Saltaron las primeras noticias sobre Koldo y sonaron los teléfonos móviles. Convocatoria de gabinete de crisis. Inmediata, máxima prioridad. Ni un gesto de sorpresa en la sala. El Gobierno estaba al tanto. El equipo trabajará en sesión continua hasta la resolución del caso y la disponibilidad de sus miembros será absoluta. Veinticuatro horas al día. Siete días a la semana.
Primer punto en el orden del día: identificar la crisis. Compartir la información, dibujar el conjunto de capas del escándalo y trazar sus distintas derivadas. Sobre la pizarra, se ve que no son pocas:
1-. La capa Koldo: la zona turbia, sórdida. Su entorno inmediato. El tipo de información corrosiva que hiere la reputación. En el fondo, un aire a lo Tito Berni. Una situación que profesionalmente gestionada puede quedar despejada en una o dos semanas. Salvo lo de Delcy, claro.
2-. La capa Ábalos: el ministerio y sus satélites, los cargos radioactivos que Óscar Puente pueda haber heredado. Una pieza que se puede sacrificar, una extracción complejísima.
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3-. El Gobierno y los gobiernos: otros ministerios afectados y regiones contagiadas que en aquel momento estaban gobernadas por socialistas. Dos nombres subrayados: Armengol (en el peor escenario, habrá que elegir nueva presidenta de la Mesa del Congreso) y Salvador Illa (en la más grave de las situaciones, reventará su campaña electoral en Cataluña).
4-. El partido: epicentro localizado en Navarra. Santos Cerdán, bajo amenaza de alto riesgo. Su papel como patrocinador de Koldo, su decisión de colocar a la mujer en la dirección navarra del partido. Derivada: su papel como interlocutor de Puigdemont.
El PSOE pide a Ábalos que entregue su acta de diputado en 24 horas
5-. Fondos europeos: la posibilidad de que el escándalo impacte directamente sobre la campaña electoral de junio para el Parlamento Europeo.
6-. El presidente: el conjunto de decisiones arbitrarias y no controladas durante las primeras semanas de la pandemia. El misterio de por qué se adjudicó a Fomento y no a Sanidad el monopolio en la compra de mascarillas. El enigma de cuánto sabía y de la decisión de cesar a Ábalos.
Primera decisión estratégica del gabinete de crisis, la fijación del objetivo último: evitar por cualquier medio que impacte sobre Sánchez y, como consecuencia, aplicación de una ruta para la contención de daños.
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Primeras decisiones operativas: centrar todos los esfuerzos para que el escándalo se convierta en el caso Koldo, ordenar a las terminales mediáticas que minimicen la información y aplicación de la retórica del distanciamiento (“esto no tiene que ver con nosotros”).
Segunda reunión del equipo: el caudal de la actualidad desborda el primer dique, nadie va a creerse que ese tipo tenga la astucia suficiente como para hacerlo todo solo. Toca activar el segundo cortafuegos.
Análisis de los problemas que conlleva la extracción de Ábalos:
1-. Economía familiar en situación delicada. Necesita una salida que le reporte ingresos abundantes. Hacia el sector público no se puede y encontrar un empresario que lo acoja en las circunstancias actuales es muy delicado.
2-. Hay una contradicción táctica insalvable entre situar a Ábalos como único culpable y ofrecerle la salida que necesita para abandonar el escaño.
3-. Si su situación judicial llegara a complicarse, necesitará un abogado y para este tipo de asuntos no los hay baratos.
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4-. En ese escenario, si permanece aforado, la acción judicial desembocaría en el Tribunal Supremo. Las relaciones con el poder judicial no están en su momento más dulce.
5-. Hablamos de alguien con entrada en medios: no se callará. Lo previsible es que sus declaraciones no se queden en lo autoexculpatorio. Es altamente probable que emita señales de su capacidad de extorsión.
6-. Tiene capacidad de extorsión, mucha más que Koldo, porque lo sabe todo desde el principio. Es una bomba de relojería, aunque buena parte de la información que pueda tener sería autoinculpatoria.
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7-. Mantiene poder en la federación valenciana del partido, donde se acaba de dar un golpe de Estado. A las malas, también puede desestabilizar ese patio.
