Asisto atónito al espectáculo de glorificación de José Luis Ábalos que puede verse en las redes sociales y que también están alimentando numerosos opinadores. Y no puedo más que pensar que, antes de la regeneración política, necesita España una buena reconstrucción moral.

La corriente de celebración y simpatía provocada tras su obscena intervención en sede parlamentaria refleja hasta qué punto está podrido nuestro sistema de valores. ¿En qué otro lugar del mundo podría suceder algo así? Lo desconozco. Y reconozco que me preocupa.

Me preocupa que un poco de relato, tan claramente impúdico e indecoroso como el que vimos, pueda servir para tapar y olvidar el desempeño del poder político en uno de los momentos más duros que vivimos.

Resulta que ahora lo importante son los “huevos toreros” del exministro. Y no que hubiese tipos despreciables haciéndose de oro mientras teníamos a los hijos encerrados, se nos morían los familiares y caían los médicos como si fuesen chinches.

Ábalos se niega a entregar al PSOE el acta y pasa al grupo mixto

Resulta que ahora lo admirable es que hubo desplante a Sánchez de quien fue su número dos, el desafío. Y con eso basta para hacer insignificante la completa ausencia de algo remotamente parecido a la disculpa que merecemos todos los españoles.

Resulta que lo excelente es la humillación pública al partido que él mismo dirigió. Y con eso sobra para ocultar la indecente trampa retórica que planteó a nuestra sociedad. Negó la culpa que probablemente tendrán que aclarar los jueces en el futuro. Y al hacerlo logró esconder una responsabilidad política que debería ser imposible de ocultar.

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Ábalos se ha reído del pueblo español en la sede de nuestra soberanía exhibiendo una dignidad postiza que me niego, no ya a aceptar, sino a tolerar.

En los fundamentos de nuestra civilización están los cánticos a los héroes. Y en el ocaso de la democracia los coros a quienes hacen las cosas mal, es decir, a los malhechores.

Por eso quien contrató, aupó y dio manos libres en el mejor de los casos a un tipo como Koldo mientras España entera sufría la peste no merece ningún aplauso, sino el más completo de los repudios.

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Y sí, entiendo que hay mucha gente harta de Sánchez, de todo lo que representa su concepción del poder, también de su desprecio a lo que es de todos. Pero justo por eso, por lo que está por debajo, por lo que tiene que quedarnos en el después, no me hace feliz que pueda haber encontrado en Ábalos, como tanto se dice, “la horma de su zapato”.

Mi rechazo a quien está en política para anteponer al bien común su interés particular no establece grandes distingos entre quienes buscan llenar sus bolsillos y quienes pretenden satisfacer su ego. Mi repulsa es ética, ciudadana. Y también lo es mi esperanza.

Creo en las victorias democráticas, no en las derrotas provocadas por quien fue compañero y podría llegar a practicar el canibalismo. Tengo cero confianza en los villanos. Y mantengo la convicción de que el tejido de nuestra vida pública amerita algo mejor.

Ábalos: ''No hay manta de la que tirar'' en el caso Koldo

Y sí, comprendo que la historia pueda resultar fascinante. El portero de un lupanar primero convertido en chico de los recados del líder territorial de un partido, luego transformado en operador de asuntos turbios por los despachos del poder. Ya sé que es un comienzo inmejorable.

Y también veo el aire grotesco y descarado que hay en todo, el esperpento que tan ácidamente sabe perfilar Soto Ivars. Pero lo que estamos viendo en los televisores no es una película. Es lo que pasó por nuestras biografías y lo que se estuvo haciendo con nuestro dinero.

Lo que pasó es de verdad: mientras nosotros aplaudíamos a los médicos con las ventanas abiertas, unos tipos contaban los billetes bajo el paraguas del poder político. Y cuando la verdad es repugnante, nada hay que celebrar.

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A mí el hecho de que Ábalos se convierta en un bandolero parlamentario mientras espera a que le resuelvan su futuro no me entretiene lo más mínimo. Lo que me interesa es saber cuántas tramas estuvieron abiertas y cuántos de los involucrados tienen que ir a los tribunales, cómo se van a depurar las responsabilidades políticas y cómo se nos devolverá a los españoles la pasta que nos trincaron.

Quienes nos han robado y quienes los han amparado no quieren noticias, prefieren historias que distraigan a la opinión pública de lo fundamental. Confían en la banalidad del público, esperan a que llegue el hastío dentro de unos días para que baje la demanda social de información. Aguardan a que la polarización tape después el escándalo. Y se están beneficiando de la ficción que la inmadurez cívica propaga al presentarnos al exministro como si fuese Aquiles.

