Antes de empezar a aplicar las medidas contempladas en el Plan Integral de Prevención y Control del Tabaquismo (PIT), aprobado la pasada semana por el Ministerio de Sanidad, con el respaldo del Principado, la consejera de Salud, Concepción Saavedra, quiere reunirse con el sector de la hostelería y el turismo para acordar una aplicación gradual del mismo. El punto conflictivo para la hostelería es la prohibición de fumar en las terrazas. Álvarez Almeida, presidente de Otea (hostelería y turismo en Asturias), no descarta pedir compensaciones por las inversiones realizadas en el exterior de los negocios.

En la pandemia se abrió la puerta a las compensaciones por los cierres en distintos sectores, entre ellos el gremio de los hosteleros. En esta ocasión es difícil saber cuánto influye en la facturación el hecho de impedir fumar en las terrazas. Algún tipo de merma puede que la haya, pero no será sensible, porque la consumición en bares carece de alternativa. Estamos en una época donde las terrazas se han convertido en un espacio premium; la gente se pelea por tener asiento en una terraza con buenas vistas, como antes se peleaba por una butaca de platea. Es un fenómeno que va a más y no depende del derecho a fumar. Además, una vez sentados en una terraza, ponerse a fumar sólo exige ponerse de pie y dar tres o cuatro pasos. Mucho más cómodo que cuando se está en una mesa del interior del local. La cuestión a debatir es otra: ¿a quién daña que una persona fume en una terraza? Si la ministra de Sanidad, con más ganas de protagonismo que otra cosa, tiene estudios que indican que el fumador de terraza causa perjuicios en la salud de los que están sentados en otras mesas, debe ser consecuente y prohibir fumar en espacios abiertos. Tiene razón Almeida al resaltar la contradicción que existe entre prohibir fumar en terrazas y poder hacerlo sentado en un banco público, con un niño al lado.

El PIT, para tener algún impacto en la sociedad, para que se haga tema de debate en las tertulias y el Gobierno pueda blandirlo para criticar a la oposición, aunque, a lo mejor, haya más fumadores en el banco azul que en cualquier otra fila de escaños, necesita de una prohibición y la ministra, Mónica García (Más País), la encontró en las terrazas, espacio especialmente concurrido, como dijimos antes. La medida no se toma por el efecto del humo en la terraza, sino por el protagonismo que adquiere el plan al contener esa prohibición. Mónica García ya tiene su cuota de publicidad. Lo que le faltó a Alberto Garzón.