Decisión estratégica, levantamiento del segundo cortafuegos: sacrificar a Ábalos mediante una táctica de presión creciente, aplicada desde los medios cercanos y desde el interior del partido.
Decisiones operativas:
A/ Designación de un interlocutor para negociar discretamente la salida del valenciano, sabiendo que esa negociación será con las pistolas encima de la mesa, que consistirá en un juego de extorsiones mutuas en que el sacrificado peleará con uñas y dientes por obtener la mayor compensación posible. Uno amenaza con hacer público lo que sabe, el otro con hacer uso de todo el peso del poder.
B/ Gradación de la presión. María Jesús Montero sube la temperatura, la foto en el punto de mira de los medios cercanos, emisión del mensaje “tolerancia cero” y ultimátum perentorio de 24 horas. Todo para que salga del Parlamento antes del miércoles.
C/ Con el objetivo de sellar la crisis, al tiempo en que se levanta el segundo dique, se procede al contragolpe tratando de extender la mancha hacia el PP.
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Tercera reunión del gabinete de gestión de crisis. Dos puntos en el orden del día: ¿qué hacer si Ábalos no cede?, ¿qué hacer si el segundo cortafuegos no sirve para detener el incendio?
Respecto a lo primero, se da por hecha la expulsión del partido. También se analiza la complejidad aritmética parlamentaria: los socios no están dispuestos a quemarse, puede haber comisión de investigación en el Congreso, la habrá en el Senado. Faltan además 50 días para las urnas vascas: el PNV y Bildu sobre todo se tienen que estar frotando las manos.
Respecto a lo segundo, se contempla la dinámica perversa que genera un sacrificio inútil. Una vez que sacrificas un peón, desproteges una torre, y al lado de la torre están el caballo y el alfil.
¿Decisión estratégica? Todo el mundo en la sala es plenamente consciente de que cada uno de los nombres escritos en la pizarra es un sacrificado potencial. Ninguno de ellos está seguro, porque esto va de proteger la última frontera. La caída de Ábalos y de los que pueden ir detrás tiene la función de evitar que Sánchez acabe siendo visto por la opinión pública como el señor X de este escándalo.
Saltaron las primeras noticias sobre Koldo y sonaron los teléfonos móviles. Convocatoria de gabinete de crisis. Inmediata, máxima prioridad. Ni un gesto de sorpresa en la sala. El Gobierno estaba al tanto. El equipo trabajará en sesión continua hasta la resolución del caso y la disponibilidad de sus miembros será absoluta. Veinticuatro horas al día. Siete días a la semana.
Primer punto en el orden del día: identificar la crisis. Compartir la información, dibujar el conjunto de capas del escándalo y trazar sus distintas derivadas. Sobre la pizarra, se ve que no son pocas:
1-. La capa Koldo: la zona turbia, sórdida. Su entorno inmediato. El tipo de información corrosiva que hiere la reputación. En el fondo, un aire a lo Tito Berni. Una situación que profesionalmente gestionada puede quedar despejada en una o dos semanas. Salvo lo de Delcy, claro.
2-. La capa Ábalos: el ministerio y sus satélites, los cargos radioactivos que Óscar Puente pueda haber heredado. Una pieza que se puede sacrificar, una extracción complejísima.
3-. El Gobierno y los gobiernos: otros ministerios afectados y regiones contagiadas que en aquel momento estaban gobernadas por socialistas. Dos nombres subrayados: Armengol (en el peor escenario, habrá que elegir nueva presidenta de la Mesa del Congreso) y Salvador Illa (en la más grave de las situaciones, reventará su campaña electoral en Cataluña).
4-. El partido: epicentro localizado en Navarra. Santos Cerdán, bajo amenaza de alto riesgo. Su papel como patrocinador de Koldo, su decisión de colocar a la mujer en la dirección navarra del partido. Derivada: su papel como interlocutor de Puigdemont.
5-. Fondos europeos: la posibilidad de que el escándalo impacte directamente sobre la campaña electoral de junio para el Parlamento Europeo.
6-. El presidente: el conjunto de decisiones arbitrarias y no controladas durante las primeras semanas de la pandemia. El misterio de por qué se adjudicó a Fomento y no a Sanidad el monopolio en la compra de mascarillas. El enigma de cuánto sabía y de la decisión de cesar a Ábalos.
