Eran las vascas unas elecciones para validar un escenario que ya se nos había dado a conocer de antemano. Sabíamos el Gobierno que saldría de las urnas -PNV+PSE-, aunque ignorásemos el detalle de lo que acabaría arrojando el escrutinio.

El bebé tenía nombre, primera puesta y la habitación preparada antes del parto. Vía libre a la continuidad en el Gobierno vasco y también luz verde a las alianzas de doble nudo de Pedro Sánchez en el Congreso con el PNV y con Bildu. Por una vez es cierto que son muchos los partidos que han ganado las elecciones. La prueba del algodón de una victoria no es otra que el ajuste de los resultados a tus aspiraciones. Y en este sentido es cierto que PNV, PSE-PSOE y Bildu han alcanzado sus objetivos. Trío de ganadores.

En el bando de los perdedores también un trío: Podemos, Sumar y el PP, aunque de los dos últimos asistamos a esfuerzos desde diferentes córneres para construir una narrativa que nos convenza de que en realidad han salvado los muebles. Pero si diéramos por bueno ese 'salvar la cara' que algunos pretenden en referencia a Sumar y PP, al menos habría que decir que con muy poco ajuar se conforman. Como no es el caso, mejor digamos las cosas por su nombre, elección por elección. Y en las del domingo, Sumar y PP quedaron retratados en el pelotón de los perdedores.

Sobre Podemos no hay mucho que decir. A fecha de hoy son un cadáver político aficionado a coleccionar certificados de defunción. Al menos van a ahorrárselo en Catalunya, puesto que ahí no van a presentarse. Más letra pequeña tiene lo de Sumar, que camina decidido hacia la conquista de la condición de espectro.

El PNV resiste el avance de Bildu

A ambas siglas no les pesa solo la guerra civil entre ellos. En el caso concreto de Sumar, hay que echar la vista atrás para recordar que estábamos, decían los cronistas oficiales, ante el nacimiento de algo grande que la sonriente 'khaleesi' Yolanda había gestado con paciencia en un ejercicio de empatía social jamás visto. Las elecciones vascas, tras las gallegas, han demostrado que la oquedad va adueñándose del invento.

La eterna sonrisa de Yolanda Díaz persiste, pero únicamente como un automatismo telegénico. Quedarse con uno solo de los diputados que Podemos tenía en el parlamento vasco es un desastre sin paliativos. Solo sirve para poder decir que tu enemigo -Podemos- está todavía peor. Pero dos sedientos siguen siéndolo a pesar de que uno de ellos pueda lamer una gota de agua. En el País Vasco a Yolanda Díaz los electores le han dicho que para socialistas ya están los socialistas, y para plurinacionales de izquierda ya sirve Bildu. Así que Sumar necesita componer una partitura propia si no quiere que en todas partes se acabe bailando la de otros. Las pocas encuestas sobre las elecciones catalanas tampoco anticipan de momento grandes resultados para estas siglas.

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El PP no puede estar satisfecho. A fin de cuentas, si el objetivo era echar a Vox del Parlamento vasco para quedarse con su diputado ha fracasado, ya que los de Abascal han sabido aguantar la posición.

Sigue la derecha española anclada en el sueño de sacar del tablero a los ultraderechistas y regresar a un escenario en el que las solas siglas del PP funcionen como un paraguas lo suficientemente grande como para poner a cubierto a todas las familias políticas que van del centro hasta el reaccionarismo.

Eso es muy difícil, porque en el fondo es pretender imponerse al signo de los tiempos. La ultraderecha tendrá en España altos y bajos, elecciones con mejores y peores resultados, pero forma parte de una realidad occidental que no va a evaporarse del día a la mañana.

