El Principado está muy decepcionado con el Ministerio de Transportes. Eso es lo que se desprende de las declaraciones del consejero de Fomento, Coordinación Local y Prevención de Incendios. La gota que ha colmado el vaso del Ejecutivo asturiano es el anuncio de retrasar indefinidamente la entrada en servicio de los trenes Avril en la línea Madrid-Gijón. A los tres días de decir el ministro Óscar Puente que los nuevos trenes estarían cubriendo la línea el 31 de marzo, concediendo, como mucho, un margen de error de «cuestión de días», llegó un comunicado donde se aseguraba que no se puede fijar una fecha por las ineficiencias y las incoherencias del proyecto.

Un golpe bajo que se suma a los retrasos acumulados en todos los proyectos que realiza el Ministerio de Transportes en Asturias, que van desde el corrimiento de fechas para estrenar la variante de Pajares, pasando por la más que negligente gestión del Plan de Cercanías, donde se termina el tiempo señalado para desarrollar el plan (2017-2025) sin que estén acabadas la gran mayoría de las actuaciones, hasta llegar a los desaires más insultantes, como el vial de Jove, donde han transcurrido diecisiete años desde que se acometió el primitivo diseño hasta el presente, sin que se haya adjudicado la obra, o la increíble parálisis que sufre el plan de vías de Gijón a los veintidós años de haberse firmado el convenio entre las administraciones para la integración del ferrocarril en la ciudad. Un rosario de incumplimientos.

Alejandro Calvo afirmó que «estamos pidiendo al Gobierno una reunión urgente para tratar este asunto (tren Avril), para conocer el detalle, resolver la incertidumbre, conocer plazos reales». El consejero advirtió de que «el Gobierno central tiene que saber que los asuntos de Asturias tienen que tratarse con seriedad, rigor e interlocución constante». Suscribo todas las consideraciones realizadas por Alejandro Calvo sobre la cuestión. Ahora bien, el Principado debe realizar, simultáneamente, un ejercicio de autocrítica, porque sus posicionamientos timoratos han acompañado a la dejadez del Gobierno. Cuando surgió el escándalo de los trenes que no cabían por los túneles, el Principado perdió la ocasión de atar en corto al ministerio. Tocaba hacer un seguimiento bilateral de los Acuerdos de la Castellana y no hubo tal cosa. Lo mismo sucedió con el vial de Jove, que tenía una cobertura presupuestaria mínima y, encima, no se ejecutó ni un euro, sin que hubiera un reproche del Principado.