Hace mucho tiempo, los estoicos nos enseñaron que solo debemos preocuparnos por lo que depende de nosotros mismos. Hoy los españoles podríamos enseñarles a los estoicos que también tiene sentido preocuparse cuando comienza un gobierno como el que está empezando aquí y ahora.

Es lógico, la preocupación es propia de los periodos de incertidumbre y nadie honesto puede predecir lo que ocurrirá en la legislatura y tampoco su duración. Parecen darse las condiciones para durar cuatro años, pero esas condiciones son inestables. Parece que Sánchez tiene el camino despejado para saltar al Consejo Europeo, pero nunca se sabe. Nadie sabe.

La única certeza es que Sánchez tendrá que pagar un precio para ser presidente del gobierno y que ese precio consiste en no gobernar. Ha renunciado a su autonomía política. Sus apoyos están dentro de una bolsa de cangrejos. Y no podrá cumplir todo lo prometido porque es tan caro como contradictorio. Cumplirá, eso no debe dudarse, con las exigencias sustanciales que le impongan. Una detrás de otra.

Tampoco es fácil prever lo que vendrá en este primer curso político, aunque sí se pueden anticipar algunas constantes que marcarán nuestra política doméstica de aquí al verano. Ese es nuestro propósito. Y por eso subrayaremos diez.

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Sánchez hará un Gobierno "más competitivo" para lidiar con los independentistas y el PP Marisol Hernández

1-. Con toda seguridad, tendremos (sufriremos) un curso inevitablemente marcado por la polarización. Mucho me temo que aquel Óscar Puente de hace unas semanas nos parecerá un niño del coro de Viena al lado de lo que escucharemos en unos meses. Sánchez renunció en la investidura a gobernar para todos los españoles y Feijóo le correspondió renunciando a hacer una oposición de mano tendida. Esta será la legislatura más irrespirable de cuantas hemos conocido.

2-. El gobierno perderá votaciones. Las primeras no serán muy importantes, pero todos los plenos serán una tortura para los socialistas porque siempre se verán exigidos a negociar voto a voto, con los nacionalistas apretando al límite y los de Podemos buscando la expulsión de Sumar para abrir ventanilla de grupo parlamentario propio (con tamaño PNV).

Nuestra vida pública ya está plenamente contagiada del virus catalán creado por los laboratorios de las élites indepes

3-. La tramitación de la amnistía será un infierno que llegará hasta el verano. El asunto seguirá marcando la conversación nacional, la guerra será cruenta en el Parlamento, y el conflicto institucional llegará a máximos. Choque de togas. Habrá filibusterismo del PP, el Senado lanzará todos los torpedos que pueda y más, y se plantearán cuestiones prejudiciales en Europa.

4-. El circo de la política española sumará dos pistas más: Suiza y Bruselas. Nuestra vida pública ya está plenamente contagiada del virus catalán creado por los laboratorios de las élites indepes, ahora queda expandir la enfermedad a las instituciones continentales. Mientras tanto, se celebrarán reuniones secretas en Ginebra que no lo serán y será cuestión de tiempo el jaleo con los mediadores. Emitiremos al exterior la prueba de que la democracia española no es capaz de solucionar sus propios problemas por sí misma. Y el gobierno será intervenido desde la mesa suiza por un hombre de negro que se apellida Puigdemont.

5-. La aprobación de los Presupuestos Generales del Estado completará más etapas que un vía crucis. La negociación en el Congreso será una subasta a cara de perro, simultáneamente Moncloa tendrá que buscar algún tipo de equilibrio entre las demandas de sus socios y las exigencias de Bruselas, y, además, está la cuestión del Senado. El PP les espera allí para votar el techo de gasto, así como los objetivos de deuda y déficit. Probablemente, el gobierno intentará modificar la Ley de estabilidad presupuestaria para desactivar el veto de esa Cámara.

