMH, después de importantísimos aportes para el esclarecimiento de lo ocurrido en el marco del conflicto, sufrió un severo golpe al ser puesto en manos del negacionista Darío Acevedo. Durante su largo periodo no solo se frenaron cruciales iniciativas de memoria, sino que también se abrió espacio para relatos que atentaban contra la dignidad de las víctimas. Con la llegada de un gobierno alternativo, como lo es el de Gustavo Petro y Francia Márquez, muchos esperábamos que el cambio de dirección del Centro volviera a potenciar la construcción de la memoria para la paz. Sin embargo, el CNMH no ha renacido como debería, aun y cuando el contexto regional y global lo exige más que nunca. El más reciente chasco es la presentación de la película “Matarife”, de la autoría de Daniel Mendoza. Debo decir que no creo que al autor de esa pieza se le deba censurar de ninguna manera, en el marco de la libre expresión, ya una alta corte reconoció su derecho a producir y reproducir su material como le plazca, lo que sí no debería pasar es que esa producción, carente de toda la rigurosidad, la altura, la legitimidad y la seriedad del caso, sea expuesto por el CNMH, aunque sea de manera privada. Raya en la burla que se le dé espacio a un contenido de estas características cuando hay cientos de investigaciones e iniciativas consolidadas esperando para ser apoyadas por el Estado. No importa si a mí me gusta “Matarife” o no, tampoco si Álvaro Uribe Vélez es o no de mi agrado, simplemente esa producción no pasa ni el mínimo estándar para ser acogido por una institución del calado del Centro.

La verdad y la memoria hacen parte de la columna vertebral de un país en paz. Este gobierno, que tiene horizontes transformadores, debe recomponer el camino y engrandecer las herramientas memorísticas que tenemos de la mano de las víctimas, las comunidades, la ciudadanía y la academia. Ahora más que nunca el país necesita este esfuerzo.

QOSHE - No más juegos con la memoria - Cristina Nicholls Ocampo
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

No más juegos con la memoria

5 1
21.12.2023

En un país como Colombia, recuperar, conservar y propiciar espacios de memoria es un asunto de vida o muerte. El rescate y la recordación de los horrores que hemos padecido construyen las perspectivas futuras de un país en el que la no repetición debe ser una realidad. En la titánica labor de recordar se han embarcado víctimas, académicos, comunidades, madres, estudiantes, profesionales, todos ellos entregando su tiempo, su saber, su dolor y su rigurosidad a un proceso que exige los más altos niveles de seriedad y compromiso. Gracias a estos enormes esfuerzos, nuestro país ha tenido la posibilidad de contar con variados espacios de importantísimo calado para la reconstrucción........

© El Espectador


Get it on Google Play