La primera vez que oí el término “pamper party” fue hace tres años leyendo un artículo del NYT sobre el canadiense ejecutivo de la moda Peter Nygard. El texto hablaba sobre las demandas contra Nygard por la explotación sexual de niñas adolescentes. Según las demandantes, el magnate utilizó su empresa Nygard International y a sus empleados para buscar y persuadir menores de edad y abusar de ellas con alcohol y drogas. Además, preparaba a sus víctimas para que ellas reclutaran a su vez a otras víctimas o “carne fresca”, como dice el reporte.

El artículo hacía énfasis en las “pamper parties”, una especie de fiestas organizadas en su propiedad de las Bahamas en las que se “consentía” a las niñas. “To pamper” en inglés es capricho, mimo o consentimiento. Las fiestas incluían una variedad de spa, con masajes gratis, manicuras y paseos a caballos. Las “pamper parties” han existido desde hace tiempo por fuera de los abusos exóticos de Nygard. La diferencia es que se trataba de mujeres que se reunían para hacerse alguna mascarilla o tratamiento en el pelo.

Sin embargo, por lo que he constatado en mis redes, hay ahora una suerte de Nygard trend y estas fiestas ya no son sólo típicamente de mujeres. En las fotos, como si fuera el sueño concretado de Nygard, veo niñas de alrededor de cinco años con pequeñas batas, rulos, separadores de dedos de pie para manicure y toallas en el pelo. En estas piñatas las niñas juegan a ser mujeres en el spa. Muchas veces se visten con zapatos de tacón, se cuelgan una cartera, se pintan con labial y se maquillan los ojos.

Las piñatas temáticas no están mal. La idea de que niñas y niños entren en un juego de disfraces con superhéroes o películas de Disney es excusa para que se permitan soñar y usar su imaginación. Pero admitamos que hay algo fuera de sitio en niñas que juegan no a ser astronautas, sino a ser mujeres. ¿Qué significa eso exactamente? ¿Qué es una niña jugando al spa? Porque no es jugar a ser peluqueras. Es jugar a recrear una actividad tradicionalmente asociada a lo femenino y sensual, a los masajes, las mascarillas, los aceites. Es una actividad adulta, no como ser bombero, sino como una actividad que mima al cuerpo.

Claro, un plan de amigas, vinos y mascarillas no es sexual, y los masajes para aliviar las tensiones son otra cosa. Pero por algo no sólo Nygard, sino Epstein, por ejemplo, se complacía de hacer que niñas jugaran a ser mujeres en masajes y otros consentimientos. No se trata de casos aislados. Nuestro imaginario colectivo tiene varios registros de estos deseos. Recuerden, por ejemplo, que la adaptación de Lolita de Kubrick inicia con una mano masculina adulta que toma los pies de una niña y le separa delicadamente los dedos con pequeños algodones para luego pintarle las uñas de los pies con un tono de esmalte oscuro.

Y ahí está quizá el desfase que debemos pensar: ese deseo perverso de que las niñas sean mujeres y a la vez de que las mujeres se queden niñas. Porque la presión inversa también converge. De las mujeres socialmente se espera que no tengan pelos, que no envejezcan, que sean frescas, alegres, ingenuas, que no deseen, sino que sean deseadas, como las niñas. Y de las niñas se desea que sean grandes, que cuiden su cuerpo, que se imaginen mujeres. Es sólo un juego dirán algunos. Quizá sí, pero es un juego cuyo significado hay que revisar.

QOSHE - Piñatas de spa para niñas - Catalina Uribe Rincón
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Piñatas de spa para niñas

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09.12.2023

La primera vez que oí el término “pamper party” fue hace tres años leyendo un artículo del NYT sobre el canadiense ejecutivo de la moda Peter Nygard. El texto hablaba sobre las demandas contra Nygard por la explotación sexual de niñas adolescentes. Según las demandantes, el magnate utilizó su empresa Nygard International y a sus empleados para buscar y persuadir menores de edad y abusar de ellas con alcohol y drogas. Además, preparaba a sus víctimas para que ellas reclutaran a su vez a otras víctimas o “carne fresca”, como dice el reporte.

El artículo hacía énfasis en las “pamper parties”, una especie de fiestas organizadas en su propiedad de las Bahamas en las que se “consentía” a las niñas. “To pamper” en inglés es capricho, mimo o consentimiento. Las fiestas incluían una variedad de spa, con masajes gratis,........

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