Las próximas urnas condicionarán la dinámica política de todo el curso. Tres son seguras y pueden adelantarse las catalanas

6-. La cuestión territorial seguirá en todo lo alto, su presencia en el debate público no decrecerá, se multiplicará. Las exigencias del independentismo aumentarán la percepción de agravio territorial. Como consecuencia, se ciega la opción de que el PSOE recupere suficiente terreno en Andalucía, Extremadura, Murcia, Comunidad Valenciana, y Castilla y León —queda por ver si puede recuperar la segunda posición en Madrid tras el probable nuevo destino de Mónica García—. En cualquier caso, Ayuso seguirá teniendo relevancia nacional y el PP hará pesar todo su poder autonómico contra Moncloa recurriendo a todo. Por ejemplo, el avispero de las Conferencias de Presidentes (puede convocarlas).

7-. Las próximas urnas condicionarán la dinámica política de todo el curso. Tres son seguras (europeas, vascas y gallegas) y pueden adelantarse las catalanas. La competición entre las izquierdas y las derechas del nacionalismo contaminarán el debate nacional. La competición de Junts y PNV contra ERC y Bildu generará tensiones en el seno de la coalición, que serán más difíciles de gestionar a medida que se acerquen las citas electorales. A su vez, esto es parte del precio de la investidura, disminuyen a ojos vista las opciones de que el PSC logre la Generalitat.

8-. Es probable que la política económica del gobierno deje de ser tan heterodoxa y trate de ser más moderada. Las perspectivas son las que son, la fuerza de Yolanda es menor a la que tuvo Iglesias, y su lealtad es mayor. Por lo tanto, no descarten que tanto ERC como Bildu terminen viéndose ideológicamente traicionados.

Y, mientras tanto, la democracia seguirá deteriorándose fundamento a fundamento

9-. Aumentará la debilidad de Vox. Ya estaban en fase descendente, ya tenían serios problemas internos, ya venía perdiendo brío Abascal. Por mucho que trate Moncloa de seguir ayudando a la extrema derecha, se acelerará su declive. La oposición frontal de Feijóo, la estrategia de movilizar la calle del PP, y la dificultad para que Vox rompa cualquier gobierno con los populares en las circunstancias actuales, dejan a este partido sin margen de acción que no sea estridente. No mejorará sus resultados en Cataluña y tampoco en el País Vasco, no entrará en el parlamento gallego. Respecto a las europeas, pueden quedarse demasiado cerca del resultado que obtuvieron en 2019 (justo antes de coger la buena ola).

10-. La calidad democrática se resentirá y una parte considerable de la ciudadanía, guiada por el instinto de preservación psicológica, se alejará de lo político. Nos pasará lo que les pasó a los italianos hace años, creeremos que la vida está en otra parte, aunque no lo esté. Como consecuencia, el discurso político se tornará todavía más chirriante. Nos pasará lo que le viene ocurriendo a los argentinos desde hace tiempo: la tentación de solo hablar sobre política con quienes están de acuerdo con nosotros. Y, mientras tanto, la democracia seguirá deteriorándose fundamento a fundamento. Después, cuando ya sea tarde, desgraciadamente, unos y otros nos preguntaremos cuando fue que se nos jodió todo.

Hace mucho tiempo, los estoicos nos enseñaron que solo debemos preocuparnos por lo que depende de nosotros mismos. Hoy los españoles podríamos enseñarles a los estoicos que también tiene sentido preocuparse cuando comienza un gobierno como el que está empezando aquí y ahora.

Es lógico, la preocupación es propia de los periodos de incertidumbre y nadie honesto puede predecir lo que ocurrirá en la legislatura y tampoco su duración. Parecen darse las condiciones para durar cuatro años, pero esas condiciones son inestables. Parece que Sánchez tiene el camino despejado para saltar al Consejo Europeo, pero nunca se sabe. Nadie sabe.

La única certeza es que Sánchez tendrá que pagar un precio para ser presidente del gobierno y que ese precio consiste en no gobernar. Ha renunciado a su autonomía política. Sus apoyos están dentro de una bolsa de cangrejos. Y no podrá cumplir todo lo prometido porque es tan caro como contradictorio. Cumplirá, eso no debe dudarse, con las exigencias sustanciales que le impongan. Una detrás de otra.

Tampoco es fácil prever lo que vendrá en este primer curso político, aunque sí se pueden anticipar algunas constantes que marcarán nuestra política doméstica de aquí al verano. Ese es nuestro propósito. Y por eso subrayaremos diez.

