El ministro de Transportes afirmó que los trenes Avril, que van a hacer la línea Gijón-Madrid, los va a entregar la empresa Talgo a Renfe el próximo día 8. Tras un anuncio tan esperado, Óscar Puente se curó en salud al recordar que Talgo ya había dicho que los suministraría antes del 1 de abril y no se produjo la entrega. Al final, evitó entrar en fechas y se conformó con decir que la llegada de los trenes Avril «está muy cerca, cuestión de días o semanas». Las palabras del ministro son relativamente esperanzadoras, porque en el peor de los casos la espera sería cosa de semanas, no de meses. No obstante, lo que llama poderosamente la atención es que el Ministerio de Transportes no tenga un mayor control de los pedidos que le hace a Talgo, dada la relación de Renfe con la empresa, hasta el punto de ser históricamente su principal proveedor.

El periodo de prueba de los trenes Avril se ha alargado por fallos en el mecanismo de freno automático que detiene a los convoyes. Ante el retraso, el Principado ha vuelto a recurrir a la forma distorsionada que utiliza en el último año para resolver los fiascos con el Ministerio de Transportes: las compensaciones. En lo relativo al servicio ferroviario de Gijón a Madrid, entiende el Principado por compensaciones la rebaja del precio en un pequeño porcentaje de billetes que se ofertan al público. La fórmula de las compensaciones nació con los Acuerdos de la Castellana, cuando el error en las medidas de los trenes de la red de cercanías se quiso paliar permitiendo viajar gratis a todos los viajeros hasta el año 2026. Si los trenes no caben por los túneles, se expenden billetes a cero euros para el personal que se suba a los vagones. Si el suministro del modelo de tren Avril se retrasa, se ofertan billetes a 25 euros para 2.000 afortunados viajeros.

¿Tiene alguna lógica esta especie de indemnización por los errores e incumplimientos de Renfe? Es evidente que no. El argumento es muy sencillo: los contribuyentes acaban siendo penalizados por la errática gestión de Renfe. Los billetes que se regalan a los viajeros los financian los contribuyentes. Como todas las subvenciones, se trata de un flujo transversal de recursos de los impositores a los viajeros. Se entiende que se paguen impuestos para hacer hospitales, escuelas o carreteras, pero regalar viajes no debe estar entre las obligaciones de los contribuyentes. Es un desatino creer que la deuda del ministerio con Asturias se liquida regalando billetes. Los «caramelillos» que dijo Canteli.