Nos vamos acercando a fechas entrañables en donde pretendemos vivir momentos especiales. No hay duda, o al menos eso terminamos creyendo, se trata de un espacio temporal en donde los milagros pueden suceder. No se trata de experimentar algo religioso, que también puede ser posible para los que crean. No, más bien se trata de redescubrir la sencillez de las cosas y de que las personas tenemos dentro de nosotros una fuerza especial que nos hace ser más comprensibles con los demás. Es algo que no se puede explicar con palabras, pero que llegamos a sentir en nuestro ser porque parte de lo más hondo de lo que somos. Se trata de redescubrir que tenemos sentimientos y que lo que ocurre a nuestro alrededor sí nos importa y sí queremos ayudar para que el mundo funcione mejor.

Nos adentramos en un camino que nos gustaría que todos conocieran porque nuestro caminar de ve reforzado por algo que nos hace sentir la paz y la serenidad.

Nuestro mundo no puede reducirse a que unos son buenos, otros regulares y otros malos. Estos calificativos poniéndoselos a personas concretas no nos ayudan a construir un mundo mejor; pero lo cierto es que todos formamos parte del juego de calificar a los demás, lo cual comporta que también seamos calificados. Todo esto nos conduce, también, a tener que calificar los actos que las personas realizamos y según seamos calificados así serán nuestros actos, es decir buenos, regulares o malos.

Estamos introduciéndonos en fechas que nos tendrían que llevar a reflexionar sobre lo que está ocurriendo a nuestro alrededor y, además, a reflexionar acerca de nuestra manera de ser y de actuar. Si esto lo hiciéramos con rigor nos percataríamos que ninguno es, en su totalidad, bueno, regular o malo.

Todos podemos tener un poco de todo, el motivo puede ser la presión a la que los seres humanos estamos sometidos por los diversos avatares y las distintas circunstancias que nos rodean, que podemos llamar sociales, políticas y económicas, y que los medios de comunicación activan según sus intereses ideológicos; pero también se puede deber a circunstancias particulares y personales que nos adentran en caminos dolorosos, experiencias que de manera directa afectan a nuestros sentimientos.

Si meditamos sobre lo que nos cuentan los informativos, teniendo muy presente los matices de cada medio de comunicación, nos podemos percatar que al hablar de un tema concreto, bien sea económico, social o político y dentro de estas tres categorías, pueden existir diversos actos de comportamiento, la interpretación que hacen los presentadores o presentadoras no son muy coincidentes entre ellos mismos, y esto, per se, ya es un limitante a la hora de poder entender y comprender qué es lo que está sucediendo, en verdad, a nuestro alrededor. Se puede decir que es un acto de presión.

Que los medios de comunicación tengan opiniones sesgadas según los principios ideológicos puede ser peligroso, porque pueden actuar como agentes manipuladores de la verdad. La objetividad queda marcada por una tempestad que conduce a la deriva de la información. Los medios informativos se deben a la verdad y a la objetividad y no pueden someterse al dictado exclusivamente ideológico.

Asimismo, atravesar experiencias personales nos hacen perder, en la mayoría de los casos, la fuerza que necesitaríamos para superar lo negativo y lo doloroso que nos pueda estar tocando vivir.

Nuestras vidas terminan siendo el producto de lo que nos quieren hacer creer y de lo que nos sucede o acontece a nivel personal. Por esta razón estas fechas, que consideramos entrañables, deberían ayudarnos a volvernos a encontrar con algo que no debe faltar en nuestras vidas: LA ESPERANZA.

La esperanza no puede ser entendida como algo extraordinario, sino que es aquello que está presente en nuestras vidas, y lo está en los acontecimientos sencillos que vivimos con nuestros amigos y familiares.

La esperanza no son los cuentos de políticos ni siquiera de economistas y mucho menos de todo lo que conlleva oropel.

La esperanza no la marcan los poderosos, eso no es esperanza, es fantasear sobre algo que nunca podremos alcanzar la totalidad de la humanidad.

La esperanza es trabajar y creer en los demás como seres humanos que, con sus imperfecciones, unas veces son buenos, otras regular y otras malos, son capaces de hacer valer más en la suma del debe y el haber de la vida, la bondad, la escucha, el amor, la confianza y, sobre todo, la comprensión.