1-. Con toda seguridad, tendremos (sufriremos) un curso inevitablemente marcado por la polarización. Mucho me temo que aquel Óscar Puente de hace unas semanas nos parecerá un niño del coro de Viena al lado de lo que escucharemos en unos meses. Sánchez renunció en la investidura a gobernar para todos los españoles y Feijóo le correspondió renunciando a hacer una oposición de mano tendida. Esta será la legislatura más irrespirable de cuantas hemos conocido.

2-. El gobierno perderá votaciones. Las primeras no serán muy importantes, pero todos los plenos serán una tortura para los socialistas porque siempre se verán exigidos a negociar voto a voto, con los nacionalistas apretando al límite y los de Podemos buscando la expulsión de Sumar para abrir ventanilla de grupo parlamentario propio (con tamaño PNV).

Nuestra vida pública ya está plenamente contagiada del virus catalán creado por los laboratorios de las élites indepes

3-. La tramitación de la amnistía será un infierno que llegará hasta el verano. El asunto seguirá marcando la conversación nacional, la guerra será cruenta en el Parlamento, y el conflicto institucional llegará a máximos. Choque de togas. Habrá filibusterismo del PP, el Senado lanzará todos los torpedos que pueda y más, y se plantearán cuestiones prejudiciales en Europa.

4-. El circo de la política española sumará dos pistas más: Suiza y Bruselas. Nuestra vida pública ya está plenamente contagiada del virus catalán creado por los laboratorios de las élites indepes, ahora queda expandir la enfermedad a las instituciones continentales. Mientras tanto, se celebrarán reuniones secretas en Ginebra que no lo serán y será cuestión de tiempo el jaleo con los mediadores. Emitiremos al exterior la prueba de que la democracia española no es capaz de solucionar sus propios problemas por sí misma. Y el gobierno será intervenido desde la mesa suiza por un hombre de negro que se apellida Puigdemont.

5-. La aprobación de los Presupuestos Generales del Estado completará más etapas que un vía crucis. La negociación en el Congreso será una subasta a cara de perro, simultáneamente Moncloa tendrá que buscar algún tipo de equilibrio entre las demandas de sus socios y las exigencias de Bruselas, y, además, está la cuestión del Senado. El PP les espera allí para votar el techo de gasto, así como los objetivos de deuda y déficit. Probablemente, el gobierno intentará modificar la Ley de estabilidad presupuestaria para desactivar el veto de esa Cámara.

Las próximas urnas condicionarán la dinámica política de todo el curso. Tres son seguras y pueden adelantarse las catalanas

6-. La cuestión territorial seguirá en todo lo alto, su presencia en el debate público no decrecerá, se multiplicará. Las exigencias del independentismo aumentarán la percepción de agravio territorial. Como consecuencia, se ciega la opción de que el PSOE recupere suficiente terreno en Andalucía, Extremadura, Murcia, Comunidad Valenciana, y Castilla y León —queda por ver si puede recuperar la segunda posición en Madrid tras el probable nuevo destino de Mónica García—. En cualquier caso, Ayuso seguirá teniendo relevancia nacional y el PP hará pesar todo su poder autonómico contra Moncloa recurriendo a todo. Por ejemplo, el avispero de las Conferencias de Presidentes (puede convocarlas).

7-. Las próximas urnas condicionarán la dinámica política de todo el curso. Tres son seguras (europeas, vascas y gallegas) y pueden adelantarse las catalanas. La competición entre las izquierdas y las derechas del nacionalismo contaminarán el debate nacional. La competición de Junts y PNV contra ERC y Bildu generará tensiones en el seno de la coalición, que serán más difíciles de gestionar a medida que se acerquen las citas electorales. A su vez, esto es parte del precio de la investidura, disminuyen a ojos vista las opciones de que el PSC logre la Generalitat.

8-. Es probable que la política económica del gobierno deje de ser tan heterodoxa y trate de ser más moderada. Las perspectivas son las que son, la fuerza de Yolanda es menor a la que tuvo Iglesias, y su lealtad es mayor. Por lo tanto, no descarten que tanto ERC como Bildu terminen viéndose ideológicamente traicionados.

