En las semanas pasadas, Chile vivió dos eventos inesperados, impactantes y profundamente reveladores de su realidad política.

Con pocos días de diferencia, dos expresidentes demócratas, que fueron rivales y que, después de la dictadura, marcaron el rumbo de su país durante varios años, salieron de la vida pública. Ricardo Lagos, el primer presidente del Partido Socialista después de Salvador Allende, a sus 86 años anunció su decisión de marginarse de la política. Y unos días después, Sebastian Piñera, el primer presidente de derecha después de la dictadura de Pinochet, murió al perder el control de su helicóptero cuando volaba sobre el lago Ranco al sur de Chile.

Fue impresionante el reconocimiento y el homenaje a la trayectoria de ambos líderes, algo difícil de prever hace unos años. En la llamada explosión social de 2019, las protestas, las recriminaciones y la ira de grupos opositores se dirigieron, en buena parte, contra ambos mandatarios. Los principales líderes de la Transición, Lagos entre ellos, fueron acusados de neoliberales y contrarios a los intereses del pueblo. Y el presidente Piñera fue el blanco de una rabiosa resistencia, y enfrentó violentos disturbios y exigencias de renuncia por parte de los grupos y partidos de oposición en cabeza de jóvenes dirigentes de izquierda.

Ante el retiro de Lagos, se presentó un alud de escritos, mensajes y declaraciones que lamentaron su decisión y destacaron su calidad de estadista y conductor de los asuntos de su país.

Y se observaron masivas muestras de pesar de personas de todos los grupos sociales por la muerte de Piñera. Durante los tres días de duelo solemne decretados por el Gobierno, las multitudinarias manifestaciones de dolor se enmarcaron en los protocolos, símbolos y tradiciones del funeral de un líder republicano: las banderas a media asta, los desfiles, la velación, los discursos. Los líderes políticos y sociales que encabezaron las ceremonias hicieron eco y compartieron la aflicción popular ante la desaparición del líder de la derecha democrática.

Los reconocimientos a Lagos y Piñera, criticados duramente en el pasado reciente, son una prueba de la revaloración colectiva de su trayectoria y de la rectificación de numerosos líderes de izquierda de las cosas que dijeron y gritaron en los días más duros de la polarización. Son una muestra de que el país está dejando atrás los discursos desbordados, los insultos y los señalamientos que caracterizaron la violenta explosión popular de hace tres años.

Lo más significativo de este reexamen colectivo y, en cierta forma, del arrepentimiento por los excesos del pasado, estuvo a cargo del mismo presidente Boric, quien fue, como líder de la oposición, un duro crítico de ambos mandatarios. Boric, primero, exaltó con generosidad la trayectoria de Lagos y luego, en el funeral de Piñera, reconoció que “como ha sucedido otras veces en nuestra historia política, las querellas y recriminaciones fueron en ocasiones más allá de lo justo y razonable”. Añadió que “ocupar el sillón de O´Higgins [la Presidencia] me ha permitido comprender y aquilatar mejor a Sebastián Piñera y, con ello, a los presidentes y presidenta que lo antecedieron”.

Estos esperanzadores signos de madurez y equilibrio pueden aclimatar la moderación y el entendimiento en el futuro de la vida política de Chile.

QOSHE - El adiós de Lagos y Piñera - Armando Montenegro
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El adiós de Lagos y Piñera

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18.02.2024

En las semanas pasadas, Chile vivió dos eventos inesperados, impactantes y profundamente reveladores de su realidad política.

Con pocos días de diferencia, dos expresidentes demócratas, que fueron rivales y que, después de la dictadura, marcaron el rumbo de su país durante varios años, salieron de la vida pública. Ricardo Lagos, el primer presidente del Partido Socialista después de Salvador Allende, a sus 86 años anunció su decisión de marginarse de la política. Y unos días después, Sebastian Piñera, el primer presidente de derecha después de la dictadura de Pinochet, murió al perder el control de su helicóptero cuando volaba sobre el lago Ranco al sur de Chile.

Fue impresionante el reconocimiento y el homenaje a la trayectoria de ambos líderes, algo difícil de prever hace unos años. En la llamada explosión social........

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