Alguien debería decir a la tal María Pombo que hablar no es un deporte de riesgo tal y como afirma en una entrevista publicada en El País y firmada por Ixone Arana. No, hablar no es un deporte de riesgo; lo que sí es temerario y peligroso es pasar el día diciendo idioteces, banalidades, frases con una profundidad que podría medirse en micras; y es que siempre lo fue puesto que nunca faltaron charlatanes que se paseaban por el mundo vendiendo cosas tan irrelevantes y tramposas como ellos mismos. La diferencia que hay entre presente y pasado es que antes eran pocos los que abrían la boca para soltar ocurrencias y memeces frente a un público reducido y dispuesto a comprar milagros embotellados o elixir de amor a espuertas y, ahora, son miles los que usando un altavoz potentísimo como es internet dedican su tiempo a un negocio que consiste en vender hasta si se levantan con gases o se acuestan sin sueño.

María Pombo es una mujer que parece aportar muy poca cosa a la sociedad. Y lo que tiene que hacer o decir sólo le interesa a un tipo de personas tan superficiales como ella misma y, además, dispuestas a comprar milagros y frascos de elixir como hacían los antiguos (eso nunca cambia). Si no es así, que alguien me explique qué interés tiene que esta mujer tome un batido de fresa, que su hijo estrene un pichi o que en su boda suene el himno de España antes de comenzar la ceremonia. Creo yo que la vida de María Pombo la resume muy bien su padre al decir: ‘No hay conversaciones muy profundas en mi familia, con lo cual, es una vida simple, pero feliz’. Vacío total, dicho de otro modo. Se nos ha llenado la vida de vulgaridad disfrazada de glamour del todo a cien y no nos hemos enterado aún.

Me importa muy poco la vida de esta señora. De hecho, no sé que hago hablando de ella. Pero es que, claro, ahora llegan al teléfono noticias que dan vergüenza, asuntos lejanos y sin interés, cosas que no has pedido y que, por narices te vas a tragar... y una de esas cosas es María Pombo y su vida, una existencia que me importa entre nada y cero.

El caso es que María Pombo (como toda esta banda de inútiles que se dedican a facturar gracias a crear un mundo paralelo falso y perjudicial para miles de jóvenes o personas con carencias afectivas o de cualquier otro tipo) no entiende que hablar no es un deporte de riesgo porque no entiende a qué se dedica. María Pombo se expone y expone a su familia (incluidos sus hijos) y se coloca al alcance de personas tan vacías como ella, de personas que envidian una vida de cartón piedra que ella vende como una cosa casi divina, de personas incapaces de leer un libro aunque dispuestas a mirar una pantalla de teléfono todo el tiempo del mundo. Y ella factura por eso, porque las personas miran sus fotos y envidian lo que ven y... la odian mucho. El odio le reporta grandes beneficios a María Pombo. Eso es lo que no entiende esta mujer.

Hemos dado espacio a un grupo de personas que ganan dinero a espuertas por generar inquietudes a miles de personas, inquietudes que crecen alrededor de la mentira que representa un mundo visto a través del filtro, del postureo y de las mentes vacías. Y eso es uno de los peligros con los que tendremos que pelear los próximos años. De momento sólo dan el coñazo a través del móvil (te guste o no). Pronto les veremos optando a un escaño en el Congreso de los Diputados. Tiempo al tiempo.

QOSHE - María Pombo gana dinero con los que la odian - Gabriel Ramírez
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María Pombo gana dinero con los que la odian

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28.11.2023

Alguien debería decir a la tal María Pombo que hablar no es un deporte de riesgo tal y como afirma en una entrevista publicada en El País y firmada por Ixone Arana. No, hablar no es un deporte de riesgo; lo que sí es temerario y peligroso es pasar el día diciendo idioteces, banalidades, frases con una profundidad que podría medirse en micras; y es que siempre lo fue puesto que nunca faltaron charlatanes que se paseaban por el mundo vendiendo cosas tan irrelevantes y tramposas como ellos mismos. La diferencia que hay entre presente y pasado es que antes eran pocos los que abrían la boca para soltar ocurrencias y memeces frente a un público reducido y dispuesto a comprar milagros embotellados o elixir de amor a espuertas y, ahora, son miles los que usando un altavoz potentísimo como es internet dedican su tiempo a un negocio que consiste en........

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