No. Ábalos no es un héroe. Héroes fueron los médicos. Él es un chantajista que está utilizando el escaño y los micrófonos para blindarse el culo.

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No. Ábalos no está solo. Hay otros ministerios. Hay otros gobiernos autonómicos. Y está también Cerdán.

No. No, esto no va solo de mascarillas. Esto va también de Air Europa y lo que seguramente vendrá. ¿Cuánto costaba tener un “pase especial” en el Ministerio de Fomento? ¿Cuántos más se expendieron?

Ábalos no tiene coche y no tiene secretaria. Y por eso debe darnos pena. En 2023 aumentó en nuestro país la pobreza hasta niveles prepandemia. No quiere ser un apestado, pero se forraron con la peste.

El día en que rechacemos el victimismo de los timadores, comenzaremos a liberar nuestra democracia de quienes se consideren impunes

El día en que los españoles rechacemos el victimismo de los timadores, comenzaremos a liberar nuestra democracia de quienes se consideren impunes.

La noche en que los españoles nos hartemos de la superioridad moral con la que trafican los desalmados, empezaremos a liberarnos de nuestra propia frivolidad.

Asisto atónito al espectáculo de glorificación de José Luis Ábalos que puede verse en las redes sociales y que también están alimentando numerosos opinadores. Y no puedo más que pensar que, antes de la regeneración política, necesita España una buena reconstrucción moral.

La corriente de celebración y simpatía provocada tras su obscena intervención en sede parlamentaria refleja hasta qué punto está podrido nuestro sistema de valores. ¿En qué otro lugar del mundo podría suceder algo así? Lo desconozco. Y reconozco que me preocupa.

Me preocupa que un poco de relato, tan claramente impúdico e indecoroso como el que vimos, pueda servir para tapar y olvidar el desempeño del poder político en uno de los momentos más duros que vivimos.

Resulta que ahora lo importante son los “huevos toreros” del exministro. Y no que hubiese tipos despreciables haciéndose de oro mientras teníamos a los hijos encerrados, se nos morían los familiares y caían los médicos como si fuesen chinches.

Resulta que ahora lo admirable es que hubo desplante a Sánchez de quien fue su número dos, el desafío. Y con eso basta para hacer insignificante la completa ausencia de algo remotamente parecido a la disculpa que merecemos todos los españoles.

Resulta que lo excelente es la humillación pública al partido que él mismo dirigió. Y con eso sobra para ocultar la indecente trampa retórica que planteó a nuestra sociedad. Negó la culpa que probablemente tendrán que aclarar los jueces en el futuro. Y al hacerlo logró esconder una responsabilidad política que debería ser imposible de ocultar.

Ábalos se ha reído del pueblo español en la sede de nuestra soberanía exhibiendo una dignidad postiza que me niego, no ya a aceptar, sino a tolerar.

En los fundamentos de nuestra civilización están los cánticos a los héroes. Y en el ocaso de la democracia los coros a quienes hacen las cosas mal, es decir, a los malhechores.

Por eso quien contrató, aupó y dio manos libres en el mejor de los casos a un tipo como Koldo mientras España entera sufría la peste no merece ningún aplauso, sino el más completo de los repudios.

Y sí, entiendo que hay mucha gente harta de Sánchez, de todo lo que representa su concepción del poder, también de su desprecio a lo que es de todos. Pero justo por eso, por lo que está por debajo, por lo que tiene que quedarnos en el después, no me hace feliz que pueda haber encontrado en Ábalos, como tanto se dice, “la horma de su zapato”.

Mi rechazo a quien está en política para anteponer al bien común su interés particular no establece grandes distingos entre quienes buscan llenar sus bolsillos y quienes pretenden satisfacer su ego. Mi repulsa es ética, ciudadana. Y también lo es mi esperanza.

Creo en las victorias democráticas, no en las derrotas provocadas por quien fue compañero y podría llegar a practicar el canibalismo. Tengo cero confianza en los villanos. Y mantengo la convicción de que el tejido de nuestra vida pública amerita algo mejor.

Y sí, comprendo que la historia pueda resultar fascinante. El portero de un lupanar primero convertido en chico de los recados del líder territorial de un partido, luego transformado en operador de asuntos turbios por los despachos del poder. Ya sé que es un comienzo inmejorable.

Y también veo el aire grotesco y descarado que hay en todo, el esperpento que tan ácidamente sabe perfilar Soto Ivars. Pero lo que estamos viendo en los televisores no es una película. Es lo que pasó por nuestras biografías y lo que se estuvo haciendo con nuestro dinero.