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Así que haría bien el PP en confiar en su propio camino y trazarlo sin tanto mirar por el retrovisor. Claro que ha de defenderse de Vox en su flanco más derechista, pero sin la autoexigencia de sacarlos del tablero para poder cantar victoria. Vox, a pesar del desastre organizativo y de la falta de reflejos políticos y programáticos, ocupa un espacio propio que tiene demanda. Minúscula en el País Vasco, cierto. El éxito del PP no puede basarse en la eliminación de Vox de un Parlamento en el que solo tiene un escaño. En Catalunya probablemente se dará un escenario diferente. Lo que anticipa la demoscopia es que los populares podrán multiplicar por cuatro sus tres diputados actuales, al tiempo que Vox, de momento, resiste con los suyos.

De las elecciones vascas ha salido curiosamente el pronóstico para las siguientes. ¡A cuatro años vista! Se da por hecho que la llegada de Bildu a la presidencia del Gobierno vasco está en la cuenta atrás y será inevitable cuando los vascos vuelvan a votar (¡pero si lo hicieron ayer!). Largo lo fiamos.

Si, como dijo Juanito, "90 minuti en el Bernabéu sono molto longo", cuatro años en política son unas cuantas eternidades. Y sin querer obviar la importancia de los cambios políticos de fondo que están operando en esa sociedad a través de Bildu, es cierto también que el PNV estrena 'lehendakari' y tiene la oportunidad de rearmarse a través de la construcción de un liderazgo resanado. Esto a veces funciona y a veces no. Pero será el tiempo -'longo, longo'- quien lo dirá. Así que no corramos tanto, ¡qué prisa por hacernos viejos!

Eran las vascas unas elecciones para validar un escenario que ya se nos había dado a conocer de antemano. Sabíamos el Gobierno que saldría de las urnas -PNV+PSE-, aunque ignorásemos el detalle de lo que acabaría arrojando el escrutinio.

El bebé tenía nombre, primera puesta y la habitación preparada antes del parto. Vía libre a la continuidad en el Gobierno vasco y también luz verde a las alianzas de doble nudo de Pedro Sánchez en el Congreso con el PNV y con Bildu. Por una vez es cierto que son muchos los partidos que han ganado las elecciones. La prueba del algodón de una victoria no es otra que el ajuste de los resultados a tus aspiraciones. Y en este sentido es cierto que PNV, PSE-PSOE y Bildu han alcanzado sus objetivos. Trío de ganadores.

En el bando de los perdedores también un trío: Podemos, Sumar y el PP, aunque de los dos últimos asistamos a esfuerzos desde diferentes córneres para construir una narrativa que nos convenza de que en realidad han salvado los muebles. Pero si diéramos por bueno ese 'salvar la cara' que algunos pretenden en referencia a Sumar y PP, al menos habría que decir que con muy poco ajuar se conforman. Como no es el caso, mejor digamos las cosas por su nombre, elección por elección. Y en las del domingo, Sumar y PP quedaron retratados en el pelotón de los perdedores.

Sobre Podemos no hay mucho que decir. A fecha de hoy son un cadáver político aficionado a coleccionar certificados de defunción. Al menos van a ahorrárselo en Catalunya, puesto que ahí no van a presentarse. Más letra pequeña tiene lo de Sumar, que camina decidido hacia la conquista de la condición de espectro.

A ambas siglas no les pesa solo la guerra civil entre ellos. En el caso concreto de Sumar, hay que echar la vista atrás para recordar que estábamos, decían los cronistas oficiales, ante el nacimiento de algo grande que la sonriente 'khaleesi' Yolanda había gestado con paciencia en un ejercicio de empatía social jamás visto. Las elecciones vascas, tras las gallegas, han demostrado que la oquedad va adueñándose del invento.

La eterna sonrisa de Yolanda Díaz persiste, pero únicamente como un automatismo telegénico. Quedarse con uno solo de los diputados que Podemos tenía en el parlamento vasco es un desastre sin paliativos. Solo sirve para poder decir que tu enemigo -Podemos- está todavía peor. Pero dos sedientos siguen siéndolo a pesar de que uno de ellos pueda lamer una gota de agua. En el País Vasco a Yolanda Díaz los electores le han dicho que para socialistas ya están los socialistas, y para plurinacionales de izquierda ya sirve Bildu. Así que Sumar necesita componer una partitura propia si no quiere que en todas partes se acabe bailando la de otros. Las pocas encuestas sobre las elecciones catalanas tampoco anticipan de momento grandes resultados para estas siglas.