Primera decisión estratégica del gabinete de crisis, la fijación del objetivo último: evitar por cualquier medio que impacte sobre Sánchez y, como consecuencia, aplicación de una ruta para la contención de daños.
Primeras decisiones operativas: centrar todos los esfuerzos para que el escándalo se convierta en el caso Koldo, ordenar a las terminales mediáticas que minimicen la información y aplicación de la retórica del distanciamiento (“esto no tiene que ver con nosotros”).
Segunda reunión del equipo: el caudal de la actualidad desborda el primer dique, nadie va a creerse que ese tipo tenga la astucia suficiente como para hacerlo todo solo. Toca activar el segundo cortafuegos.
Análisis de los problemas que conlleva la extracción de Ábalos:
1-. Economía familiar en situación delicada. Necesita una salida que le reporte ingresos abundantes. Hacia el sector público no se puede y encontrar un empresario que lo acoja en las circunstancias actuales es muy delicado.
2-. Hay una contradicción táctica insalvable entre situar a Ábalos como único culpable y ofrecerle la salida que necesita para abandonar el escaño.
3-. Si su situación judicial llegara a complicarse, necesitará un abogado y para este tipo de asuntos no los hay baratos.
4-. En ese escenario, si permanece aforado, la acción judicial desembocaría en el Tribunal Supremo. Las relaciones con el poder judicial no están en su momento más dulce.
5-. Hablamos de alguien con entrada en medios: no se callará. Lo previsible es que sus declaraciones no se queden en lo autoexculpatorio. Es altamente probable que emita señales de su capacidad de extorsión.
6-. Tiene capacidad de extorsión, mucha más que Koldo, porque lo sabe todo desde el principio. Es una bomba de relojería, aunque buena parte de la información que pueda tener sería autoinculpatoria.
7-. Mantiene poder en la federación valenciana del partido, donde se acaba de dar un golpe de Estado. A las malas, también puede desestabilizar ese patio.
Decisión estratégica, levantamiento del segundo cortafuegos: sacrificar a Ábalos mediante una táctica de presión creciente, aplicada desde los medios cercanos y desde el interior del partido.
Decisiones operativas:
A/ Designación de un interlocutor para negociar discretamente la salida del valenciano, sabiendo que esa negociación será con las pistolas encima de la mesa, que consistirá en un juego de extorsiones mutuas en que el sacrificado peleará con uñas y dientes por obtener la mayor compensación posible. Uno amenaza con hacer público lo que sabe, el otro con hacer uso de todo el peso del poder.
B/ Gradación de la presión. María Jesús Montero sube la temperatura, la foto en el punto de mira de los medios cercanos, emisión del mensaje “tolerancia cero” y ultimátum perentorio de 24 horas. Todo para que salga del Parlamento antes del miércoles.
C/ Con el objetivo de sellar la crisis, al tiempo en que se levanta el segundo dique, se procede al contragolpe tratando de extender la mancha hacia el PP.
Tercera reunión del gabinete de gestión de crisis. Dos puntos en el orden del día: ¿qué hacer si Ábalos no cede?, ¿qué hacer si el segundo cortafuegos no sirve para detener el incendio?
Respecto a lo primero, se da por hecha la expulsión del partido. También se analiza la complejidad aritmética parlamentaria: los socios no están dispuestos a quemarse, puede haber comisión de investigación en el Congreso, la habrá en el Senado. Faltan además 50 días para las urnas vascas: el PNV y Bildu sobre todo se tienen que estar frotando las manos.
Respecto a lo segundo, se contempla la dinámica perversa que genera un sacrificio inútil. Una vez que sacrificas un peón, desproteges una torre, y al lado de la torre están el caballo y el alfil.
¿Decisión estratégica? Todo el mundo en la sala es plenamente consciente de que cada uno de los nombres escritos en la pizarra es un sacrificado potencial. Ninguno de ellos está seguro, porque esto va de proteger la última frontera. La caída de Ábalos y de los que pueden ir detrás tiene la función de evitar que Sánchez acabe siendo visto por la opinión pública como el señor X de este escándalo.
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