Lo que pasó es de verdad: mientras nosotros aplaudíamos a los médicos con las ventanas abiertas, unos tipos contaban los billetes bajo el paraguas del poder político. Y cuando la verdad es repugnante, nada hay que celebrar.

A mí el hecho de que Ábalos se convierta en un bandolero parlamentario mientras espera a que le resuelvan su futuro no me entretiene lo más mínimo. Lo que me interesa es saber cuántas tramas estuvieron abiertas y cuántos de los involucrados tienen que ir a los tribunales, cómo se van a depurar las responsabilidades políticas y cómo se nos devolverá a los españoles la pasta que nos trincaron.

Quienes nos han robado y quienes los han amparado no quieren noticias, prefieren historias que distraigan a la opinión pública de lo fundamental. Confían en la banalidad del público, esperan a que llegue el hastío dentro de unos días para que baje la demanda social de información. Aguardan a que la polarización tape después el escándalo. Y se están beneficiando de la ficción que la inmadurez cívica propaga al presentarnos al exministro como si fuese Aquiles.

No. Ábalos no es un héroe. Héroes fueron los médicos. Él es un chantajista que está utilizando el escaño y los micrófonos para blindarse el culo.

No. Ábalos no está solo. Hay otros ministerios. Hay otros gobiernos autonómicos. Y está también Cerdán.

No. No, esto no va solo de mascarillas. Esto va también de Air Europa y lo que seguramente vendrá. ¿Cuánto costaba tener un “pase especial” en el Ministerio de Fomento? ¿Cuántos más se expendieron?

Ábalos no tiene coche y no tiene secretaria. Y por eso debe darnos pena. En 2023 aumentó en nuestro país la pobreza hasta niveles prepandemia. No quiere ser un apestado, pero se forraron con la peste.

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La noche en que los españoles nos hartemos de la superioridad moral con la que trafican los desalmados, empezaremos a liberarnos de nuestra propia frivolidad.

QOSHE - Ahora resulta que Ábalos es un héroe - Pablo Pombo
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Ahora resulta que Ábalos es un héroe

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29.02.2024

Asisto atónito al espectáculo de glorificación de José Luis Ábalos que puede verse en las redes sociales y que también están alimentando numerosos opinadores. Y no puedo más que pensar que, antes de la regeneración política, necesita España una buena reconstrucción moral.

La corriente de celebración y simpatía provocada tras su obscena intervención en sede parlamentaria refleja hasta qué punto está podrido nuestro sistema de valores. ¿En qué otro lugar del mundo podría suceder algo así? Lo desconozco. Y reconozco que me preocupa.

Me preocupa que un poco de relato, tan claramente impúdico e indecoroso como el que vimos, pueda servir para tapar y olvidar el desempeño del poder político en uno de los momentos más duros que vivimos.

Resulta que ahora lo importante son los “huevos toreros” del exministro. Y no que hubiese tipos despreciables haciéndose de oro mientras teníamos a los hijos encerrados, se nos morían los familiares y caían los médicos como si fuesen chinches.

Ábalos se niega a entregar al PSOE el acta y pasa al grupo mixto

Resulta que ahora lo admirable es que hubo desplante a Sánchez de quien fue su número dos, el desafío. Y con eso basta para hacer insignificante la completa ausencia de algo remotamente parecido a la disculpa que merecemos todos los españoles.

Resulta que lo excelente es la humillación pública al partido que él mismo dirigió. Y con eso sobra para ocultar la indecente trampa retórica que planteó a nuestra sociedad. Negó la culpa que probablemente tendrán que aclarar los jueces en el futuro. Y al hacerlo logró esconder una responsabilidad política que debería ser imposible de ocultar.

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Por eso quien contrató, aupó y dio manos libres en el mejor de los casos a un tipo como Koldo mientras España entera sufría la peste no merece ningún aplauso, sino el más completo de los repudios.

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Y sí, entiendo que hay mucha gente harta de Sánchez, de todo lo que representa su concepción del poder, también de su desprecio a lo que es de todos. Pero justo por eso, por lo que está por debajo, por lo que tiene que quedarnos en el después, no me hace feliz que pueda haber encontrado en Ábalos, como tanto se dice, “la horma de su zapato”.

Mi rechazo a quien está en política para anteponer al bien común su interés particular no establece grandes distingos entre quienes buscan llenar sus bolsillos y quienes pretenden satisfacer su ego. Mi repulsa es ética, ciudadana. Y........

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