La esperanza no la marcan los eclesiásticos que en estas fechas se consideran dueños del tiempo y de la historia, ni los políticos y ni siquiera los medios de comunicación con sus noticias interesadas. Y no lo son porque casi nunca nos trasladan ni bondad, ni escucha, ni amor, ni confianza y mucho menos comprensión.

Al camino de la esperanza nos dirigen las personas con las que tratamos a diario, son ellas los verdaderos artífices de que podamos descubrir día a día que la esperanza es posible en nuestras vidas. Son los familiares, son los amigos, son las personas que nos encontramos cada día las únicas capaces de hacernos comprender y sentir que podemos construir una vida con bondad, con capacidad de escucha, con motivación para sembrar el amor, con la certeza de que podemos cosechar la confianza y con la seguridad de que siempre estaremos dispuestos a ser comprensivos.

La esperanza no se compra en estas fechas, ni se vive porque haya luces iluminando nuestras ciudades y pueblos. La esperanza tampoco son las palabras de los políticos que construyen discursos que no unen y que endiablan las relaciones humanas. Por supuesto no son las homilías de muchos eclesiásticos que se han apoderado de Jesús de Nazaret y que viven manipulando a las personas y a los poderes.

La esperanza sencillamente aparece en todas esas personas que están dispuestas a vivir, si son creyentes, su FE, en el verdadero Jesús de Nazaret; y si no creen, manifestándose ateos o agnósticos, intentando hacer que la bondad, la escucha, el amor, la confianza y la comprensión marquen el ritmo de sus vidas.

La esperanza nace y anida en todas las personas que quieren, de verdad, que el mundo cambie y para esto hay que contar con políticos, empresarios y periodistas que busquen la verdad para construir un mundo basado en la paz y la armonía.

La esperanza se destruye cuando alguien promueve un conflicto interesado sea cual sea. Estemos atentos a lo que sucede a nuestro alrededor, ya que hay muchas personas y fuerzas interesadas en iniciar permanentemente conflictos. Mirémonos a nosotros mismos.

Sencillamente nos adentramos en un tiempo especial, se habla de Navidad; pero no se tiene FE en la verdadera Navidad. Estamos en Adviento ¿qué es?...

Esperanza sencillamente es vivir en los pronombres personales (yo, tú, él, ella, nosotros, vosotros, ellos, ellas) lo relacionado con la bondad, la escucha, el amor, la confianza y la comprensión.

QOSHE - La esperanza - David López Royo
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La esperanza

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10.12.2023

Nos vamos acercando a fechas entrañables en donde pretendemos vivir momentos especiales. No hay duda, o al menos eso terminamos creyendo, se trata de un espacio temporal en donde los milagros pueden suceder. No se trata de experimentar algo religioso, que también puede ser posible para los que crean. No, más bien se trata de redescubrir la sencillez de las cosas y de que las personas tenemos dentro de nosotros una fuerza especial que nos hace ser más comprensibles con los demás. Es algo que no se puede explicar con palabras, pero que llegamos a sentir en nuestro ser porque parte de lo más hondo de lo que somos. Se trata de redescubrir que tenemos sentimientos y que lo que ocurre a nuestro alrededor sí nos importa y sí queremos ayudar para que el mundo funcione mejor.

Nos adentramos en un camino que nos gustaría que todos conocieran porque nuestro caminar de ve reforzado por algo que nos hace sentir la paz y la serenidad.

Nuestro mundo no puede reducirse a que unos son buenos, otros regulares y otros malos. Estos calificativos poniéndoselos a personas concretas no nos ayudan a construir un mundo mejor; pero lo cierto es que todos formamos parte del juego de calificar a los demás, lo cual comporta que también seamos calificados. Todo esto nos conduce, también, a tener que calificar los actos que las personas realizamos y según seamos calificados así serán nuestros actos, es decir buenos, regulares o malos.

Estamos introduciéndonos en fechas que nos tendrían que llevar a reflexionar sobre lo que está ocurriendo a nuestro alrededor y, además, a reflexionar acerca de nuestra manera de ser y de actuar. Si esto lo hiciéramos con rigor nos percataríamos que ninguno es, en su totalidad, bueno, regular o........

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