Estamos viviendo momentos muy complicados desde muchas perspectivas. Una de estas, sin duda, es la política.

Entristece percibir que todo se reduce a un muro que hay que construir. Entonces la pregunta que queda es ¿adónde queda el diálogo?, pero un dialogo de verdad.

Desde mi punto de vista se equivoca el político que tiene en su mente levantar muros, sobre todo porque los pacientes votantes, en una mayoría muy significativa no pertenecemos ni a la izquierda ni a la derecha y ni tan siquiera al centro, sino que nuestra sensibilidad política navega en distintas marcas políticas y siempre nos identificaremos con un centro ideológico inteligente. Somos el fruto de una democracia que desde que se aprobó la Constitución del 78 hemos ido evolucionando, pero teniendo siempre claro que la Constitución es un marco que nos proporciona igualdad y libertad.

Hoy los políticos que nos gobiernan, en un porcentaje muy significativo o eran unos niños pequeños en el año 1978 o han nacido en una España democrática. Podemos decir que crecieron en un país amante del marco Constitucional. Por esta razón sorprenden sus opiniones respecto a la Carta Magna con relación a temas que deberían ser abordados a través de un procedimiento agravado.

Muchos españoles asistimos atónitos al cambio que se desea realizar del marco Constitucional y más que se nos intente tachar ideológicamente de un bando o de otro. He dicho que la gran mayoría no pertenecemos ni a la izquierda ni a la derecha, buscamos un centro equilibrado. Con lo cual nuestro único marco ideológico tiene que ver con el progreso que nos ha aportado la Constitución. Y estamos en este camino y no en ningún otro.

La Constitución existe precisamente para unir las tendencias ideológicas. Si, al final, se intenta desvirtuarla lo que se terminará produciendo nadie lo puede prever, ni siquiera el político «más guay».

El camino que se ha iniciado tiene un riesgo real de anular el artículo 2 de la Constitución Española: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.”

No coge otro reconocimiento Constitucional que la Nación Española, si nos queremos inventar otra realidad territorial hagámoslo con valentía, vayamos a un proceso Constituyente y hagamos un referéndum en donde votemos el nuevo texto Constitucional. Pero la pregunta que nos tenemos que hacer es: ¿realmente la mayoría de los españoles queremos iniciar un proceso constituyente? Este y no otro puede ser el espíritu de un referéndum. La pregunta de un posible referéndum sería ¿Votas iniciar un proceso constituyente para cambiar la Constitución actual? Sí, No, En Blanco.

Pero, claro, este camino lo quieren de verdad los políticos o más bien prefieren seguir «mareando la perdiz» para seguir ocupando poltronas como un medio de vida. Al final nos engañan y nos confrontan, sembrando rencores.

Estoy convencido que una mayoría muy significativa de los que acudieron a la concentración convocada por los representantes de la sociedad civil hace unos días en Madrid pertenecen a esos votantes que no son ni de izquierdas ni de derechas. Son ciudadanos que contemplan con sorpresa la deriva de muchos políticos.

Desde luego, si queremos reconducir la situación es necesario que la sociedad civil esté atenta y pendiente de los cambios sustanciales que se pueden originar a través de leyes que toquen la columna vertebral de nuestra Constitución.

Hoy por hoy quienes juran o prometen sus cargos, lo hacen ante la Constitución y juran o prometen preservarla. Jurar o prometer una cosa y hacer la contraria no es el camino.

Por esta razón hay que ser valientes y preguntarse ¿en qué camino estamos? No se puede ser un servidor público viviendo una doble vida política. Por un lado, juro o prometo la Constitución y por otro pretendo cambiarla sin las reglas de juego que marca la propia Constitución. Esto siempre concluirá mal y, además, es altamente peligroso.

El camino marcado de levantar un muro es un grave error. Muchos ciudadanos que han podido votar al PSOE o al PP ni son de izquierdas ni son de derechas; por ende, erra el que considera que el único camino es la marca de «estás conmigo o contra mí». Nuestro único camino es ser un votante (persona que vota en elecciones libres), y esto significa que hoy puedo votar por unas siglas y mañana por otras. Siempre votaré en el marco de un centro inteligente y verdaderamente comprometido con mi país, que es España. El progreso no se identifica con siglas políticas. El progreso únicamente se identifica con mi capacidad de elegir y de optar. El progreso y el levantar muros no se llevan bien, y, por cierto, es muy peligroso, porque la historia nos muestra el lugar al que conducen los muros. Como sociedad civil estemos atentos. Por cierto, lo que la mayoría de los españoles votamos fue un entendimiento entre el PP y el PSOE. Esto sería progresar. Conclusión: es el progreso que queremos los españoles.

QOSHE - ¿En qué camino estamos? - David López Royo
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¿En qué camino estamos?

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26.11.2023

Estamos viviendo momentos muy complicados desde muchas perspectivas. Una de estas, sin duda, es la política.

Entristece percibir que todo se reduce a un muro que hay que construir. Entonces la pregunta que queda es ¿adónde queda el diálogo?, pero un dialogo de verdad.

Desde mi punto de vista se equivoca el político que tiene en su mente levantar muros, sobre todo porque los pacientes votantes, en una mayoría muy significativa no pertenecemos ni a la izquierda ni a la derecha y ni tan siquiera al centro, sino que nuestra sensibilidad política navega en distintas marcas políticas y siempre nos identificaremos con un centro ideológico inteligente. Somos el fruto de una democracia que desde que se aprobó la Constitución del 78 hemos ido evolucionando, pero teniendo siempre claro que la Constitución es un marco que nos proporciona igualdad y libertad.

Hoy los políticos que nos gobiernan, en un porcentaje muy significativo o eran unos niños pequeños en el año 1978 o han nacido en una España democrática. Podemos decir que crecieron en un país amante del marco Constitucional. Por esta razón sorprenden sus opiniones respecto a la Carta Magna con relación a temas que deberían ser abordados a través de un procedimiento agravado.

Muchos españoles asistimos atónitos al........

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