Y, mientras tanto, la democracia seguirá deteriorándose fundamento a fundamento

9-. Aumentará la debilidad de Vox. Ya estaban en fase descendente, ya tenían serios problemas internos, ya venía perdiendo brío Abascal. Por mucho que trate Moncloa de seguir ayudando a la extrema derecha, se acelerará su declive. La oposición frontal de Feijóo, la estrategia de movilizar la calle del PP, y la dificultad para que Vox rompa cualquier gobierno con los populares en las circunstancias actuales, dejan a este partido sin margen de acción que no sea estridente. No mejorará sus resultados en Cataluña y tampoco en el País Vasco, no entrará en el parlamento gallego. Respecto a las europeas, pueden quedarse demasiado cerca del resultado que obtuvieron en 2019 (justo antes de coger la buena ola).

10-. La calidad democrática se resentirá y una parte considerable de la ciudadanía, guiada por el instinto de preservación psicológica, se alejará de lo político. Nos pasará lo que les pasó a los italianos hace años, creeremos que la vida está en otra parte, aunque no lo esté. Como consecuencia, el discurso político se tornará todavía más chirriante. Nos pasará lo que le viene ocurriendo a los argentinos desde hace tiempo: la tentación de solo hablar sobre política con quienes están de acuerdo con nosotros. Y, mientras tanto, la democracia seguirá deteriorándose fundamento a fundamento. Después, cuando ya sea tarde, desgraciadamente, unos y otros nos preguntaremos cuando fue que se nos jodió todo.

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19.11.2023

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La única certeza es que Sánchez tendrá que pagar un precio para ser presidente del gobierno y que ese precio consiste en no gobernar. Ha renunciado a su autonomía política. Sus apoyos están dentro de una bolsa de cangrejos. Y no podrá cumplir todo lo prometido porque es tan caro como contradictorio. Cumplirá, eso no debe dudarse, con las exigencias sustanciales que le impongan. Una detrás de otra.

Tampoco es fácil prever lo que vendrá en este primer curso político, aunque sí se pueden anticipar algunas constantes que marcarán nuestra política doméstica de aquí al verano. Ese es nuestro propósito. Y por eso subrayaremos diez.

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1-. Con toda seguridad, tendremos (sufriremos) un curso inevitablemente marcado por la polarización. Mucho me temo que aquel Óscar Puente de hace unas semanas nos parecerá un niño del coro de Viena al lado de lo que escucharemos en unos meses. Sánchez renunció en la investidura a gobernar para todos los españoles y Feijóo le correspondió renunciando a hacer una oposición de mano tendida. Esta será la legislatura más irrespirable de cuantas hemos conocido.

2-. El gobierno perderá votaciones. Las primeras no serán muy importantes, pero todos los plenos serán una tortura para los socialistas porque siempre se verán exigidos a negociar voto a voto, con los nacionalistas apretando al límite y los de Podemos buscando la expulsión de Sumar para abrir ventanilla de grupo parlamentario propio (con tamaño PNV).

Nuestra vida pública ya está plenamente contagiada del virus catalán creado por los laboratorios de las élites indepes

3-. La tramitación de la amnistía será un infierno que llegará hasta el verano. El asunto seguirá marcando la conversación nacional, la guerra será cruenta en el Parlamento, y el conflicto institucional llegará a máximos. Choque de togas. Habrá filibusterismo del PP, el Senado lanzará todos los torpedos que pueda y más, y se plantearán cuestiones prejudiciales en Europa.

4-. El circo de la política española sumará dos pistas más: Suiza y Bruselas. Nuestra vida pública ya está plenamente contagiada del virus catalán creado por los laboratorios de las élites indepes, ahora queda expandir la enfermedad a las instituciones continentales. Mientras tanto, se celebrarán reuniones secretas en Ginebra que no lo serán y será cuestión de tiempo el jaleo con los mediadores. Emitiremos al exterior la prueba de que la democracia española no es capaz de solucionar sus propios problemas por sí misma. Y el gobierno será intervenido desde la mesa suiza por un hombre de negro que se apellida Puigdemont.

5-. La........

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