Duele contarlo. En España se nos rompió el consenso. De tan poco usarlo. Porque en la formidable canción de Manuel Alejandro se rompió el amor de tanto usarlo. Pero en la gobernanza nacional se ha utilizado poquísimo la armonía. Constatemos lo que está sucediendo. Incluso en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, ante una realidad tan dramática en la que debería ser mucho más fácil la unidad de acción por la más elemental empatía con las víctimas de la convivencia brutalizada. No hay ni actos ni manifestaciones compartidos por las principales organizaciones políticas y sociales. Cada uno por su lado. No representan el sentir de la mayoría de la población en un problema tan básico. Incluso las feministas de poder nacional gustan de comparecer en Madrid por separado, para marcar diferencias con las que incomodarse recíprocamente. Negándose todas a pedir perdón por el colosal error que perpetraron o consintieron al evidenciarse que la pésima articulación jurídica de la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual abría una gatera tan ominosa como la opción para los delincuentes sexuales en prisión de conseguir reducción de penas y excarcelaciones anticipadas.

Sí, se nos rompió el consenso de tan poco usarlo. Recordemos que nunca se pacta algo tan trascedental como el modelo del sistema educativo, terreno predilecto de las trincheras ideológicas y confesionales. Ahora el estribillo de todos los ámbitos políticos e institucionales incorpora siempre términos tan poco cantables como polarización, divisiva, paralizante. Estamos en peligrosos niveles de colmo. Se está normalizando un riesgo tan nocivo como dar por hecho que es inevitable que la confrontación va a rebosar los bordes de lo admisible, y considerar que solo ignoramos el grado de efectos colaterales que van a causar la concatenación de enfrentamientos. Bienvenidos al empacho del 'y tú más' que puede arramplar incluso con el espíritu navideño.

No debemos resignarnos a que nos empotren en una ración de bloqueos y choques cuya capacidad de erosión de nuestro sistema rebasa el promedio de enconos vividos en los últimos cuarenta años. Sociedad emparedada en pulsos para enfrentarse desde Congreso y Senado; desde la coalición de partidos que propician una investidura para enfrentarse durante la legislatura; desde el Tribunal Supremo y Tribunal Constitucional, desde comunidades autónomas privilegiadas y comunidades autónomas subalternas, desde Comisión Europea y Parlamento Europeo.

Repasen lo que decidió el conjunto de la ciudadanía tanto en los comicios municipales y regionales de mayo como en las elecciones generales de julio. En ambos casos, respecto a consultas precedentes, se redujo de modo muy significativo el número de votos y el porcentaje de votos para los partidos extremistas que configuran su posición a base de declaraciones y decisiones que alientan la conflictividad, en lugar de contribuir a concertar soluciones para los grandes problemas reales que lastran el porvenir de nuestra sociedad. Hubo un notable descenso en el apoyo al Vox de Abascal, a las candidaturas montadas sobre lo que era Podemos, al Junts de Puigdemont, a la Esquerra de Junqueras, a la CUP de Botrán. Solo Bildu es la excepción a esta tendencia porque está jugando a camuflar con piel de cordero su espantosa mochila de connivencia terrorista. Sin embargo, el mayor respaldo de los electores a PP y PSOE para que cojan las riendas con más fuerza se ha concretado en lo contrario: darle más capacidad de poder y de influencia en las instituciones a quienes la han perdido más en las urnas. Resultado: los ultras secesionistas y los ultras españolistas encantados de ser el niño del bautizo, el novio de la boda y el muerto del entierro.

En la España política, el sentido común es una flor que jamás dura dos primaveras. Pero en este otoño de extrema sequía para la siembra de pactos imprescindibles que se demoran desde hace veinte años, aún somos mayoría los españoles que nos afanamos en dedicarnos a aportar soluciones a los problemas en lugar de alistarnos a una convocatoria para tener el título de especialista en tejer problemas que impidan germinar cualquier solución.

QOSHE - Se nos rompió el consenso de tan poco usarlo - Juan Luis Pavón
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Se nos rompió el consenso de tan poco usarlo

3 0
26.11.2023

Duele contarlo. En España se nos rompió el consenso. De tan poco usarlo. Porque en la formidable canción de Manuel Alejandro se rompió el amor de tanto usarlo. Pero en la gobernanza nacional se ha utilizado poquísimo la armonía. Constatemos lo que está sucediendo. Incluso en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, ante una realidad tan dramática en la que debería ser mucho más fácil la unidad de acción por la más elemental empatía con las víctimas de la convivencia brutalizada. No hay ni actos ni manifestaciones compartidos por las principales organizaciones políticas y sociales. Cada uno por su lado. No representan el sentir de la mayoría de la población en un problema tan básico. Incluso las feministas de poder nacional gustan de comparecer en Madrid por separado, para marcar diferencias con las que incomodarse recíprocamente. Negándose todas a pedir perdón por el colosal error que perpetraron o consintieron al evidenciarse que la pésima articulación jurídica de la Ley de Garantía Integral de la........

© El Correo de Andalucía


Get it on Google Play