Se colaba, hará una semana y algo, en bares y hogares de los que encienden la televisión de buena mañana un día laborable, la entrevista que Susanna Griso hacía a Cayetano Martínez de Irujo, preguntándole por la situación del campo, así, como a un agricultor cualquiera. “He tenido que pedir dinero a un amigo para pagar las nóminas de diciembre” Se lamentaba el terrateniente.

Como orugas en fila, centenares de tractores avanzan a marcha lenta cortando las carreteras una semana después. La estética de insignias y cartelas parece sacada de cualquier concentración ultra frente a Ferraz. “No a la agenda 2030” se lee en no pocos cartones sobre el morro de tractores festoneados de rojigualdas no necesariamente constitucionales. El punto primero de la agenda 2030, promovida por la ONU, es la erradicación de la pobreza.

El malestar ronco, con olor a gasoil, clama contra la regulación del campo, que es la regulación de lo que nos metemos en la boca. En Salamanca, no hace mucho, las protestas pedían la relajación de las medidas contra la tuberculosis bovina.

Ninguna tractorada cargada de rojigualdas (las excepciones no llevaban insignias nacionales) ha rodeado grandes cadenas de supermercados, ni oficinas de intermediarios, para protestar contra lo poco que les pagan. Tampoco han rodeado campos de golf, allá donde escasea el agua, ni urbanizaciones de chalés con piscina. Puede respirar tranquila la justicia, el capitalismo sigue funcionando a pleno rendimiento, se manifiestan los propietarios, no los jornaleros.

A los agricultores españoles no les parece justo que pueda traerse producto de países extracomunitarios donde la legislación es más laxa que aquí. España, con su regulación garantista para el consumidor, es el segundo país que más producto agrícola exporta de toda la Unión Europea y el octavo del mundo.

Deberíamos cuidar más nuestro sector primario, consumir más producto de cercanía (El mismo mensaje que esgrimen los agricultores franceses cada vez que vuelcan un camión cargado de fruta española en la frontera) y ser conscientes del cambio climático y los problemas con la energía.

La sequía ha venido para quedarse. La producción de alimento va a ser cada vez más difícil y escasa; las sequías cada vez más recurrentes e intensas, las trombas de agua, el granizo, o los vendavales, aparecerán cada vez más sobre nuestros campos. En unas decenas de años, apenas podrá cultivarse en buena parte del territorio español. Cabe preguntarse ¿Cuánta gente de las tractoradas ha apoyado e implementado medidas para evitar el cambio climático? El campo se muere, en buena medida, rematado por sí mismo.

QOSHE - Lamento de Cayetano - Carlos Paredes
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Lamento de Cayetano

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07.02.2024

Se colaba, hará una semana y algo, en bares y hogares de los que encienden la televisión de buena mañana un día laborable, la entrevista que Susanna Griso hacía a Cayetano Martínez de Irujo, preguntándole por la situación del campo, así, como a un agricultor cualquiera. “He tenido que pedir dinero a un amigo para pagar las nóminas de diciembre” Se lamentaba el terrateniente.

Como orugas en fila, centenares de tractores avanzan a marcha lenta cortando las carreteras una semana después. La estética de insignias y cartelas parece sacada de cualquier concentración ultra frente a Ferraz. “No a la agenda 2030” se lee en no pocos cartones........

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