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Triste es la condición de quien, creyendo que tiene razón, se entristece cuando se la dan, y aún mayor se muestran su enfado y tristeza, cuando los hechos muestran que no la tiene. La razón última es que nadie tiene razón. A lo sumo, se cree que se tiene, o se piensa, con cierta convicción, que los demás no la poseen. Por tanto, es más seguro que los demás no tengan razón que uno la tenga del todo.

Hay más sombras que luces en esta época. Los regidores de los distintos ayuntamientos tratan de minimizar el hecho, colocando pantallas gigantescas donde la luz define los contornos, y duermen el seso y los sentidos, y se aturde la conciencia, que no necesita mucho para alborotarse, ni para acomodarse. Cualquier sonido, por débil que sea, le trastorna, le enerva, le muestra su fragilidad. El miedo es el peor compañero, extiende un velo sobre la existencia, como el cendal de niebla que va ocultando valles y barrancas, protegiéndolos de las siniestras acometidas. Me pregunto qué sería de este mundo si el miedo, o los miedos, no fuesen perceptibles, si, herido por alguna de sus ráfagas, el cuerpo no temblase, como una rama seca a punto de desgajarse del árbol que la sustenta. ¿Habría paz? Si nadie temiese a nadie, nadie daría cuenta debida de nada a nadie. ¿Seríamos iguales entonces? Sin miedo, la razón absoluta sería la guía de las acciones. Pero eso no quiere decir que todos tuvieran razón, o al menos más razón que otros. Siempre hay otros factores que intervienen: las circunstancias, los prejuicios, las pasiones, etc. El heroísmo de la razón, que no razón del heroísmo, significa intentar llevar una vida de acuerdo con las reglas y leyes de la sociedad, en sana armonía con los demás.

Comprender el tiempo que vivimos ha sido –sigue siéndolo– el reto de nuestra generación. Hemos construido faros, a veces difíciles de ver, que nos han guiado, con mayor o menor intensidad, en los momentos de zozobra. Algunos han caído, más por la desidia del tiempo que por los diversos acontecimientos. Otros, siguen encaramados sobre abismos, erguidos en medio de laberintos, en la espesura de bosques intrincados, iluminando algún camino.

Todos los seres tristes se parecen, aunque la causa de la tristeza sea distinta en cada uno. Triste es quien tiene que justificar su tristeza, porque la alegría no necesita ser explicada. Se entiende perfectamente. Basta una leve sonrisa, una apertura de labios, para saber cuál es su profundidad, hasta dónde llega.

QOSHE - Tristes - Felipe Juaristi
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Tristes

13 0
16.12.2023

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Triste es la condición de quien, creyendo que tiene razón, se entristece cuando se la dan, y aún mayor se muestran su enfado y tristeza, cuando los hechos muestran que no la tiene. La razón última es que nadie tiene razón. A lo sumo, se cree que se tiene, o se piensa, con cierta convicción, que los demás no la poseen. Por tanto, es más seguro que los demás no tengan razón que uno la tenga del todo.

Hay más sombras que luces en esta época. Los regidores de los........

© El Diario Vasco


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