El PP no puede estar satisfecho. A fin de cuentas, si el objetivo era echar a Vox del Parlamento vasco para quedarse con su diputado ha fracasado, ya que los de Abascal han sabido aguantar la posición.

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Si, como dijo Juanito, "90 minuti en el Bernabéu sono molto longo", cuatro años en política son unas cuantas eternidades. Y sin querer obviar la importancia de los cambios políticos de fondo que están operando en esa sociedad a través de Bildu, es cierto también que el PNV estrena 'lehendakari' y tiene la oportunidad de rearmarse a través de la construcción de un liderazgo resanado. Esto a veces funciona y a veces no. Pero será el tiempo -'longo, longo'- quien lo dirá. Así que no corramos tanto, ¡qué prisa por hacernos viejos!

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País Vasco: tres ganadores y tres perdedores

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23.04.2024

Eran las vascas unas elecciones para validar un escenario que ya se nos había dado a conocer de antemano. Sabíamos el Gobierno que saldría de las urnas -PNV PSE-, aunque ignorásemos el detalle de lo que acabaría arrojando el escrutinio.

El bebé tenía nombre, primera puesta y la habitación preparada antes del parto. Vía libre a la continuidad en el Gobierno vasco y también luz verde a las alianzas de doble nudo de Pedro Sánchez en el Congreso con el PNV y con Bildu. Por una vez es cierto que son muchos los partidos que han ganado las elecciones. La prueba del algodón de una victoria no es otra que el ajuste de los resultados a tus aspiraciones. Y en este sentido es cierto que PNV, PSE-PSOE y Bildu han alcanzado sus objetivos. Trío de ganadores.

En el bando de los perdedores también un trío: Podemos, Sumar y el PP, aunque de los dos últimos asistamos a esfuerzos desde diferentes córneres para construir una narrativa que nos convenza de que en realidad han salvado los muebles. Pero si diéramos por bueno ese 'salvar la cara' que algunos pretenden en referencia a Sumar y PP, al menos habría que decir que con muy poco ajuar se conforman. Como no es el caso, mejor digamos las cosas por su nombre, elección por elección. Y en las del domingo, Sumar y PP quedaron retratados en el pelotón de los perdedores.

Sobre Podemos no hay mucho que decir. A fecha de hoy son un cadáver político aficionado a coleccionar certificados de defunción. Al menos van a ahorrárselo en Catalunya, puesto que ahí no van a presentarse. Más letra pequeña tiene lo de Sumar, que camina decidido hacia la conquista de la condición de espectro.

El PNV resiste el avance de Bildu

A ambas siglas no les pesa solo la guerra civil entre ellos. En el caso concreto de Sumar, hay que echar la vista atrás para recordar que estábamos, decían los cronistas oficiales, ante el nacimiento de algo grande que la sonriente 'khaleesi' Yolanda había gestado con paciencia en un ejercicio de empatía social jamás visto. Las elecciones vascas, tras las gallegas, han demostrado que la oquedad va adueñándose del invento.

La eterna sonrisa de Yolanda Díaz persiste, pero únicamente como un automatismo telegénico. Quedarse con uno solo de los diputados que Podemos tenía en el parlamento vasco es un desastre sin paliativos. Solo sirve para poder decir que tu enemigo -Podemos- está todavía peor. Pero dos sedientos siguen siéndolo a pesar de que uno de ellos pueda lamer una gota de agua. En el País Vasco a Yolanda Díaz los electores le han dicho que para socialistas ya están los socialistas, y para plurinacionales de izquierda ya sirve Bildu. Así que Sumar necesita componer una........

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