La democracia es una maravilla. La conquista democrática allá por los 80 fue un cambio enorme. Todo perfecto. Nada que lamentar. Sin embargo, si dudo de algo: cuando la democracia se convierte sólo en democracia del voto - lo que llamamos democracia electoral- resulta insuficiente. ¡Resulta ridículamente insuficiente! Pongámoslo en números: fuimos a elecciones presidenciales en 2005, 2009, 2014, 2019. Además, asistimos a similar cantidad de elecciones departamentales y municipales en los mismos tiempos. También participamos de un referéndum en 2008 y 2016. ¿Qué quiere decir este recuerdo numérico? Pues que hemos participado en 10 elecciones de 2005 a 2019: ¡10 días! ¿Y cuántos días se gobernó? Si ponemos las cifras en su justa dimensión, observamos que Evo Morales gobernó 5.445 días. Si restamos los fines de semana, tenemos una cifra de 3.915 días. Finalmente, si restamos una veintena de días feriados por año, concluimos con 3.615 días.

Evo Morales gobernó 3.615 días. Si esa cifra la contraponemos con los 10 días electorales que tuvimos desde ese año, el 2005, llegamos a un dato escalofriante: el 0,27% del tiempo, desde el 2005 hasta finales del 2019, tuvimos elecciones y, el 99,72%, tuvimos gobierno. Tras el periodo dictatorial, nuestra emoción democrática fue tan grande, que decidimos ponderar ese 0,27% del tiempo electoral por encima del 99,72% de tiempo no-electoral o tiempo de gestión. ¿Qué debimos haber hecho? El secreto sólo puede residir en ligar ese minúsculo 0,27% con el 99,72%. Aquello se logra votando y, luego, haciendo seguimiento a lo que hacen nuestros votados. ¡Este es el punto de arribo de esta reflexión! Si hacemos seguimiento al dinero invertido en el día a día, la democracia ya no es sólo ir a votar: ¡es controlar! Si participamos en los cabildos abiertos, talleres de planificación, cumbres municipales, la democracia ya no es sólo ir a votar: ¡es co-decidir! Si tenemos medios de comunicación con capacidad de criticar sanamente al gobierno de turno –como efectivamente fue el papel que tocó cumplir a Página Siete y a los Tiempos que hoy ya no existen-, la democracia ya no es sólo ir a votar: ¡es opinar! Si tenemos juicios y la justicia actúa objetivamente testificando las pruebas del delito y no sólo viendo la militancia del acusado o los dólares que pueda tener el acusado, la democracia ya no es sólo ir a votar: ¡es tener justicia imparcial!

Puedo seguir, pero es suficiente para dejar en claro la tesis de esta columna: no hay democracia en Bolivia. Por lo menos, no hay democracia durante ese 99,72% de los días en que vivimos en el país. Hay democracia para que ese petiso porcentaje de días, el 0,27 mencionado, termine siendo el detentador de la decisión final: aupar en el poder a quienes se vienen chupando la plata como les da la gana, a quienes han cancelado cualquier atisbo de codecisión descentralizada amenazando a las autoridades sub-nacionales; a quienes han acosado a los medios ahogándolos sin darles ni un peso; a los que tienen la justicia para su propia satisfacción metiendo presos a Jeanines y Camachos.

En suma, la democracia es una regla numérica del 1 al 100: los días de elección son el 1 y el 1000 y del 2 al 999, debemos construir democracia haciendo gestión. Nos hemos preocupado (casi) exclusivamente del 1 y del 1000. ¡No puede ser! Quisiera ver festejos no sólo por los 40 años de democracia, sino por los 40 años de gestión. No podemos dejar que se decida en el Palacio de la Plaza Murillo, entre 4 a 5 talentosos, lo que se debe hacer en ese 99,72% del tiempo “restante”.

Como dice Moises Naim, hoy el mundo se torna difícil: ya no podemos echar del país a los autoritarios, los autoritarios conviven con nosotros haciendo bloqueos y/o prorrogando a sus empleados en el Tribunal Constitucional.

QOSHE - Democracia 10, gestión 5.445 - Diego Ayo
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Democracia 10, gestión 5.445

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09.02.2024

La democracia es una maravilla. La conquista democrática allá por los 80 fue un cambio enorme. Todo perfecto. Nada que lamentar. Sin embargo, si dudo de algo: cuando la democracia se convierte sólo en democracia del voto - lo que llamamos democracia electoral- resulta insuficiente. ¡Resulta ridículamente insuficiente! Pongámoslo en números: fuimos a elecciones presidenciales en 2005, 2009, 2014, 2019. Además, asistimos a similar cantidad de elecciones departamentales y municipales en los mismos tiempos. También participamos de un referéndum en 2008 y 2016. ¿Qué quiere decir este recuerdo numérico? Pues que hemos participado en 10 elecciones de 2005 a 2019: ¡10 días! ¿Y cuántos días se gobernó? Si ponemos las cifras en su justa dimensión, observamos que Evo Morales gobernó 5.445 días. Si restamos los fines de semana, tenemos una cifra de 3.915 días. Finalmente, si restamos una veintena de días feriados por año, concluimos con 3.615........

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