En el complejo tapiz de la realidad humana, los principios y algoritmos se convierten en el hilo conductor que define nuestro camino y da forma a nuestro destino. A menudo, la percepción común de los algoritmos se limita a fórmulas abstractas, pero también residen en las palabras, en los principios que actúan como el código que rige nuestra toma de decisiones.

Contemplen a Charlie Munger, un titán en el universo de las inversiones, que no solo confía en las cifras, sino que tejía sus elecciones en un algoritmo verbal. Desde la búsqueda de ideas simples hasta comprender la importancia de los incentivos y evitar la diversificación, Munger encapsula sus estrategias en principios inquebrantables.

Ray Dalio lleva esta filosofía a otro nivel, plasmando sus principios en libros completos que presentan un algoritmo para abordar no solo los desafíos financieros, sino la complejidad misma de la vida. Estos principios se convierten en faros que guían a través de las aguas turbulentas de la incertidumbre.

La taxonomía del conocimiento propuesta por Donald Rumsfeld divide la sabiduría en conocidos conocidos, conocidos desconocidos, desconocidos conocidos y desconocidos desconocidos. Los principios de Munger y Dalio se ubican en la categoría de desconocidos conocidos, un terreno donde estos algoritmos verbales ofrecen su máxima utilidad, proporcionando flexibilidad, multipropósito y una guía constante hacia la excelencia a largo plazo.

Sin embargo, surge un terreno de los conocidos desconocidos en la taxonomía de Rumsfeld, un espacio donde la inteligencia artificial y los algoritmos matemáticos despliegan todo su potencial. Recientemente, la IA de @GoogleDeepMind inventó 380,000 nuevos metamateriales, desafiando incluso la intuición humana. Estamos al borde de una revolución tecnológica en ciencia de materiales y biotecnología, donde los algoritmos se erigen como los arquitectos de una nueva era de descubrimientos y posibilidades sin límites.

La capacidad de los algoritmos para navegar por el vasto océano de lo desconocido es una prueba irrefutable de su poder transformador. En un mundo cada vez más intrincado, los principios y algoritmos se alzan como faros que iluminan el camino hacia el futuro. Celebremos a estos maestros constructores de la innovación, quienes abren las puertas a una nueva era de posibilidades y descubrimientos.